Un Majarajá se
hizo a la mar y, al
poco rato , se desató
una gran tormenta.
Uno de los esclavos
de a bordo
comenzó a llorar y a gemir
de miedo, porque era la primera
vez que subía a
un barco. Su llanto
era tan insistente
y prolongado que
toda la tripulación
comenzó irritarse. Y a punto
estuvo el Majarajá
de arrojarlo personalmente
por la borda.
Pero su primer
Consejero, que era
un hombre sabio,
le dijo; No. Dejadme a mí ocuparme
de él. Creo que puedo
curarlo” , Y ordenó a unos
cuantos marineros que
arrojaran a aquel
hombre al mar
atado con una cuerda. En
el momento en
que se vio
en el agua,
el pobre esclavo,
totalmente aterrorizado, se
puso a chillar
y a debatirse
frenéticamente. Al cabo de unos segundos, el
sabio ordenó que lo
izaran a bordo.


No hay comentarios:
Publicar un comentario