“CUANDO SOÑAMOS
UNA CIUDAD:
BUSCANDO AQUEL TANGER “
Me
recreo estos días , post
epifanía de reyes, y
antes de volver
a mis rutinas y cotidianidades aburridas
en leer y
releer un bonito
libro. Lleva por título “UN
CIERTO TANGER “ y
es de Fernando Castillo, y
editado por “Confluencias “ . Quien busque
a Tánger en Tanger, por seguir
con la broma
de Alberti sobre
Roma, no la
encontrará, Y digo “me recreo”
porque todo lo
que concierne a
la literatura de
un tiempo pasado,
un tiempo que
como diría Heráclito “no te
bañaras dos veces
en las aguas
del mismo rio “, en Tánger serían
sus playas, nos apasiona
a todos los
que vivimos y
nacimos en aquella
zona y en
un tiempo muy
concreto , a mediados
del siglo pasado.
De
los muchos Tánger,
que en la
reciente historia hemos
ido leyendo en
los libros y viendo en
las pantallas de cine, el Tánger que
nos recrea Castillo
, nos contagia verdaderamente una
ciudad inexistente ya, pero
que aún se
nos presenta grabada
en nuestro contexto
emocional de la
infancia, ya que nos
hace resucitar o
renacer de las
cenizas de dicha
memoria, la ciudad
oculta por el
paso de los
años, aunque se trate
de una ciudad
literaria. . Al igual que cinematográficamente, recordando
que cuando se
ruda “Casablanca, la
ciudad oculta t ras el
titulo dicen que… era Tánger,
nuestro Tánger, … descríbela otra
vez Sam, digo
Castillo, o Vázquez,
con “La perra
vida de Juanita
Narboni” o el mismísimo Ramon
Buenaventura , o Paul Bowles…o
tantos y tantos
que quedaron fascinados con
aquel Tanger multicultural,
cosmopolita entrañable y
acogedor .
Como
insinúa Castillo “ La
ciudad de los primeros
años del Estatuto Internacional
parecía una combinación de Tetuán, Marsella,
Málaga, Cádiz y Niza, en
la que se a uñaba
lo italiano, lo británico
pasado
por Gibraltar, lo
español, o si se
quiere, lo andaluz,
lo francés, lo portugués,
lo sefardí y
lo marroquí, o
mejor, bereber “
Un
cierto Tanger “ de
Fernando Castillo (Edit.
Confluencias 2019) en donde con
una prosa practica
y cierto gracejo
realiza una aproximación
física histórica y
literaria a esta amada
ciudad Tanger, para los
que alli convivimos
Años
aquellos, los vividos
en Marruecos , que
recordamos como modelo de
apertura a todas las
ideas, llenas de
liberalidad y diversidad: la ciudad
de William Burroughs y
de la Generacion Beat, de
Paul Bowles – el autor
de El cielo
protector- que vivió
el Tan ger bonito
desde 1947 hasta
su muerte en 1999 , cuando ya
la ciudad ”se hundia “
el Tan ger de Angel
Vazquez, cuyo personaje
Juanita narboni ,
una entrañable mujer
hispano hebrea, describe
lo que fue el
Tanger Internacional en
su argot hispano
hebreo << Mira , mi
bueno , gracias a
Dios hemos nacido
en una ciudad
donde no somos
ni del todo
cristianas, ni del todo
judías, ni del
todo moras. Somos lo que quiere
el viento >>
Como
afirma Fernando R. Lafuente,
“para los que
hemos paseado por
la Medina, el
Zoco, las playas,
el puerto, el
aeropuerto, los bares
y el maravilloso
café Haffa, frente al
inmenso océano, Tanger
es como una
inmensa sombra de intermitencias literarias. Ya Ali Bey,
moro vizcaíno, brillante espía
de Godoy, y uno de
los primeros occidentales
en llegar a
la Meca, contaba cómo fue
ese fogonazo de
luz y fascinación y
extrañeza al cruzar el Estre4cho y
encontrarse en otro
mundo, otras costumbres,
otros olores, otras
hablas, todo tan lejos
y tan cerca. Aquí se cuentan las
industrias y andan zas
de espias, la ocupación
española, los
fugitivos oscuros… No , no
es un libro de
viajes, No es el libro de un viajero, sino de
un escritor, es la invención de
una ciudad que, sin
embargo existió, aún existe,
y está esperando
que cada uno de nosotros ,
si vuelve adentrarse
paseando plácidamente con ojos de
niño, con ojos
de curiosidad y
brillo en las
pupilas, adentrándose de nuevo , como
la aventura de nuestra
infancia por el
laberinto de la
medina tetuaní, por sus
callejas y su
ambientes, que la vuelva a
respirar, en sus
olores a yerbabuena
y albahaca, a tomillo
y a perejil,
que la vuelva
a respirar emocionalmente y a “inventar
“ a su
paso.
Quien
busque a Tánger
en Tánger, repito lo
de la broma
de Alberti sobre
Roma, no la
encontrará. Porque Tánger
es tanto como los testimonios
que han quedado de
ella, la que recordamos
en nuestras infancias,
los que fuimos
“pied noir “
nortemarroquinos, y si uno olvida
cierta beatería cosmopolita, cierta
mitología inflada por
el tiempo, acabará
descubriendo entre las páginas de
este bonito libro
de Castillo… “Un cierto
Tánger “
Nadie
se bañará dos
veces en las
aguas del mismo
rio, dijo Heráclito, nosotros
diríamos que “ya no
existen aquellas playas
tangerinas de nuestra infancia “ ….. ya
lo que queda
es una ciudad literaria,
ciudades que no
existen, invisibles, literarias,
intimas , , tal como las definía Ítalo
Calviño. La grandeza de
Castillo es que
nos invita con
la ayuda de
algunas pistas… a encontrar, como el
tiempo de Proudon,
el tiempo perdido,
o los lugares de
la infancia de
Alberti “la arboleda perdida ”, aquellos bulevares, aquellos almacenes
monoprix, aunque parezca que
no, no es
la Tanger aquella, sino
la invención de una
urbe , que sin embargo, existe, aunque sean
recuerdos en nuestras
más tiernas fibras
sensibles de la
infancia.
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