lunes, 11 de julio de 2022

 

















PLAYAS DE NUESTRA INFANCIA...FOTOS DE UN LUGAR Y UN TIEMPO IMBORRABLE EN LA MEMORIA

 

                   Releo en estos días un bonito libro de IGNACIO JIMENEZ investigador e historiador del pueblo de mis padres ROQUETAS DE MAR. Este  libro   con  el  precioso  título “ DE LA MAR “  donde  miro y remiro fotos y rostros conocidos y queridos de la historia del pueblo de mis  antepasados, de  toda  familia  y  también el  pueblo  y  las  playas  de los veranos de mi infancia

                  En la misma portada de  este  entrañable  libro  veo en la foto de aquellos años 20 del siglo XX ,el rostro entrañable, aun niño de nueve o diez años en el bonito atardecer del regreso de pescadores de mi tío Francisco Cara de Cara .Son  quizás  las  fotos  más  antiguas  que  pueda  haber  del  puerto de Roquetas  y  su  gente,  allá  por  los  años  20  del  siglo XX .Y  entre  ellos  aparece  como  no  mi  tío Paco  Cara de  Cara,  criado  allí  junto  a  la  orilla  de  la  playa , entre  el  rompeolas  y  el  cuartelillo  de  carabineros, tras  las  ruinas  del  viejo  castillo  árabe, que  salieron  de  su  infancia , se  criaron  y  fortalecieron en  aquellas  playas. Hasta  que  la  guerra  de  1936  los  sacó  a  distintos  y  lejanos  lugares. Luego  ya  mayores  volvieron a  aquellas  playas  y  recordaron  con  nostalgia  tiempos  de  infancia. Y  juventud.  

                   Entonces  el  puerto  de Roquetas  no  era  aún  puerto, sino  un  pequeño  abrigo  o  refugio  de  embarcaciones  de  pesca ( el  verdadero  puerto  de Roquetas  se  hizo  hacia  los  años  30  y  entre  los  que  ayudaron  a  terminarlo , estuvo  mi  tío  bilbaíno Santi  Goicolea, que  además  introdujo  con  otro  grupo de  bilbaínos el  futbol  en  aquella  aldea  que  entonces  eran Roquetas  y  su  puerto ) lo  recordábamos  no  hace  tanto  tiempo  en  el  bar  de  uno  de  aquellos  testigos, el bar de Jeromo,  donde  todavía  en  aquellos  años  se  admiraba  a  aquel  grupo de  bilbaínos  que  tras  su  trabajo  de  terminarf  aquel  bonito  puerto , jugaban  como  chiquillos  horas y  horas  en  la  explanada  al  futbol  con aquellas  viejas  camisetas del  Athletic  que  traían  de  su  Bilbao  Eran  los  años  30 del  siglo  20 , 

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                  Veo  fotos  muy  antiguas  de El puerto de Roquetas donde mi abuelo con paciencia me enseñó a pescar las tardes noches de aquellos veranos  de  mi  infancia. Ternura  y  didáctica  de  mi  abuelo,  carabinero  y  que  llegó  a  ser  alcalde  del  pueblo. Testigo  especial  como  vigilante  y carabinero  en  noches  de  invierno  y  de  verano. Ellos  tuvieron  su  cuartelillo de  carabineros,  donde  se  criaron  todos  mis  tíos  y  tías , entre  el  faro  y  el  castillo  de  Roquetas  de  Mar.  . Y junto al castillo de las roquetas el rincón de la playa donde aprendimos a nadar y donde merendábamos por las tardes y jugábamos interminables horas al balón en la arena.  Aquel  rincón  bonito  formaba  una  pequeña  cala  limitada  por  las  rocas  o  rompeolas  , el  dique  del  puerto  de Roquetas  y  el  castillo  antiguo  junto  al  viejo  faro.

