Lecturas filosóficas como
formas de rescatar
los placeres sencillos
y ocultos.

¿Cómo saber elegir
entre las múltiples
formas de escapar al sufrimiento
y a la
frustración entre ideales
tan dispares como
los de los
estoicos y los
de los románticos,
las soluciones de
la ciencia o
las religiones, la influencia
de las tecnologías…?

Contemplación y meditación: Contemplación para
alcanzar amor, que
diría al final San
Ignacio de Loyola: “ un
asomo a la
ventana para explorar
la belleza de
la calle, con sus
gentes, sus prisas,
sus rostros, un
silencio en casa que
desvela los ruidos
armoniosos de la vida, un beso
que por temor se
queda en la comisura
de los labios…”
El ser humano ha
convertido la búsqueda de
la felicidad en un
laberinto al desdeñar lo básico
y convertir lo
sencillo en una
complicación, viene a
decir el italiano
Giuseppe
Scaraffia en el
libro Los grandes
placeres (Edit. Periférica)
o también podemos
encontrar interesantes narraciones
en una treintena
de historias de
aliento reflexivo en
el libro Los
placeres ocultos de
la vida una forma
nueva de recordar
el pasado e
imaginar el futuro
que propone el
autor Zeldin (Edit. Plataforma).

En definitiva: “Amueblar el vacío, Flores, Paseo,
indulgencia, lagrimas…según el filósofo italiano Zeldin...hemos olvidado que
la felicidad no es
un estado de ánimo
edificante, y si la
suma de muchos
pequeños placeres que
crean una atmósfera. Un minuto de atención
para escuchar las
ideas del otro, una
caricia furtiva al
amigo para dar
optimismo en días grises. Hoy en día el
aislamiento de los individuos
a pesar de
las redes y nuevas
tecnologías también se ha
acentuado, y aunque se
proponen formas positivas
de usarlas, hay que
buscar el contacto
real y personal
sin prisas, sin
estrés. Yo disfruto de los
placeres sencillos, de un café
saboreado, de un
paseo compartido con
una buena conversación,
de un buen
libro, de contemplar
un paisaje. Placer también en
investigar, en curiosear lo
variado de la
vida…Como diría Plotino: “el
alma debe ser
entrenada, el hombre
debe tornar la
mirada hacia el
interior de sí
mismo, es el
mejor viaje, donde
habría que encontrar
grandes bienes ocultos
y desconocidos por
nosotros mismos que
son la señal dejada
en el alma
humana por la creación”. Pero
si aún no
se encuentra esa
belleza al interior, deberíamos
hacer, como dirían en
sus libros los filósofos
Scaraffia y Zeldin, un
trabajo más consciente
y paciente semejante
al del escultor. No se
trata tanto de hacer
la vida mejor,
sino de convertirla en
algo más interesante. Contemplación, más
contemplación para alcanzar
amor, recrear la
vista con los
sencillos detalles que
parques, jardines, calles
urbanas, personas
paseando…nos regalan todos
los días. Los filósofos
piden desterrar prejuicios,
vergüenzas y miedos
para evitar la sensación de
haber malgastado la
vida. Quejarse menos y
buscar metas más
emocionantes, arriesgar en
la aventura. Sentir.
Expresar sentimientos interiores. Vivir un
olor que recupera
un paraíso de la
infancia o una
buena noticia de
alguien y decirle
al oído: “Estoy contento…amo
la vida"

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