El gran
valor de la
hospitalidad.
Cuenta Yasser
Hareb en una de sus
muchas historias de
la sabiduría del
desierto como en
cierta ocasión “dos hombres
estaban cruzando el
desierto cuando divisaron la
tienda de un beduino
y se acercaron
a él para pedir
abrigo y hospitalidad
en medio de
aquella inclemencia del
calor. Aunque eran unos
desconocidos, fueron recibidos
según manda el
código de conducta de
los nómadas del
desierto, y entonces
se sacrificó un
camello y se
sirvió su carne
en una espléndida
cena con las
mejores ensaladas ,
ciruelas y otros
aderezos y especias. A
la mañana siguiente,
puesto que los
huéspedes continuaban allí,
el beduino mandó
que se sacrificase
otro camello. Los
dos hombres quedaron
asombrados, dijeron que
aun sobraba bastante
carne del día
anterior.
-Seria vergonzoso
ofrecer comida vieja
a los que
son mis huéspedes- se
limitó a responder
el beduino.
Y ya al
t ercer día, los
dos extranjeros despertaron
temprano y decidieron continuar su
viaje. Como el beduino
no estaba en
el poblado de
las tiendas de
campaña, le dejaron
cien dinares a
su mujer, sin dejar
de pedir escusas
y disculpas. Por
no poder esperarlo
a que volviera,
puesto que si
se entretenían mucho allá, el
sol terminaría quemando
demasiado.
Ya llevaban
caminando unas cuatro horas
cuando escucharon una
voz que les
llamaba desde lejos
a sus espaldas. Se
dieron la vuelta
y vieron que
era el beduino,
que tan amablemente
les había hospedado,
que los venía
siguiendo, y en
cuanto los alcanzó
arrojo el dinero
en el suelo
frente a ellos
diciéndoles:
-¡Con lo
bien que yo
os recibí el
otro día ¡ ¿Es
que no tenéis
vergüenza ?
Los extranjeros
, sorprendidos, dijeron
que sin duda
los camellos debían de
valer mucho más
que aquella cantidad,
pero que no
tenían mucho dinero
más para poder
dárselo.
-
No me
refiero a la
cantidad – respondió el beduino- El
desierto acoge a
los beduinos allá
donde vayan, y nunca
nos pide nada
a cambio. Si tuviéramos
que pagar por
ello ¿Cómo podríamos vivir ¿ Recibiros en
mi tienda es
devolver apenas una
pequeña parte de
lo que la
vida nos ha
regalado.
Gran lección la
que recibieron aquellos
dos extranjeros… el desierto
no es estéril
… porque los nómadas saben
ser generosos ,incluso rebuscando
el mayor tesoro
en las profundidades
de las arenas
en los pozos
de los oasis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario