Castellano para niños marroquíes
No sé si
fue un premio
nobel norteamericano que
dijo aquello de: “Lo
más importante que me
ha pasado en la vida
fue la biblioteca
de mi padre”. El
caso es que
hurgando viejos libros
de la época
tetuaní del protectorado
encuentro ese viejo
libro rezumando años. El
título de varios
libros gramática que
hablaban del interés
que tuvo mi
padre por aprender a
hablar y escribir
el árabe. Entre
ellos estaba el método
para aprender árabe
editado por Ginés Peregrín en
1944. Pero también aparecía
una vieja gramática
para enseñar castellano
a niños marroquíes en el
protectorado. Al igual que R. Torres quiero presentar
ese libro aparecido
como tesoro inestimable
de aquella serie
de libros “marroquíes” editado
en aquellos años entre
1920 y 1970
y que con tanto cariño
conservaba mi padre. Se
titula Método de
lengua española para
niños extranjeros (adaptado especialmente a
los marroquíes). Se trata de
una obra magistral
de enseñanza de
nuestro idioma a los
niños marroquíes que
poblaban las escuelas
de nuestro antiguo protectorado. El autor
es nada más
y nada menos
que Fernando Valderrama Martínez, tetuaní,
al que tuve
el gusto de
conocer en uno de
aquellos encuentros que
tuvimos a principios
de los años
90 en el Florida
Park del retiro
madrileño. En su prólogo
ya nos habla de
ese enamoramiento de Tetuán y
la vida de
aquel Marruecos. “Al pueblo
marroquí, en cuyo país
he nacido y
por cuya cultura
he trabajado y
trabajo con firme y sincero
cariño. Y especialmente
a su infancia, a
esta generación estudiosa de
la que tanto puede
esperarse en el terreno cultural.
Y como símbolo y
representación, a Mohammadi
ben Mohammed ben
Caddur, mi primer
alumno aventajado en la escuela
marroquí de Ismoven (Bocoin), a quien conocí
analfabeto y hoy
es auxiliar de
la escuela marroquí de
Villa Nador, fruto de
su estudio constante y eficaz”.
El pasado octubre,
en Tetuán en la
celebración del centenario
de mi colegio, tuve
el placer de conocer
a Joaquín uno de
aquellos viejos profesores
de castellano en las
kabilas marroquíes que se dejaron
la piel alfabetizando
a tantos niños
marroquíes. Y hay
que tener en
cuenta que la labor de
aquellos enseñantes españoles en
aquel tiempo en Marruecos no consistía
en la imposición de “otra”
lengua, de “otra” cultura
a sus críos, sino en la
lucha contra el
analfabetismo crónico que
padecían las clases
populares en nuestro protectorado. Sin embargo,
la desidia de nuestras
autoridades, su propio analfabetismo
potencial y su
falta de visión de futuro
condenó a la esterilidad
un esfuerzo del que al ver
este libro hoy
me habla de
la frustración de
esfuerzos como fue
el de editarlo
sus autores. Editado en
buen papel y compuestos
con esmero, con letras grandes
y claras, e ilustraciones
sencillas y atractivas
del profesor egipcio
Husain Amin Ibrahim,
los cuatro volúmenes del
método constituyeron en su tiempo,
un material magnífico
para el fin
docente que se perseguía.
Como casi todos
los libros viejos,
el de hoy también esconde en su interior
otros menudos tesorillos. Así, plegado en dos, encontramos un
amarillento oficio o
comunicado de la Delegación de Educación y Cultura,
Inspección de Enseñanza primaria con
fecha 23-3-1948, con el que se
felicita al grupo
escolar Padre Lerchundi de
Tetuán, por la
labor de alfabetización, desarrollada en
la zona. Luego
repartidas entre las
hojas, varias estampas de carácter
religioso. Un “Ecce Panis
Angelorum” un “Consumatum est”
y dos recordatorios de
primera comunión a nombre
de Juan Martínez
y Rafael Notario,
alumnos del colegio
Padre Lechundi, en aquel
remoto Tetuán de 1947.
Yo hice la
primera comunión precisamente
en ese colegio diez años más
tarde. Ciertamente el nombre
del franciscano Padre
Lerchundi es un auténtico pionero
de la expansión
de la lengua
española en el
protectorado y de
la enseñanza del
árabe en toda
la zona del
Anyera.
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