LOS CAMPOS
DE TRABAJO: AUTENTICAS LECCIONES
DE VIDA
Caminaba antes
de ayer, en estos
últimos días de
Junio, por la sevillana
Avenida Eduardo Dato, cuando
vi de pronto
en la puerta
del Colegio Portaceli un
grupo de jóvenes universitarios. Pensé que
alguno de ellos al
menos, seria antiguo alumno
de este entrañable
colegio en donde impartí
mi docencia tantos
años. Se les veía
esperando alguna reunión
o encuentro. En principio
miré al grupo
por si entre
ellos había alguien
conocido, de antiguos
alumnos. Pero no reconocí a
ninguno en un
primer vistazo.
Había
ya pasado a
la altura de
la puerta principal,
cuando de pronto
oí mi nombre.
Me llamaba alguien
conocido: Ignacio. Hacía ya tres
años que terminó
en el colegio. Fue
de aquellos alumnos
simpaticotes, abiertos, lideres, gente
esforzada y sincera
que siempre los
docentes recordamos con
agrado. Nos dimos
un fuerte abrazo. Ignacio
es de aquella gente
que siempre te
deja huella, de
esos antiguos alumnos
que fueron delegados,
que se implicaron
y que te “exigía
“ un
montón de cosas
pertinentes en cuanto
a las necesidades
del aula, de
cara a sus
compañeros y como
responsabilidad de su
cargo.
Me
dijo que estaba
haciendo una ingeniería industrial en
la universidad, su vocación y
que estaba muy
contento. Pero sobre
todo de lo que más
contento estaba … y esto es (literal): << de
haber sido elegido
como monitor para
los campos de
trabajo con alumnos
de bachillerato en
aquellos campos de
trabajo donde en
otro tiempo él había aprendido
tanto. Lo mejor de
su vida >>
Y en
seguida recordé la
multitud de campos
de trabajo que
por estas fechas
se organizaban entre
los alumnos de
bachillerato, que alistaban
en estos días
ya vacacionales a
tantos y tantas
alumnas que en vez
de irse directamente
a la playa
de vacaciones con
su familia , preferían implicarse
en “otro tipo de
vacaciones “ donde predominaban
trabajos con sectores
marginales o necesitados
de ayuda, con
ONGS , con
eventos y situaciones
de pobreza o
debilidad social, enfermos,
inmigrantes, niños… trabajar con
niños inmigrantes en la
“operación paso del
estrecho”, con niños discapacitados en
la ONG almeriense
a <TODA VELA > ,
con niños con
el síndrome Down , en la
acción social de
la barriada de etnia
gitana “los almendros” , con ancianos,
ya fuera en Almería, en Málaga, o
en el Puerto de Santa María
preferentemente. Porque
suele ocurrir, que al final
de este periodo,
unas dos semanas
que duran los
campos de trabajo,
hay “ un antes
y un después “ en
donde al cabo
del tiempo te
expresan y casi
se “confiesan” , en sus “más
profundos sentimientos” que
estos días le
marcaron ya la
vida en estos
sus últimos años
de colegio, y en
aquellos otros años
universitarios antes de
incorporarse ya definitivamente a un puesto de
trabajo en la
sociedad o incluso
antes de casarse y
formar una familia. Quizás al
igual que los
campamentos scouts o
de montañeros en la infancia, estas acciones,
“les imprimen un
carácter “ que les
marcan en sus
comportamientos y actitudes
ya en la
sociedad. Me decía con
el corazón tocado
por su mano
derecha : “ Eso era el
evangelio , que nos
enseñasteis llevado a
la practica con
la gente que
te necesita . Y nos
dábamos cuenta que
la gente nos
quería y preguntaba
por nosotros el
día que faltábamos
en aquellos campos
de trabajo “ Al
menos así te
lo expresan casi
emocionados.
Todo esto ,
me hacía recordar
en mis años jóvenes, hacia
1967, recién llegado
a la ciudad
de Almería, donde
un grupo de
las congregaciones marianas,
cuando terminábamos el bachillerato o
hacíamos el curso
preuniversitario, tuvimos la suerte
de conocer a
los jesuitas Jorge
Lamothe y al P.
