LA MUJER QUE SE ENAMORÓ DE NEPAL :
La notaria del Himalaya
Cuando con
apenas 14 años subí por
primera vez a
la cumbre de
algunas montañas, en Marruecos
y en Sierra
Nevada, acompañado siempre de mis primos
mayores, siempre me
impresionaba el testimonio de
un veterano amigo
de mi primo
que nos decía que
en casi todas
las cumbres los
montañeros dejan instalado
como un buzón
de madera o lata
o materiales nobles, para
que todos los que
suben a aquellas
alturas dejasen escrito los
nombres de las
personas que habían subido
y tras un
tiempo los montañeros
federados, o las
federaciones en sus
publicaciones revistas
o periódicos de
la Federación de
Montañismo mencionaban estos nombres
de “valientes montañeros “ que habían
desafiado a
las alturas y así sus
nombres quedaban inmortalizados asociados
a los nombres
de picos o
bellas montañas que habían
escalado
o subido. Y así
entre los 14
y los 21
años en todas
las montañas que ascendía dejábamos nuestros
nombres en los
buzones instalados por las
respectivas federaciones montañeras,
o también a
veces lo improvisábamos nosotros en
una lata de
conservas o en
una vieja cantimplora. Con esa edad
y perteneciendo al Grupo
Universitario de Montaña
de Granada me tocó
recoger en ocasiones
por encargo de Federico, Gerardo , Matías y
Alfonso grandes guías y
montañeros de la Federación Andaluza de alta montaña datos y “buzonear”
aquellos nombres de
montañeros que habían desafiado
a la altura
y habían tenido
el privilegio de
contemplar aquellos inigualables
horizontes.
Es verdad
que ya de
mayor , supe que
algunos montañeros en
ausencia de estos
buzones o “ llevados de
un espíritu poco
deportivo y muy
comercializado “ empezaban a
mentir aludiendo a gestas
montañeras que nunca
se habían llevado
a cabo.
No hace
mucho me enteré que había
fallecido Elizabewth
Hawley , conocida
mundialmente como la
notaria del Himalaya,
la que daba
fe de haber
subido al lugar más alto
del mundo. Esta periodista
y montañera norteamericana se convirtió
en
la cronista del
Himalaya. Siendo ella la
que tuvo que
homologar muchas de aquellas ascensiones,
no se “ casó “ con
nadie, haciendo un
escrupuloso examen a
los que pretendían “homologar “
dichas hazañas montañeras. Los
que llegaron a conocerla
hablaban de que
casi nunca la habían
visto
sonreír, quizás porque
no se lo podía
permitir
su oficio de notaria
mayor del Himalaya. De
esta forma desenmascaró a muchos y
a otros les
puso la palabra
“dudosa “ en su
ficha montañera o
en su ascensión ,
algo parecido a una
certera descalificación. Era
por tanto la
pesadilla de los
montañeros mentirosos, conscientes
de que iba a
preguntarles con grado
de minuciosidad semejante a
un interrogatorio policía. Su
labor era imprescindible en
este mundo actual de
gloria efímera y
codicia generalizada en
las ascensiones montañeras
comercializadas que en
nada tienen que
ver con el espíritu y
sentimiento de la montaña
y también siendo
conscientes que hay
que desmontar la
falta de a rigor y las
falsedades, desde que el
montañismo de alta
montaña, los 14
miles de la
tierra ya han caído
en
un “producto vendible “ Son muchas
las ocasiones que
las notas de
prensa ocultan la utilización
de las
botellas de oxígeno,
el trabajo de los sherpas
en la ascensión, cuando se aumenta
la envergadura de la escalada , o directamente cuando
descaradamente se miente.
Nos consta a todos los que
llevamos el montañismo
en nuestra historia
personal, que algunos del
club de los
14 ocho miles han
mentido sobre estas
cimas. Y aunque es
posible que vivan
el resto de sus
vidas amargados y con
miedo a ser descubiertos echamos
de menos personajes
que cuidan de
la pureza del
mundo de las montañas
como lo fue
esta mujer conocida
como la cronista
de Himalaya, Elizabeth Hawley ejemplo
de amor a
las montañas y
a la autenticidad
de los que practican ese
bello y hermoso
deporte de horizontes.