martes, 30 de julio de 2024

 














“VOLVER  A  CASA…”

Que  belleza emocional la  de  esta expresión. He  de  confesar, que  cada vez que espontáneamente la oigo , o  me  sale como  expresión  interior, algo muy  fuerte emocionalmente me  conmueve en  el  interior.

            Aparece esa bonita expresión  también  en  el  Evangelio de  Marcos ( 3,20) : “Por aquellos  días Jesús volvió a casa, y se  juntó de nuevo tanta gente que no le dejaban ni comer “  Es la alegría de  volver  de nuevo a casa, la del reencuentro, con sus seres queridos, su habitación, sus cosas, sus herramientas...Había pasado un tiempo , un  tiempo  quizás muy  largo, tiempo  de desierto, la “universidad de  la  calle “ que  había  transformado a Jesús de Nazareth ,tiempo de soledad  interior y de  crecimiento espiritual, pero también de  añorar  a  los  suyos. Y  ahora volvía a casa, a la casa de sus padres, a  la de  su  infancia, a  la  de  sus  primeros amigos…

                Me  hizo reflexionar  esta  hermosa expresión “Volver a  casa” oyendo el otro  día  a  un  joven  músico. Era un sábado a  finales de Julio, y casi por  pura casualidad  acudí  a  un  concierto  de  la Banda Sinfónica  de  la Agrupación  Musical San  Indalecio,  una  atractiva  b anda  escuela-academia  de  formación  futuros  talentos  o  valores  de  la  música. Aquella  tarde del  27  de Julio de  2024 aquella casi juvenil  banda iba a tener  el  privilegio  de  ser  dirigida  por el  director  estadounidense Dustin Barr , que anunció de  primera  intención una actuación  especial:  la del antiguo  miembro  de  este  grupo  Musical San  Indalecio,  el  solista  de  bombardino  Raúl Sabiote (así  se llamaba  el joven músico que a  todos  nos  conmocionó ,no  solo por  su  música, sino por  sus sentidas palabras). Al  terminar  su  brillante actuación, el  joven solista bombardino , después  de  lucirse  en  “harleguin “ una  bonita  partitura, una  obra  especial  para  solista , a  la que le  imprimió  durante  unos  minutos su contagiosa  y  espectacular personalidad,  nos  dedicó  a  todos  los  asistentes ( los actuantes  y  todo  el público, en  un emocionante  silencio) sus emotivas palabras : “ Hoy  vuelvo a casa. Si  es  verdaderamente  volver a casa, porque  hace casi  veinte años  ya , yo , todavía un niño de  apenas 9  años, estaba sentado ahí  al  fondo , aprendiendo de mis compañeros y  los mayores que me  rodeaban, y  los grandes músicos vocacionales  que  tanto  cariño y paciencia  nos dedicaban para hacernos  llegar la grandeza de la música, casi  como  un  juego divertido, y  enseñarnos a transmitir a  los demás,   todos  los  valores  que  la música encierra. Por eso hoy, esta tarde, este  momento permitirme que me emocione  porque  estos momentos no solo ha sido reinterpretar una partitura sino  vivir y  compartir  con  todos  vosotros , esa expresión que nos sale del alma …cuando  volvemos a casa”

              Qué  duda cabe, que  para Raúl Sabiote eran  momentos  de  alegría, momentos especiales. Señaló  a  las  últimas  filas, donde  el, un  chaval  de  apenas  9  años se  sentaba…allí, mirad, decía, y  recordaba  emocionado  que  en  aquel  pupitre musical se  inició  en esta  hermosa  vocación de  la  música. Terminaría  luego  su  formación  en  el Conservatorio de Almería, de  donde  paso  para  el Conservatorio  Superior de  Mallorca,  y  luego  ya  se trasladaría  a  Lucerna, en Suiza  para  completar  su  formación.

                 Volvía Raúl  a  casa. Silencio enorme conteniendo el público  la  emoción. Volvía  a  sus  orígenes, a  donde  como  niño  inicio  tímidamente  sus  aprendizajes.  Y  a  todos nos ganó, no tanto (para  los  que  no  somos  expertos musicales ) no tanto con su  música, cuanto …con  sus palabras.