                       Allí  aprendí  a  nadar  con  nueve  o  diez  años,  pero  es  también  el  lugar  siniestro  donde  estuve  casi  a  punto de  ahogarme  ya  con  doce  o  trece  años. Jugábamos  horas  interminables  a  la  pelota  en  la  arena  pero  luego…venían  los  retos ,  las  apuestas  había  que  nadar  mar  adentro,  hasta  divisar  la  torre  de  la  iglesia (pueblo  adentro) cuya  perspectiva  calculo  que  debían  ser  una  brutalidad  de  metros. Éramos  pequeños  aun  y  recuerdo  una  ocasión  donde el  viento  hacia  más  difícil  la  travesía,  y  el  cansancio vencía por cansancio, los  brazos  de  un  niño,  que  agotado casi   extenuado  dejo  de  nadar,  me  dio  un calambre  que  me  impedía  nadar. Afortunadamente ,  un  buen  nadador  como  entonces  lo  era  ya  Juanito González “ el del  alcalde”  el  hijo de don Fernando, se  apercibió de  la gravedad  del  momento  y  me  auxilio, y  me  dio  tranquilidad  hasta  llegar  extenuado  a  la  arena. Juramos  no  contarlo  a  los  mayores,  especialmente  a  mis  padres.

Años  después  conocer  la  muerte  prematura   y  en  la  mar,  de  Juan  me  produjo  mucha  tristeza .El  mar  es  terrible ,Su  belleza   oculta  la  amenaza  de  una  muerte  violenta. El  agua  siempre  esconde  el  furor  de  lo  tenebroso cuando  se  agita. Cuando  uno  nada  en  mar  abierto  nunca  debe  mirar  abajo. Por  eso  el  mar  es  mar  sobre  todo cuando  no  es  verano, porque es  entonces  cuando  se  convierte  en  playa

 

 

                      Y me viene el recuerdo en estas tardes calurosas del mes de julio las playas de mi infancia , las de Tetuán , en el rincón del Medik o en Restinga,( los  años  que  no  tocaba  ir  a  ver  la  familia  en Roquetas o  que  en  Junio  y  principios  de  Julio  aun  no  habíamos  formalizado  el  viaje a  la  península  )  y casi todos los veranos,  ya  a  partir  de  1959  ,en julio o  en   agosto las playas de la romanilla o junto al faro y el castillo de roquetas, horas de juegos interminables almacenadas en el registro de la memoria emocional. Agradezco a Ignacio Jiménez tan espléndido libro DE LA MAR. Y con olor a mar nos vienen tan maravillosos recuerdos .El  mar  siempre  es  tan  grande  que  al  viejo  o  al  niño  los  hace  iguales. Me  viene  a  la  memoria  mi  abuelo,  enseñándome  a  usar  los  volantines  y  la  caña de  pescar,  a  esperar  su  tiempo,  entre  dos  luces,  el  atardecer  o  el  amanecer. Borges  decía  que  quien  mira    el  mar  lo  ve  por  primera  vez  ,o  al  menos  así  lo  dejó  escrito. Y  no  mentía. Porque  el  mar siempre sorprende  con  ese  asombro   contradictorio  que  nos  procuran  las  cosas  que  creíamos saber.

 

Como este entrañable rincón playero , de  mis  recuerdos  de  infancia  en  aquel  Roquetas  de  Mar, de  apenas  tres  mil  habitantes, las  playas  de  las  salinas,  de  la  romanilla, de  la  fabriquilla  y  los  búnkeres  de  la  guerra,  las  playas  de  las  roquetas y  el  castillo,  las  playas  de  la  reserva,  luego  de  la  urba , , lugar  y  lugares  para recuperar fotografías de antaño, trozos entrañables de biografías y seres queridos

                  . No es nostalgia simplemente es reconstrucción. Dicen que la historia enseña mucho pero que no tiene alumnos. In a toma tan inmediata como la vida misma, un lenguaje expresivo, unos rostros concentrados en lo que ven y una  vieja o antigua cámara que observa fascinada una instantánea, un simple momento. Ya decía Roland Barthes que la videncia del fotógrafo no consiste en ver, sino en encontrarse allí, en el lugar y el momento adecuado, para inmortalizar la escena.

                    Un fotógrafo de los de antes, en este caso mi padre, y su vieja cámara alemana, adquirida en Tánger, un trabajo de perspectiva, i casi como los fotógrafos de antaño, con trozos cariñosos de arte humanista, Trozos y retazos de una autobiografía que miramos ahora en el atardecer de la vida con la memoria amorosa de aquel momento tan intensamente vivido

 

 

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