solo los necios se quedan mirando el dedo

-Has recorrido una
gran distancia para
venir a asaltarme.
No puedes marcharte
con las manos vacías
-le dijo Ryokan.
Y le dio
toda su ropa
y su manta. El
ladrón, totalmente aturdido,
tomó la ropa
y desapareció. Después que
este salió, el
maestro se sentó
a la puerta
de su casa,
miró hacia el deslumbrante resplandor
de la luna y
pensó:
-¡!Qué pena¡! ¡!Yo hubiera
querido poder darle
esta maravillosa luna
deslumbrante¡!
No hay comentarios:
Publicar un comentario