                  “Volver a casa “es una expresión  que  si  la  pensamos pausadamente, nos llega a conmover, nos  llega a emocionar. Y es  que  en  el tiempo de Heráclito “ Nadie se  puede bañar dos veces en  las  aguas  del  mismo rio” Y nos diría, nadie vuelve a … ¿su  misma casa? Porque ya un tiempo ha pasado y  nada  es igual.  Con  todo  lo  que  lleva  esa  hermosa  expresión “ Volver  a  casa “  que  casi  automáticamente  nos  traslada, a  aquel  famoso  slogan  publicitario , con  música  tradicional ,que invita a una  cierta nostalgia hogareña  …que  nos  retrotraía  al  espíritu de  la  Navidad,  al  volver (al  menos  una  vez  al  año) al  calor del que  fue  nuestro  hogar, al  calor  de  la  familia, a nuestras  raíces, a nuestra  historia, la de  nuestra  familia, a nuestro relato personal.. Y  también  como  cuando  oímos esa  hermosa parábola de  Jesús: “Y  salió  el  sembrador a  sembrar …” Porque  la  semilla que va a  dar fruto  es aquella  que  cayó  en…”buen  lugar”. En  una  tierra buena. Esa  primera tierra buena  que  es  la  familia  de  acogida, donde crecemos, nos  socializamos ,  nos  concienciamos  de  nuestra  primera identidad. Es como  volver  del  exilio ,  que  nos  arrojó (por algo, vaya Vd. a saber) de ese calor … hogareño, familiar, y  que un  día tal cual  fuera  un  grito interior  nos  invita  a  salir de  nosotros para  crecer personal  o  interiormente, como  aquel mandato bíblico a  Abraham ( en Génesis  12, 1-2  “ Sal de  tu  casa, sal  de  tu  tierra…).  Tan  solo musitar: “vuelvo  a  casa “me  llega a emocionar.

                   Personalmente  crecí  en una inolvidable  familia,  como  casi  la mayoría, con  sus  problemas, sus errores, sus momentos duros… pero fue  en ella donde crecí y  me  llegué a identificar enormemente  con  la naturaleza. Mis  primeras “ salidas de casa “ (mis  primeros “ cortar el  cordón umbilical “) fueron precisamente  en  esas  salidas a  la  montaña, a  las acampadas, a la naturaleza, a  veces  todo  un  mes, a  veces  solo  quince o  diez  días,  o  incluso  nada  más  que  un  fin  de  semana. He  de  confesar  que  cada  vez  que : “ volvía  a  casa “ me emocionaba contemplar  mi  habitación, mis libros, mis recuerdos…”saboreaba” una  buena ducha,  la comida confeccionada  por  mi  madre,  una  buena  ducha, una  buena  siesta, una bonita conversación con  el resto de  mi  familia … al  “calor del  hogar “

                Confieso también  que tras años de ausencia, cuando  un  día  volví  a  Marruecos, lugar (aquella “patria”) de mi  infancia me emocioné intensamente. Volver a las  que  fueron  las  casas  de  mi infancia  y  adolescencia  en Tetuán, ahora ocupadas por otras familias de  una cultura muy  distinta a la mía, pero que sabían  sonreírme . Volver  a  los  que  fueron mi  escuela, mi  colegio, saludar  aun  a  mis  profesores , los que aun  permanecían alli, los que te enseñaban  la  que  fueron tu  clase, y  alli “in  situ “  hurgar  por aquella fila de  bancas si  aún estaba mi viejo  pupitre de  madera, donde tantas veces “ esculpimos a cuchilla  nuestros emblemáticos hitos personales “, contemplar los patios de  nuestros  recreos, aquellos  rincones que tan  felices nos hicieron, aquellos  arboles a  los  que  tantas  veces nos  subimos para  coger  morera y  observar  la metamorfosis de nuestros  gusanos  de  seda, en  cajas de  cartón, autentica  recreación  interior, aquellos  arboles  de los patios  de nuestro colegio del   Pilar, y las  explicaciones  de  la  vida  y  la naturaleza que don Prudencia Arteche, viejo  marianista y  amante  de  la naturaleza nos  daba  lecciones al  aire  libre, con  su  sonrisa  de  sabiduría. Aquellos  viejos pasillos del colegio,  con  sus  orlas  colocadas, era recuperar el  rostro, el  relato  y  la  historia personal de  cada  uno de  los  que fueron  nuestros  compañeros  en aquellos  inolvidables años.  Todo esto, inolvidable  sucesión de  recuerdos,   que   era  quizás  casi como alcanzar aquello  que San  Ignacio  llama con deleite, en  una de  sus  meditaciones al final  de  los Ejercicios Espirituales, “ Contemplación  para  alcanzar  amor ”  Y que  verdad , que  era una  autentica meditación de  vida. Cerré  los  ojos, e  interiormente  vi  pasar  todos aquellos  rostros, aquellas sonrisas, aquellas voces, aquellos  rumores, aquella  música casi  celestial con  una partitura llena de fotos  y  recuerdos.

