PLAYAS DE NUESTRA INFANCIA...FOTOS DE UN LUGAR Y UN TIEMPO IMBORRABLE EN LA
MEMORIA
Releo en estos días
un bonito libro de IGNACIO JIMENEZ investigador e historiador del pueblo de mis
padres ROQUETAS DE MAR. Este libro con
el precioso título “ DE LA MAR “ donde miro
y remiro fotos y rostros conocidos y queridos de la historia del pueblo de mis antepasados, de toda
familia y también el
pueblo y las
playas de los veranos de mi
infancia
En la misma portada
de este
entrañable libro veo en la foto de aquellos años 20 del siglo
XX ,el rostro entrañable, aun niño de nueve o diez años en el bonito atardecer
del regreso de pescadores de mi tío Francisco Cara de Cara .Son quizás las
fotos más antiguas
que pueda haber
del puerto de Roquetas y
su gente, allá
por los años
20 del siglo XX .Y
entre ellos aparece
como no mi tío
Paco Cara de Cara,
criado allí junto
a la orilla
de la playa , entre
el rompeolas y el cuartelillo
de carabineros, tras las
ruinas del viejo
castillo árabe, que salieron
de su infancia , se
criaron y fortalecieron en aquellas
playas. Hasta que la
guerra de 1936
los sacó a
distintos y lejanos
lugares. Luego ya mayores
volvieron a aquellas playas
y recordaron con nostalgia tiempos
de infancia. Y juventud.
Entonces el
puerto de Roquetas no era aún
puerto, sino un pequeño abrigo
o refugio de
embarcaciones de pesca ( el
verdadero puerto de Roquetas
se hizo hacia
los años 30
y entre los
que ayudaron a
terminarlo , estuvo mi tío bilbaíno
Santi Goicolea, que además introdujo
con otro grupo de
bilbaínos el futbol en
aquella aldea que
entonces eran Roquetas y
su puerto ) lo recordábamos no
hace tanto tiempo
en el bar
de uno de
aquellos testigos, el bar de
Jeromo, donde todavía en
aquellos años se
admiraba a aquel
grupo de bilbaínos que
tras su trabajo
de terminarf aquel
bonito puerto , jugaban como
chiquillos horas y horas
en la explanada
al futbol con aquellas
viejas camisetas del Athletic
que traían de
su Bilbao Eran
los años 30 del
siglo 20 ,
.
Veo fotos
muy antiguas de El puerto de Roquetas donde mi abuelo con
paciencia me enseñó a pescar las tardes noches de aquellos veranos de
mi infancia. Ternura y didáctica
de
mi abuelo, carabinero
y que llegó
a ser alcalde
del pueblo. Testigo especial
como vigilante y carabinero
en noches de
invierno y de
verano. Ellos tuvieron su
cuartelillo de carabineros, donde
se criaron todos
mis tíos y tías
, entre el faro
y el castillo
de Roquetas de
Mar. . Y junto al castillo de las
roquetas el rincón de la playa donde aprendimos a nadar y donde merendábamos
por las tardes y jugábamos interminables horas al balón en la arena. Aquel rincón
bonito
formaba una pequeña
cala limitada por
las rocas o
rompeolas , el dique
del puerto de Roquetas
y el castillo
antiguo junto al
viejo faro.
Allí aprendí
a nadar con
nueve o diez
años, pero es también
el
lugar siniestro donde
estuve casi a
punto de ahogarme ya
con doce o
trece años. Jugábamos horas
interminables a la
pelota en la
arena pero luego…venían los
retos , las apuestas
había que nadar
mar adentro, hasta
divisar la torre
de la iglesia (pueblo adentro) cuya
perspectiva calculo que debían
ser
una brutalidad de
metros. Éramos pequeños aun
y recuerdo una ocasión
donde el
viento hacia más difícil
la
travesía, y el
cansancio vencía por cansancio, los
brazos de un
niño, que agotado casi
extenuado dejo de
nadar, me dio un
calambre que me impedía nadar. Afortunadamente , un
buen nadador como
entonces lo era
ya Juanito González “ el del alcalde”
el hijo de don Fernando, se apercibió de
la gravedad del momento
y me auxilio, y
me dio tranquilidad
hasta llegar extenuado
a la arena. Juramos no
contarlo a los
mayores, especialmente a
mis padres.
Años después conocer
la muerte prematura y
en la mar, de
Juan me produjo
mucha tristeza .El mar
es terrible ,Su belleza
oculta la amenaza
de una muerte
violenta. El agua siempre
esconde el furor
de lo tenebroso cuando se agita.
Cuando uno nada
en mar abierto
nunca debe mirar
abajo. Por eso el
mar es mar
sobre todo cuando no es verano, porque es entonces
cuando se convierte
en playa
Y me
viene el recuerdo en estas tardes calurosas del mes de julio las playas de mi
infancia , las de Tetuán , en el rincón del Medik o en Restinga,( los años
que no tocaba
ir a ver
la familia en Roquetas o
que en Junio
y principios de
Julio aun no habíamos
formalizado el
viaje a la península ) y
casi todos los veranos, ya a
partir de 1959 ,en
julio o en agosto
las playas de la romanilla o junto al faro y el castillo de roquetas, horas de
juegos interminables almacenadas en el registro de la memoria emocional.
Agradezco a Ignacio Jiménez tan espléndido libro DE LA MAR. Y con olor a mar
nos vienen tan maravillosos recuerdos .El
mar siempre es
tan grande que
al viejo o
al niño los
hace iguales. Me viene
a la memoria
mi abuelo, enseñándome a
usar los volantines
y la caña de
pescar, a esperar
su tiempo, entre
dos luces, el
atardecer o el
amanecer. Borges decía que
quien mira el
mar lo ve
por primera vez ,o al
menos así lo
dejó escrito. Y no mentía.
Porque el mar siempre sorprende con
ese asombro contradictorio que
nos procuran las
cosas que creíamos saber.
Como este entrañable rincón playero , de
mis recuerdos de
infancia en aquel
Roquetas de Mar, de
apenas tres mil
habitantes, las playas de
las salinas, de
la romanilla, de la
fabriquilla y los búnkeres
de
la guerra, las
playas de las
roquetas y el castillo,
las playas de
la reserva, luego
de la urba , , lugar y
lugares para recuperar fotografías
de antaño, trozos entrañables de biografías y seres queridos
. No es nostalgia
simplemente es reconstrucción. Dicen que la historia enseña mucho pero que no
tiene alumnos. In a toma tan inmediata como la vida misma, un lenguaje expresivo,
unos rostros concentrados en lo que ven y una
vieja o antigua cámara que observa fascinada una instantánea, un simple
momento. Ya decía Roland Barthes que la videncia del fotógrafo no consiste en ver,
sino en encontrarse allí, en el lugar y el momento adecuado, para inmortalizar
la escena.
Un fotógrafo de
los de antes, en este caso mi padre, y su vieja cámara alemana, adquirida en Tánger,
un trabajo de perspectiva, i casi como los fotógrafos de antaño, con trozos
cariñosos de arte humanista, Trozos y retazos de una autobiografía que miramos
ahora en el atardecer de la vida con la memoria amorosa de aquel momento tan
intensamente vivido
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