Jinetes en los caminos de la vida
Un jinete vio
un día que
un escorpión se introducía
por la garganta
de un hombre
que se encontraba
durmiendo junto a un camino. El
jinete se paró
en seco, se bajó
del caballo y
despertó con el látigo
al hombre dormido
y le obligó a
comer unos excrementos
que había en el suelo. El hombre
chilló de asco y de
dolor.
-¿Por qué me haces
esta faena; que te
he hecho yo
como mal acaso?
El jinete continuaba
azotándolo intensamente y
obligándolo por la
fuerza a comer los
excrementos. Instantes después,
el hombre vomitó
el contenido del estómago
y con el mismo
aquel peligroso escorpión venenoso. Comprendió lo
ocurrido y le
mostró todo su
enorme agradecimiento al jinete
por haberle salvado
la vida. Pero le
preguntó:
-Había que actuar
con mucha rapidez. Si solo te
hubiera despertado, te habrías
paralizado de miedo o habrías escapado
corriendo, y seguramente te
hubieras negado a ingerir
los excrementos de
vaca, que son los
que te han
provocado convulsiones y
evitado que el
escorpión te picara.
Aquel hombre salvado,
agradecido enormemente, le
regaló una sortija. El
jinete se despidió y partió
a galope. No
lejos de allí, dos
aldeanos habían visto desde
la distancia entre
las rocas, lo que
había pasado y
narraron así los
hechos a sus
paisanos montañeses unas
horas después:
Y es que
cuantas veces, por
una falsa interpretación o
por ausencia de discernimiento habremos
sido injustos e
incluso despiadados con los demás ¡Evitemos sacar
conclusiones precipitadas y ser más reflexivos en
los pensamientos, en
nuestras habladurías y
en nuestras acciones!



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