                Estos  días  de  verano  he  meditado alguna  lectura  del  conocido  y  muy  mencionado siempre  Proust ,  y  como  no  la  más  mencionada  actualmente , como  teoría “ EFECTO  PROUST “ , y  es que  en  aquel  ejemplo de  memoria visual, auditiva y  olfativa, como se  reconoce  al  recuerdo  “proustiano “ ( o  recuerdo  involuntario  que  mediante  este  fenómeno  nos  lleva  a  un  estimulo   que  desencadena  automáticamente  un  recuerdo  intenso  del  pasado “ aquel  que  se  conoce  popularmente  como  “ la  magdalena  de  Proust “ , cuando  ese  estimulo  sensorial nos  hace  evocar  o  rememorar  una  parte  del  pasado  que  asociamos  a  un  sabor , olor, o  sonido…

                  Todo ello , en ese  atardecer caluroso, me  trasladó  por  momentos a  unos Ejercicios Espirituales, en  el  que  nos  embarcó una semana santa quizás  la de  1963, un  franciscano joven, emprendedor,  que  pretendía trasladarnos  su  fortaleza espiritual, en  el  marco  de  aquel Hospital militar español “Gómez Ulla”, en  nuestras primeras  meditaciones para dejar atrás nuestra infancia. Sin embargo, por  la  noche, en mi  cuarto me despertó  una música lejana, de gaitas y tambores, porque se  iba acercando  una  boda marroquí. Creo  que  permanecí desvelado cerca de  dos  horas,  y  entre  la música y  las máximas evangélicas para meditar, me  hicieron  pensar seriamente para la edad que  tenía, lo propio de mi momento, mi  historia, mis  sueños, mis recuerdos, aquel país tan  diferente, aquella música  llena  de  alegría, aquellas  calles  estrechas  de la medina  o  de  la mellah , la  judería, las fiestas religiosas  diferentes, el  ramadán, el  aid  el  Kebir, la  fiesta  del  yon Kipur  de mis amigos  hebreos,  los  rezos  hebreos,  los cantos  del  muecín, y  por  supuesto  volviendo a  los  ojos de  un  niño,   mi  futuro, mi  adiós  a  tantas  cosas  que  me  iban  cambiando.  Volviendo  al  momento presente  me  dije: Son  ya  cosas, de  viejo. Pero esos momentos  me hicieron mucho  bien al traerme  tantos  recuerdos. No la magdalena de  Proust , pero si  el  té, con hierbabuena, el  olor  a  albaca, los olores de los  mercadillos marroquíes, el  colorido de  las aceitunas  y  los puestos con  zanahorias, dátiles, y  toda  clase  de  productos  secos, los  cuernos  de gacela ,los dulces marroquíes, o  los  almendrados hebreos y  las pastas que hacían mi  padre o  mi  madre.

                  Estos días de calor, son  también  las  playas  de  mi  infancia, y en  esa  contemplación  para  alcanzar amor ,la arena de  Restinga, la  de Rio Martin, la del Rincón del Mdiqu  o  sencillamente  la  de  nuestros veraneos en  la  tierra  de  mis  abuelos  y  mis  padres, playas interminables de aquella Roquetas  que  se  iniciaba en  Aguadulce  y  casi  terminaba  en  las salinas  o  en Guardias Viejas. Días  de  sol  y  de  olas, de  baños  y  de  meriendas .Recuerdos  imborrables (¿cosa de viejos?  O   la  “magdalena de  Proust.

                  Me viene al recuerdo  también  estos  días, aquel  malhumor de algunos que fueron alumnos míos, en su  tiempo en  el SEK  del Palo, en  Málaga , allá  por  los  años 80 y  90 , cuando  eran estudiantes  en  Medicina, en  la  facultad, en  las  clases de Psiquiatría, de uno de  los más duros huesos a  la hora de  aprobar  la asignatura, que  en cuanto a examinar  a  los alumnos duramente, les hacía pasar  por  todo  un  psicoanálisis de  una  forma que dio mucho  que  hablar casi  internacionalmente: había  reproducido  un  útero materno a  escala , como los  japoneses  habían reproducido en una excelente fotocopia en tres dimensiones de  las cuevas de Altamira,  y  allí introducía a sus  alumnos, que durante  un  tiempo, en la oscuridad de aquel  artificio, reproduciendo creo que  hasta efluvios, olores, y  otros ruidos, debía el  alumno aspirante, relatar  sus  impresiones  de vida, de referencias personales, impresiones, etc.  que  recordaba de  la madre  y  del  seno  materno. Todos  hablaban , unos bien, otros regular , pero todos  impresionados  de  aquella experiencia de  volver  al  útero  materno.

                   “Volver  a  casa “…es  volver  también al  recuerdo. Y  a  los  errores  que  nos  exiliaron  de  aquella  inolvidable patria de  la  infancia.  Pero , sin  embargo,  la  lectura  que  me  entretiene  estos  días  de  playa calor  y  ocio, es  un  libro   titulado “ EN  TIERRA  AJENA, EXILIO  Y  LITERATURA  DESDE  LA <ODISEA> HASTA  <MOLLOY > ( Del  interesante  psiquiatra  Josep  Solanes  Editorial  Acantilado  2016 )  Y  el ,categórico sentencia :

                        “Desde  que  abandonamos  el  útero  materno, somos  exiliados. Emigrar a  otra  tierra, en el  fondo  llega  a  ser  irrelevante, pues  siempre  estaremos en  tierra  ajena. “  

                         La grandeza de “Volver a  casa…” . Y mirando el  horizonte del atardecer: Contemplacion  para  alcanzar amor.

 

 

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