“DICHOSO MES
NOVIEMBRE… Y TEMPUS FUGIT POR
SAN ANDRES ”
Cuando ya
hemos hecho un
largo trecho del
camino de la
historia, de nuestra propia
historia personal, la que
a cada uno
nos corresponde hacer
como testimonio de nuestro paso
por esta vida, como
dice la canción
almeriense “al pie
de un árbol sin
fruto, me puse
a considerar, madre
de mi corazón,
que poquitas cosas tiene
quien no tiene
na que dar “
. Noviembre, mes de
nuestros difuntos invita
a ello. Y
es que cuando afrontamos el
otoño de nuestra
existencia, es sin embargo cuando
nos percatamos de que personalmente atesoramos
ya una serie de
recuerdos, frases, libros ,
proverbios de sabiduría, muletillas
intelectuales, películas,
música que hemos ido
eligiendo y cantado en
distintas épocas de
nuestra vida y
que siempre ya nos
acompañan constantemente donde quiera
que vayamos o estemos. Así
es el tiempo,
ese que tenemos la
sensación que se
nos escapa de
los dedos y
las manos cuando
pretendemos retenerlo en
los recuerdos, de
que cualquier tiempo
pasado fue mejor. Tempus
fugit, que diría el
poeta.
Dentro de
esa mochila que hoy me
toca llevar, me
acompañan algunos textos,
frases lapidarias, consejos
de nuestros abuelos,
padres, tíos, amigos,
familiares, y textos
que nos fueron
haciendo a lo
largo de cada
atardecer de nuestras
vidas, los que
nos marcaron y
los que llegamos
a discutir con
nuestros educadores como
las Epístolas morales a
Lucilio, la carta De
mi propia vida( la
que publicó con
tanto éxito Oliver Sacks )
En ese
“equipaje” mochilero de nuestra
memoria emocional entre
otras grandes perlas, y “al pie
de ese árbol sin
fruto almeriense donde me
puse a considerar
“ entresaco la hermosa
carta que le escribía
Seneca a su gran amigo
Lucilio advirtiéndole que
tuviera en cuenta en
su relación con
la muerte, que
“ esta no
siempre nos convocaba
según el censo” ; letras geniales ,
escritas con destreza
y cariño, que
deberíamos repasar ,leer
y meditar cada mañana
al menos unos
minutos para darnos cuenta
realmente, en la
medida de lo posible
, de esa fugacidad
del tiempo, de
este nuestro “deambular por
la vida” .Y es
que ese admirado pensador que
es Sacks escribió
esa admirada y
breve carta de despedida en la que venía a decir que, a
raíz de descubrir
que le quedaban
unos meses de vida, de
pronto se había vuelto
·centrado y clarividente · y
que ya no tenía
tiempo para nada
que fuera “ superfluo”
o superficial , y a
continuación citando entre otras
superficialidades que nos consumen
el tiempo, las
banalidades de una
sociedad que pone
su fuerza en
lo material y
en acumular cosas
que no necesita. No
van ligeros de
equipaje, no.
Cuando llega
la muerte la
gran mayoría de
las personas que
en vida no han
ejercido su vocación
autentica , al
final de sus vidas siente
que la ha
desperdiciado y que ya
irreversiblemente no
tiene margen para
recuperar el tiempo
perdido. Eso dolorosamente estima
Sacks produce en el
moribundo tal angustia
que nos estremece. Sin embargo,
el ser humano que
se ha entregado a
su vocación autentica
y la ha culminado
encuentra razones para
aceptar serenamente la
muerte.
La pregunta
que algunos nos
hacemos cada vez con más
frecuencia a medida que cumplimos
años , tal como
afirma León Lasa,
es la siguiente :¿por qué esperamos
para tener el destello de clarividencia
de sabernos mortales
a que nos
detecten una enfermedad terminal o a
que tengamos un pie en
el otro lado
por fuerza de
los años cumplidos? ¿Por qué reaccionamos
tarde y mal? ¿por qué
no adelantarnos e intentar
vivir el día a día como
nos aconsejan Seneca ,
Sacks o el mismísimo
Gambardella protagonista de
la aclamada película
La Gran Belleza?
Por qué
deberíamos saber que
cuando la sombra
de la Muerte
se anuncia por
una esquina ya no
queda tiempo para
nada. Por tanto ¿por qué no
aprovechar estos años
de manera intensa
sin perdemos en ocupaciones triviales? ¿Por qué esperar
más? Aprovechémoslo, “Carpem diem
“ antes de que “todo en
este mundo nos
sea ajeno”. El periodo
de la vida
en que contamos
con salud, algo de tranquilidad
económica, jubilados de duras
tareas laborales y algo
de ánimo: No
lo despilfarremos. Vivamos cada día con
la ilusión de amar y
querer no solo
el tiempo, sol
y lluvia, día
y noche, sino
los rostros , las
personas y sus
relatos, que siempre son
narraciones emocionales que cuestionan
nuestras propias vivencias
y nos deben
llevar al sentimiento
positivo de amar
la noble y
digna vida humana.
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