¿QUIENES SON
LOS BUENOS, PRIMO ?
Es
la pregunta que
el más pequeño
de mis primos , al
que le doblaba
la edad, solía
lanzar en la
oscuridad de la
sala de cine
cuando empezaba una película, sobre
todo cuando la película
elegida
era de guerra
o de vaqueros y me decía
-
Antonio…
¿Quiénes son
los buenos?
Y cuando creía que
lo había conseguido “educar
“ para
que no molestara
en medio de
aquel silencio en las terrazas
de verano de Roquetas
de Mar recién comenzada
la proyección con
fondo de pipas
y cacahuetes, ocurrió
que comenzó años después
también a
hacerme la “ mismita “ pregunta en
los partidos que
entonces se televisaban en blanco
y negro por
aquella incipiente televisión española,
canal único , de aquellos
años 60
A nadie a
los 18 años ,le
gusta cargar con
el más pequeño de sus
primos. Pero entre
mi madre y
mi tía lo conseguían a
base de insistir.
Lo clásico: “mira que
los tíos, van a
ver a los
abuelos, porque no
te quedas con tu primo
y lo sacas
un rato. Y él
se venía
con nosotros en
aquellas calurosas noches
de verano en
medio de los jóvenes en
la plaza del
pueblo veraniego almeriense
de Roquetas de
Mar. A nadie le
gusta cargar con
su primo pequeño
cuando has quedado con
los amigos para
dar una vuelta
sin rumbo fijo, hablar
de las chicas
del Instituto de
enfrente , el
de las chicas ( era
el final de
los años 60
en Almería cuando
terminábamos el Preu
que nos destinaba
al año siguiente
a la Universidad ). Y ya fuese en
medio de la
oscuridad y silencio
de la película o
en el tenso
partido de futbol
en el café central
del pueblo, su
voz repetitiva rompía
la expectación:
-
Antonio…
¿Quiénes son los malos?
Era una pregunta
que, por lo
visto no terminaría en
mi pensamiento jamás
de encontrar una
respuesta adecuada a
lo largo de mi
vida, sobre todo
cuando pensaba en
aquellas culturas y
personas en las
que se funciona con
el imperativo ético de
que en la
vida hay que
ser bueno, o
al menos intentarlo,
para poder formar
parte del colectivo de
personas que llamamos
normalizado o bien
estructurado.
En cada época de
la historia, estos imperativos
que se habían de seguir son
marcados por aquellos
que detentan el
poder, alcanzado
generalmente por la
fuerza, ya sea
de las armas, del
dinero o de los
votos, incluso de la religión.
Ellos imponen los
criterios de quienes
son los buenos
y quienes los
malos que tratan
de imponer a
la mayoría normalizada
sus usos y
costumbres.
La estrella amarilla
fue un distintivo para
señalar a “los
apestados judíos “ que
en la época nazi,
eran señalados como
los malos que debían
vivir
en guetos provisionales
y a los
que luego había que
exterminar. Nuestra sociedad continuamente
pone etiquetas para
señalar y excluir
cuando nos dividen
en listos y
torpes, los que
nos caen bien
y los que
nos caen mal,
personas buenas y
malas. En la época de Jesús,
la ley
del levítico (13, 1-44) señalaba a
los “apestados leprosos “
que no podían entrar
en las poblaciones : “El que
haya sido declarado enfermo de
lepra andará harapiento
y despeinado, con la barba tapada
y gritando ¡! Impuro ¡!
¡! Impuro ¡! . Mientras le dure la lepra, seguirá impuro, vivirá solo
y tendrá su
morada fuera de
la población” - Jesús
de Nazaret rompió
aquella ley de
tal forma que
cuando sanó a
un leproso, cuenta
el evangelio de Marcos
( 1,40-45) : “ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo:
se tenía que
quedar fuera ,
en el descampado” Pero
aun así… todavía le
buscaban los excluidos,
los marginados, y Jesús
cada vez que
curaba a alguno
de aquellos leprosos… les
rogaba que s e presentasen
ante el sacerdote
para que les
diese “ el certificado
o el pasaporte “
que les permitiese
dejar de ser
excluidos, y pudiesen
integrarse con los
habitantes de su población
y
vivir la vida “
normal” . Eran los “simpapeles
excluidos “ de aquella
época y Jesús
pasó a ser
un excluido “ extramuros “ sin
poder entrar en
las poblaciones para
solidarizarse con ellos.
En aquella maravillosa
película de los
años 60 en nuestra infancia llamada
BEN HUR recuerdo
aun la enorme
impresión que me
produjo ver en
el cine a la madre
y hermana de Ben
Hur
como leprosas, que
no podían acercarse
a nadie. Años después tuve
mi primer contacto
en el sanatorio
de Fontilles en
Alicante y en Abrucena
en Almería con
leprosos reales, algunos de
ellos ya en vías
de
curación que contaban
sus duros años
de exclusión.
Pero todo ello
nos recuerda a
aquel Jesús que
luchó por quitar
“ etiquetas “, especialmente cuando
sus discípulos le
dicen que han
encontrado gente “
que hace milagros, pero …
no en
su nombre “ . O
cuando le sugieren
a Jesús , arrancar la “mala hierba”
que podía “ estropear “
o dañar el
trigo. La respuesta de Jesús es
tajante : dejar ya de ser jueces
para sentenciar quienes
son buenos y
malos. Dicen que Francisco de Asís,
que al principio
en el “ora
et labora “ de
sus monjes , permitió que en el
pequeño huertecillo que
cada uno de
sus frailes mantenía para
plantar una agricultura
de “ supervivencia” con
la que alimentarse
en el crudo
invierno… sin embargo dejasen
un pequeño trozo
de tierra, como
el 10 % de
terreno para… que
creciese allí la
mala hierba, tan
necesaria para el
equilibrio ecológico. Hay un
dicho por ahí que
dice como lema : “Si
Dios hizo las
sombras, fue para
resaltar aún más
la luz “ También la
sombra es necesaria,
como la mala
hierba, pero sobre
todo intentar no
caer en esa tentación
de constituirnos en
voz cantante de
los que se
creen buenos, listos
y triunfadores.
El otro día
fui a ver
una hermosa película que contaba
la hermosa historia
de unas chicas
negras excluidas por
la Nasa en los Estados > Unidos de
aquellos años 60
de nuestra infancia. Y
la voz de
mi primo, aquella
voz infantil y
repetitiva en
la oscuridad del
cine o ante
el partido de televisión
que
tanto me fastidiaba
ante la pandilla
de mis amigos (¿Quiénes son
los buenos, Antonio. ¿Quiénes son
los malos, primo?) se me
cuela todavía hoy
en las entrañas
cuando reflexiono al
atardecer sobre tanta
ley injusta que
excluyen a algunos hombres
de otros y
que aún nos
hacen poner continuamente
“etiquetas “ y “
estrellas de David amarillas “
sobre la piel
de las personas. Y
me trae a
la memoria aquel
bonito poema de Gloria Fuertes que
señalaba las contradicciones de
historias de “ buenos
y malos “ que venía a
decir algo así
como
“Había una
vez un lobito
bueno,
Al que
maltrataban todos los
corderos
Había también un príncipe
malo,
Una
bruja
hermosa y un
pirata honrado
Todas estas cosas había
una
vez,
Cuando
yo
soñaba un mundo
al revés “