DICEN
QUE LEER ALARGA
LA VIDA:
“EL SOBACO
ILUSTRADO “ Y EL
BUEN ARTE DE
PASEAR LIBROS.
Los
antiguos lo sabían,
un jardín y
una biblioteca son
los espacios para
la felicidad y la calma. Los
libros nos llevan
a viajes y
aventuras que nunca
imaginamos. A mí me
ha ocurrido en
ocasiones estar leyendo
un libro sobre
ciudades, geografía o
historia y de
pronto siguiendo mi
vida normal ver
que hay como
un momento en
donde crees estar
paseando por la
ciudad de tus
lecturas, el tiempo de
tus lecturas, o
con los personajes
de tus lecturas
compartiendo tiempo…
La
primera vez que
viaje a Inglaterra,
recuerdo haberme echado
en la mochila un montón de
libros y autores
ingleses que me
ayudaran a comprender
la mentalidad con
la que iba a
convivir varios meses.
Y uno de
ellos por haber
querido comprender y
entender a los
españoles era Gerard
Brenan, Don Gerardo
como le llamaban en
nuestra alpujarra almeriense
en ese maravilloso
libro titulado “Al
sur de Granada “. Llevar libros
en la mochila,
en la maleta,
en nuestro equipaje… quizás es
como más ligeros
vamos de peso,
pero llenos de ilusión.
Y
ES VERDAD. Porque si
los libros te
enseñan mundos, tú
también debes enseñarle mundo a
tus libros. Así
me ha ocurrido. Las
horas y los
días se comportan de
manera extraña cuando
entran en contacto
con los libros. Los libros nos
sirven como pasadizos
en el tiempo
como agujeros de gusano
en espacio que
nos trasladan a lugares
donde nunca existimos
o nos llevan de
vuelta al tiempo en el
que una vez fuimos
felices. Como se leía en aquel
cuento chino que
nos habla del
pescador que había
pasado un año
en un reino
submarino y al
regresar a su
tierra comprendió que
había transcurrido un siglo. Quien lee
detiene el tiempo
o lo recupera.
Los libros a
veces no solo
nos protegen del
miedo y de
la incertidumbres también
nos proporcionan vocabulario,
pensamiento crítico y entretenimiento. Literalmente nos
aportan años de
vida.
A
mi madre, le sorprendía que
en plena época de exámenes
se
me ocurriera salir
de excursiones montañeras
y para más
inri, echase en
la mochila los
libros de las
materias de las
que pasado “el
puente vacacional “ iba
a tener duros exámenes:
“ ¿Supongo que te llevas
los libros para
pasearlos , Antonio ? Y la
verdad, es que eso…dolía mucho. Y
casi bajando las
escaleras, te entraba
un escalofrío de
arrepentimiento . Y de volverte , mochila al
hombro, al hogar,
reconciliarte de nuevo
con el mundo
del deber, representado
en ese momento
por mi padre
y mi madre, y
preparar el examen… como
Dios manda. Válgame Dios ¡Paseando libros ¡
Aún
recuerdo un compañero
mío, gaditano, que con
ese salero que
les caracteriza, solía
definir a muchas
personas de aquel
entorno universitario granadino
con “motes “ o “iconos
“ que
te “fotografiaban “ plenamente
hasta el alma. Y
recuerdo ahora uno
muy especialmente de uno de
aquellos catedráticos que
acostumbraba a pasear
por el hall
de la facultad
bien leyendo o
bien conversando con un libro
bajo el brazo. Le
definió con el
apelativo de “EL SOBACO
ILUSTRADO” , y con él fue conocido
muy popularmente en
todos los rincones
de la facultad.
Cuando como cada
año veo el barómetro
de lectura, un
estudio que se publica
hacia enero , y veo
las conclusiones de
que casi la
mitad de los
españoles no lee absolutamente nada me
llego a preguntar
¿Cómo serán el día a día de
esas personas que
no leen , vidas sin
libros, vidas vacías …?
O lo que
es lo mismo,
a veces, vidas paseando
libros, de un
sitio “ pa” otro …. Porque hay
que reconocer que
todos, auténticamente todos, los
lectores somos porteadores
de libros, paseadores
de libros, viandantes de
tomos bajo el
brazo, andariegos de
compendios, y con
ellos van nuestros
sueños también . Porque también somos
porteadores de sueños
e ilusiones.
Cargamos con
libros en viajes
cuando sabemos que
no van a
salir de la
maleta. Los arrastramos
por estaciones, vagones, esperas, Hay
libros que llegan a
adquirir la forma
del antebrazo se
moldean debajo de la
axila y si te
despistas terminas duchándote
con ellos, porque
ni sientes que
están ahí. Porque quizás ya…
los llevamos impregnados en la
piel, como esos
tatuajes que por
mucho jabon y
agua que les
eches encima jamás
se te irán
de tu piel… letras
y piel, que
se filtran por
las venas hasta
el pensamiento.
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