AQUEL HOMBRE
QUERIDO Y ADMIRADO: DON
JUAN LOPEZ MARTIN
Tanto mi
madre como mi
abuela paterna me
hablaron en muchas
ocasiones durante mi infancia en
los veranos de Roquetas
de Mar en Almería
de
aquel sacerdote . Éramos según decía
la
abuela “medio familia “,
parientes lejanos. Para mi
madre que lo había
conocido
desde pequeño ya
en la postguerra
en el pueblecito
almeriense de donde
era natural, don
Juan tenia vocación de
sacerdote con apenas
cuatro o cinco
años y contaba ella , mi
madre como , como mientras otros
chavales del pueblo
jugaban a juegos
de peleas o
al balón , él ya
desde pequeño montaba
en la acera
junto al portal
de su casa
pequeños altares donde
se entretenía en “ decir
misa “ y echaba
“ bendiciones “ a toda
la gente que
pasaba por la plaza.
Mi abuela
paterna, Luisa Muyor, que murió
con 102 años,
era prima hermana
de la madre
de un compañero
de este sacerdote
natural también del
pueblecito almeriense de Enix,
don Justo Muyor.
Cuando ambos sacerdotes
coincidían de vacaciones
en Roquetas, iban a
visitar a mi
abuela, y ella
se desvivía por
atenderlos. Y dirigiéndose
a mí todavía niño en medio de mis
juegos junto a
la puerta donde vivía
la
abuela en la mismísima calle
de San
Juan, me
los presentaba y
me los ponía como ejemplo,
como hombres bondadosos , admirados y entregados
a sus tareas
apostólicas haciendo el bien por allí donde
pasaban. Ya adolescente yo, y
en los veranos
de Roquetas, me
preguntaba continuamente si había
ido
a saludarle, o
si me había confesado
con él. O continuamente
buscaba algún pretexto
para que al
venir de vacaciones
fuese a llevarle
algún presente a
su familia y
preguntase por él.
Ya de
mayor, un día coincidí
en la biblioteca
de la Facultad de Teología
de Cartuja en Granada con
don Juan López
Martin. Y tras
darnos un abrazo
y expresar nuestra
alegría por el
reencuentro y preguntarnos
mutuamente por cómo
estaban nuestras familias, charlamos un
buen rato. Recordamos durante
cierto rato los
avatares del pueblo ,
la gente conocida
de Roquetas de Mar,
aquellas playas, aquellos
baños, y me
preguntó por mis amigos adolescentes los
de mi edad,
los que el
sabia mis amigos del
verano del pueblo,
los que habían sido
seminaristas y con los
que jugaba al balón
en
aquellas inmensas planicies junto
a las salinas,
conocidas como las
Algaidas. . Me confesó ser
un gran admirador
de un ilustre
jesuita como el P.
Criado, y que
de pequeño soñaba
con ser jesuita,
pero que desgraciadamente su
presencia era necesaria
para ayudar a
su madre enferma
desde hacía tiempo. Investigador nato, Doctor
en Historia, con
abundantes publicaciones, con
gran curiosidad por
todos los temas históricos
relacionados con
su pueblo Roquetas
y por Almería,
miembro de la
Real Academia de la
Historia, empleó su tiempo
y su paciencia
en profundizar en
muchos e interesantes
temas.
Años después cuando el ejercía como canónigo
archivero de
la catedral, y
formaba parte del
consejo de mantenimiento
y conservación del
conjunto histórico de
la catedral de Almería, único modelo
de catedral fortaleza en la península, para
servir de refugio
a las razzias costeras que los
piratas
berberiscos y los árabes
hacían en
aquel punto del sureste
de la costa mediterránea
, llevándose como esclavos
a los que cogían
o
raptaban y vendiéndolos como
esclavos en los
mercados de Argel
como le ocurrió
al mismo Miguel de Cervantes.
Siendo Don
Juan López Martin, sabedor
de mi interés por
la Historia, me
invitó una tarde a
visitar el archivo
de la torre
de la catedral. Fue
todo un lujo
aquella tarde entera
dedicada a conocer
los pasadizos y
torreones de la
catedral, para mi
totalmente inéditos y
me habló de
sus “joyas “ en
aquel extenso archivo
de legajos y
pergaminos, libros que olían a
rancio, libros encuadernados
en piel y
pergaminos antiguos todos
cuidadosamente ordenados. Me presentó
algunos documentos de un
gran valor emocional
para mí , entre
los que había alguna
carta del jesuita
asesinado en la
guerra civil española Manuel Luque Quintanilla
limosnero popular en Almería
desde casi principios
de siglo , socorredor de
los pobres que Vivian en
las cuevas y también
del
P. Santaella, cartas emotivas
y cartas piadosas .
En
varias ocasiones le
visite en su
casa almeriense de
la calle Álvarez de Castro
y en dichas
ocasiones siempre me
presentó a alguna
persona que luego serían muy
importantes en mis
investigaciones históricas.
Entre ellos recuerdo
cuando me presentó a
aquel anciano, niño
en la guerra
Manolo Román, monaguillo del P. Luque, superviviente
de la misma guerra
civil y más tarde
periodista en la Voz
de Almería y
con el cual
tras muchas tardes
de conversaciones y
paseos hice una
gran amistad.
Al regresar
un día de Sevilla,
hacia el
año 2008 viniendo
en el tren recibí una
llamada del jesuita
Carlos Huelin
que me informó: “Cuento contigo
mañana, pues ha muerto
tu pariente Don
Juan López Martin,
y si te
apetece nos acercamos
a su funeral
en la catedral “.
Me impresionó
el enorme homenaje
de cariño y
respeto que toda la
iglesia almeriense, y
toda la ciudad
de Almería, creyentes y no creyentes le tributó
y le testimonió
a nuestro querido
e inolvidable siempre Don
Juan López Martin
cuando fue llevado
a hombros de
sus compañeros hasta
la cripta por
el claustro de la catedral . Y
me acordé de
aquella frase lapidaria
de mi abuela
Luisa, cuando muy sentenciosamente nos
sermoneaba : “El respeto
es como el
dinero puedes pedirlo pero es mejor ganártelo”. Y
le recuerdo profundamente
siempre que atravieso en
Roquetas la plaza
donde vivió frente
a la Iglesia Don
Juan siempre con
su proceder sencillo,
discreto, cercano, poquito a poco
fue ganándose el
respeto siempre de
todos en sus
quehaceres apostólicos e
investigadores poco a poco y
como una excelente
persona preocupada por
los problemas que vivía
cada
familia conocida .
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