LA
MAGIA DEL CUENTO
Cada
vez que veo
la película “el país
de nunca jamás “
me viene al
recuerdo la imagen
grata de una
buena persona como
fue el gran
sacerdote y educador
Carlos Huelin Benítez sj : “había
una vez un
país donde todo era posible,
un país donde las preguntas
incontestables podían vivir esperando
una respuesta , donde el bueno era
siempre el bueno y
el malo asumía
los papeles negativos.
Carlos Huelin
con sus historias
y cuentos de
Piratas hizo de
nuestro colegio Portaceli
un mar de fantasía…
y con
su rana Robustiana, protagonista de
las eucaristías escolares
donde el sapo
podía convertirse en un príncipe
y hasta el terreno baldío
de los cimientos
de la basílica
podían esconder un tesoro
fabuloso, aunque fuera tierra
prohibida .El país de
nunca jamás, donde
los problemas tenían una solución, mitad mágica , mitad original. Donde todos
los miedos se
objetivaban en el terrible
pirata y ese
pirata malvado era
aniquilado con valor e
ingenio.
Donde los niños
eran los protagonistas
y los animales
del bosque sus aliados. Y donde,
en última instancia se tenía
la certeza de contar
con la intervención
del hada madrina.
Con
demasiada frecuencia pretendemos
que nuestros “locos
bajitos “ razonen de la
misma manera que
lo hacemos nosotros : utilizando el
presente solo como
un paso calculado
hacia el futuro, con
esa urgencia desenfrenada
que nos impide
disfrutar de toda
la maravilla que
nos ofrece cada
minuto de vida. Enfrentamos realidad
y fantasía como
enemigas irreconciliables y les damos
un valor positivo
y negativo , respectivamente :”Perder el
tiempo en imaginaciones
Vanas “ “ ser una persona
absolutamente realista “
Y nos
dejamos arrastrar por
nuestro racionalismo, y vamos
despojando cada situación de sus
ropajes fabulosos, hasta
enfrentarnos con una
estructura huesuda y árida, que
abre un interrogante
que solo se puede
explicar recurriendo a
la imaginación. No sé quién
dijo un
día que a
través de los procedimientos fantásticos
los niños c consiguen entrar
en el mundo de la
realidad por la
ventana, o por
la chimenea como
los magos, en lugar
de hacerlo por
la puerta. Y eso
también resulta mágicamente
emocionante.
Y
es que los
niños tienen la
suerte de vivir en presente. Y precisamente
por eso, pueden
encontrar a través
de los cuentos
una oportunidad que
les ayuda a
irse descubriendo a sí mismos
en el héroe
de la historia. Y
a la vez
dan salida a
un montón de problemas
que les desconciertan, van encontrando
así mismo el sentido de
su propia vida.
Y
nosotros aun empeñados
en hacer una
dicotomía radical entre
lo fantástico y
lo real, no
vamos a tener
más remedio que
cerrar los ojos
a lo que
nos rodea, para
no creer en un
universo de posibilidades ilimitadas,
donde las preguntas
tienen una respuesta
escondida que espera
ser descubierta, donde cada
cosa es lo
que es pero también
lo que podría
ser, donde los problemas
se podrán resolver
si nos decidimos a
sacar partido de la
imaginación, donde los
hombres sean los
protagonistas de las
historias y donde
la confianza incondicional que
alguien ha puesto en
nosotros pueda ser el
motor de nuestro proyecto.
Contar cuentos
es una de las actividades
típicas de los
abuelos. Estos días navideños
me venía al
recuerdo emocional la
figura de mi
abuelo Francisco Cara Fornieles, que en
su sencillez lo
recuerdo en aquellos cuentos
que me contaba
para que el
tiempo se me
hiciera más corto
en aquellas lecciones
de pesca, en el espigón
del puerto de Roquetas de
mar, entre dos
luces, la noche
se echaba encima,
la noche cálida
del verano, con plena
luz sobre las
barcas fondeadas, cañas en
ristre, preparadas con
el cebo y
el anzuelo correspondientes. Otras veces,
con toda la
chiquillería de mis
primos en su casa
de la calle San
José del pueblo
roquetero. Contar cuentos
era una de
las actividades típicas
de los abuelos. Ahora todos
tenemos menos tiempo
para los niños,
incluso los abuelos, . El
cuento era eso… el
país de la fantasía,
el país
de nunca jamás
cuya fantasía desplegada
entera al servicio de
los niños , se
nos transformaba en
un fabuloso regalo de
amor. Los que hemos
tenido la fortuna
de pasar muchas
horas de nuestra infancia saboreando
el filón inagotable
de los cuentos, sentimos
años después en
la enseñanza el
gusanillo de iniciar a
los niños en
la misma aventura. La
magia y que
magia de sus
rostros. Cuando levantamos el telón de
una aventura fantástica,
el auditorio infantil
parece caer bajo
el hechizo y
la hipnosis de
un mago invisible: Los niños
abandonaban sus trepidantes
juegos y actividades,
y eran todo
mirada atenta, mirada
de escucha ,
mirada de estar
viajando ya por
un país eterno. El
país de nunca jamás.
Mi
homenaje esta noche
a contadores de
cuentos, como mi
abuelo, como un
inolvidable educador que
estará siempre en nuestros corazones
como Carlos Huelin y
todos aquellos contadores de cuentos
que también están
en nuestra memoria
emocional y que
con tanta dulzura
y paciencia alumbraron
de estrellas nuestras
noches de verano ,
nuestras clases escolares,
y nuestras tardes
a la orilla
de las playas roqueteras.