
-¡Disculpe!- se
excusó el científico- Me han debido dar una
llave equivocada.

De repente la mujer
tocó una cuerda
que provocó su
llanto. Lloraba…lloraba como
un niño; él, precisamente
él que durante
años no había
derramado ni una sola
lágrima. Después ella se incorporó, se
aproximó a él
y acarició sus
cabellos durante unos
instantes, para, a continuación, de forma
mayestática, abandonar la estancia. El
científico se enjugó sus lágrimas y
salió impresionado de la
habitación. Se preparó para
asistir al salón de
actos. Todos los asistentes
esperaban su ponencia
con entusiasmo y
expectación ¿Sería sobre la
energía nuclear? ¿Sería sobre Chernovil y
el peligro de la
radiactividad? ¿Tal vez
sobre el comienzo de
la vida orgánica? ¿O
quizás mejor sobre los agujeros
negros en nuestro
mundo? El hombre quebró
el silencio que
reinaba en la
sala y comenzó a
hablar.

La mayoría de
los científicos, sin poder
salir de su
perplejidad, pensó: “HA PERDIDO
LA CABEZA ¡! Se ha vuelto loco ¡!...pobre loco.”
Y desde aquel
momento dejaron de invitarle
a los
congresos científicos, pero
ya no lo
necesitaba, porque HABÍA
HECHO EL DESCUBRIMIENTO MÁS
IMPORTANTE DE SU
VIDA: LA EXISTENCIA
DE EMOCIONES Y
SENTIMIENTOS.

CUANDO LAS EMOCIONES
ESTÁN BLOQUEADAS Y
NOS PARAPETAMOS TRAS
EL MURO DE LA
APARENTE INDIFERENCIA, SIEMPRE PUEDE
SURGIR ALGUIEN QUE
POR FORTUNA TAÑA
LA CUERDA DEL ARPA DE
NUESTRA ALMA Y
COMIENCEN A FLORECER LOS
MÁS HERMOSOS SENTIMIENTOS.
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