Feliciano Delgado, que
los sábados por
la mañana , o
bien las tardes
de las largas
vacaciones veraniegas nos
implicaron en llevarnos
a una barriada
marginal de Almería
como era entonces
el barrio de
cuevas al pie
de la alcazaba
llamado la Chanca,
que ya por
entonces trabajó emocionalmente el
escritor Juan Goytisolo . Aquello nos
abrió los ojos
para ver una
realidad muy distinta
y muy cruel
que ni por
asomo pensábamos que
existía .
Más tarde, también ,
ya haciendo mi
servicio militar, me “ficharon” en el CIR 9 en
el campamento militar
de Viator como maestro, para
dar clases a los reclutas
analfabetos que al ser movilizados
militarmente, comprobaban que no
sabían leer y
escribir. Es verdad que
nos compensaban con
permisos especiales, pases
per nocta, y otros
privilegios… pero aquella labor
de maestros que
ejercíamos con otros
muchachos de la
misma edad que
nosotros, que venían de
cortijadas y lugares
recónditos de muchas
partes de España,
y no habían tenido
la oportunidad de
aprender, nos compensaban
emocionalmente más que
todo otro privilegio.
No
hace mucho leía
yo en una
de las últimas
páginas del diario
el País, con
motivo de haberse celebrado
los “40 años
“ de las primeras votaciones
democráticas y la
configuración del Parlamento, un artículo
titulado “La semilla oculta
de la Transición “ firmado
por Elisa Silió
me recordaba todo
aquello y me llamaba
la atención . Entre otras
cosas decía:
<<
Entre los veranos
de 1951 y
1968 una marea
de estudiantes trabajaba en los
campos, las minas,
los barcos y
las fábricas de la
España más despojada e
ignorante. Una parte
se dedicaba a alfabetizar. Un movimiento
solidario, organizado en torno
al Servicio universitario
del Trabajo (SUT) ,
del que apenas
queda rastro pese a
sus grandes dimensiones: involucró
en orden a
13.254 alumnos en más de
500 campos de
trabajo . . Con 50 años de
retraso, las cartas
y fotos personales afloran ahora
que los sutistas
reivindican su labor
en una asociación
cuya presentación es
el documental La Transición silenciada
. Según Andrés Armas, guionista y
productor de la
cinta “ :Entre los 13000 sutistas estaba
la flor y nata de
quienes han marcado
el último tercio de
la historia de España en el siglo XX .
lo que vieron en los campos
fue una catarsis
emocional para ellos
y cambió sus vidas “
El padre jesuita José María Llanos
que había sido capellán del régimen, impulsó
en 1950 el
primer campo de trabajo en
las minas de oro de Rodalquilar (Almería).fueron tres misioneros. Al año
siguiente eran 30. Y
la apuesta creció tanto
que el Sindicato Estudiantil Unificado
(SEU) falangista, tomó el mando en la tercera
campaña. Acudían los acomodados
hijos del régimen, muchos
con fuertes creencias
católicas.
En
la cinta , Ramón Tamames sostiene
que el padre
Llanos sufrió “un trauma “
al ver “como los
chicos cambiaban de bando “ tras
palpar la España
real. Fue una catarsis
emocional. Nicolás Sartorius dice
que los universitarios se
dieron cuenta de que
no podían derrocar
al régimen sin la
clase obrera. A la
postre el cura
Llanos abrazó el
PCE y se fue
a vivir con
los desheredados. . El químico Emilio Criado , que
ha recopilado la
documentación para la
cinta dice “Nos metimos
en política un 10 %
.En esa época
era impensable viajar
y muchos vieron en
los campos unas vacaciones y
al llegar se
dieron de bruces con
la realidad. En la
mina te preguntaban: ¿eres policía
o cura? No entendían
que hacías allí. Que
te dejaran beber del
botijo era una
conquista social. Las
revueltas estudiantiles de 1956 terminaron por
politizar el proyecto. >>
Imposible olvidar
estas lecciones de vida
que recibimos en aquello
entonces, y como
vi en el
rostro de aquel chico, antiguo alumno,
que se le
iluminaba el rostro,
al decir “me han
elegido como monitor
para los campos de trabajo”, sintiéndose privilegiado
estos días ya
vacacionales, en medio de
sus estudios de
ingeniería, porque aquellas
“lecciones de vida “ convivencia, y amistad
que iba a
recibir estos días
no las podría
recibir en ninguna
otra universidad del
mundo.
http://antoniomarincara.blogspot.com.es
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