RECUERDOS EN TANGER
Las ciudades
más interesantes del
mundo están construidas sobre
ruinas. A fin de
cuentas la historia es
esa piedra sobre
piedra tiempo sobre tiempo
o como
diría Anatol France en uno
de sus grandes
libros “Sobre piedra Inmaculada” .Me
acerqué aquel día a Cabo
Espartel, en una de mis
últimas visitas a Tánger, aprovechando mi
viaje para el
reencuentro en Tetuán con viejos
amigos y viejos
vecinos de nuestra
estancia en la ciudad tetuaní en
las décadas de
los años 50 y
60 del siglo pasado. Era un día esplendido
y además se
esperaba la visita del Rey Mohamed VI a Tánger, y
en concreto a
su palacete en Cabo
Espartel. Esta incidencia me impide
a lo largo del
día ponerme en
contacto telefónico con España. Hacia todavía muy
buena temperatura en Tánger, a
principios de Octubre, y
los hijos adolescentes de mis amigos, aprovecharon para
bañarse en la playa. En
el restaurante a las orillas
de la playa, nos han
servido un tagine de
cordero , para chuparse los dedos.
Allí se
nos incorporó nuestro compañero Larbi de Tetuán y parte de su
familia, entre ellos dos de sus simpáticos nietos,Laila y Mustafa, que nos amenizaron el
final con preciosas tonadillas de canciones
marroquíes. El final de la comida se prolongó con
el recuerdo y la exposición
de montones de recuerdos de
nuestra infancia. Se habló mas de
Tetuán que de Tanger. Pero tambien de
como Tanger, constituia para
nosotros españoles de Tetuán
un pequeño sueño de ciudad abierta
y liberal, llena de
vida y esplendor,que a nuestros ojos infantiles nos deslumbraban con
aquella vitalidad de ciudad internacional
Las principales
avenidas de Tánger, bajaban aquel día
festivo, repletas de gente.
Marruecos es un país
con un
tremendo problema demográfico,
especialmente de mucha gente joven
que buscan empleo, y que llenan
esquinas con puestecillos callejeros
de ventas de marroquinería y
objetos repujados en cuero y
madera. Tánger guarda
en el recuerdo
su esplendor de ciudad internacional, cuando Europa se desgañitaba y
en algunas esquinas
del mundo florecían
paraísos perdidos. Tánger
tiñe aliento de ciudad
vieja.
Tanger, aquel Tanger de nuestra
infancia ha cambiado enormemente. La presión demográfica es
enorme. Barrios apelotonados en las periferias, miles de edificaciones nuevas. Nos paramos ante
el paso del ferrocarril. Hoy, solo
la luz conserva
la misma edad de
entonces. Hay barrios nuevos
que van naciendo. Muy
pocos hablan ahora
castellano en la c ciudad. La huella
española es endeble
y se difumina como
una acuarela. Algunos símbolos
de nuestra presencia allí
(el teatro Cervantes
por ejemplo ).En
el Hafa Café ,
los jóvenes se
fuman un canuto. Tienen la
mirada fija en el
horizonte, donde Europa enseña
sus perfiles.Y ellos sueñan
con su futuro, un
futuro europeo.
Beni Makada
enclave africano que confía mayor
numero de menores
a la emigración. En dos ocasiones el conductor
de unos
autobuses españoles han
tenido que avisar a
la policía por menores que se han
introducido en los
bajos con ánimo de
introducirse clandestinamente
en el transbordador de vuelta
a España. Son menores de unos doce
o diez años.
Posiblemente
Tánger sea la
menos marroquí de las
ciudades marroquíes. Siempre fue
un lugar de
paso y de
encuentro. Por allí desfilaron integrantes de la
beat generación, como William
Burroghs o Allen Ginberg; y allí
estableció su residencia
todo un Paul Bowles (autor de El cielo
protector) Incluso los Rolling Stones d dejaron su
huella. Pero mas allá
de su talante
cosmopolita y abierto,
liberal y misterioso, es también la cuna
o el asentamiento de
maestros de la música
d e Marruecos, como el
cantante Mohamed Serghini
El Arabi, el violinista >Jamal
Eddine Ben Allalñ, o
el laudista Larbi Akrim.
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