PARA HUIR
DEL LUTO
Leía no
hace mucho unas
declaraciones de Dolores
Redondo, premio Planeta
2016, narradora impresionante
en las que venía a
decir que fue
una niña marcada
por la tragedia
familiar de, ella con
cuatro años, por
haber visto morir
a una hermana
y quedar impresionada
por aquel triste
misterio: “Leía y escribía
para huir del
luto, leyendo no molestaba,
no hacia ruido
y me escapaba
de la tristeza
de casa. De ahí que
utilizara el nombre de uno
de mis
héroes infantiles, el
Jim Hawkins de
La isla del
tesoro porque yo también
me
veía embarcando mas
allá para escapar” Hay
gente dotada a de sensibilidades especiales
para captar también las de los demás
y
cómo puede esos
acontecimientos de la
niñez marcar tu
vida, y ella
como gran narradora
las tiene.
Ahora que
se mete noviembre,
el frio otoño- invierno, ahora
que los días
se acortan y
las noches se hacen largas ,
ahora que encendemos
la chimenea o
la mesa camilla,
son los momentos
de viajar a través de
esas bellas páginas
de literatura, de esos
imponentes libros que
otros han escrito
para nosotros, que
por contextos sociales
hemos quedado bloqueados
para hacer nuestro
viaje ilusionante ,
a bordo como
los hijos de
la mar, pero
bloqueados como
aquella expedición de
aventureros al polo
norte, por los “hielos indestructibles “ de
nuestras obligaciones es
el momento de
hacer ese viaje
literario y sumergirnos
en aquellos horizontes
infinitos de nuestra
imaginación. El que lee
mucho y viaja
mucho sabe mucho y
vive mucho, dice
nuestro gran Cervantes
en el quijote. O también como decía Baudelaire
que “ viajero es
el que parte
por partir” , Si, se
puede hacer de
muchas maneras, con los
pies o con
la imaginación y
las dos formas
de viajar pueden
ser igual de satisfactorias. Que en
este mundo traidor
nada es verdad
ni es mentira…que
todo es del
color de las
gafas y la imaginación
con
que se mira
o se recuerda. .O
de las ganas
que tengamos de
evadirnos de esta
realidad de la
sociedad estresante que
hemos creado. Si estamos
bloqueados, como aquel capitán
en
la expedición al
polo norte, entre
los fríos iceberg
y montañas de
hielo , de una
sociedad falta de
calidez y cercanía, que
nos impiden navegar
por los mares cálidos de
nuestro humanismo cordial no del que
nos hace “lobos
para el hombre”
lobos enloquecidos de
mirada asesina, muertos
de frio ,
por un mundo
frio que les
invita a oler
la sangre y
a ser depredadores
de cualquier descuido
de bondad. Depende de
nuestras ganas de
evadirnos… de distanciarnos de
la lumbre, o
la calidez de
la mesa camilla… pero
sin apartarnos de
una lectura cálida,
como la que hacíamos
cuando
éramos niños,. El hecho
de narrar historias
como Dolores Redondo,
o de leer
esas narraciones forma parte de
lo mas intimo
y característico del ser humano. Podría decirse,
que, a diferencia de
otras conductas, esa afición
se
percibe ya desde
los primeros momentos
de nuestra existencia.
Los niños ansían que
sus padres o
abuelos les narren
historias o cuentos,
y concluidos estos,
insisten en escucharlos
una y otra
vez. Los adultos también deseamos oír historias lo más imaginativas
posibles, y por
esa razón nos
gustas las curiosidades
que la prensa
nos publica. Los samuráis japoneses
gustaban y saboreaban las
historias, curiosidades, anécdotas y
cuentos heredados de
sus antepasados. La abuela
que limpiaba guisantes
al amor de
la lumbre, la
madre que pelaba
patatas en la
cocina, el padre
que remendaba redes
junto a la
barca de pesca,
mi abuelo mientras
me enseñaba a
pescar y entre
dos luces, cercana
ya la noche veraniega,
mientras me enseñaba
a poner el
anzuelo contaban bonitas
historias que nos
dejaban como “un
buen rato emborrachados
y c colocados de ilusiones “ ,
que belleza la
de aquellos momentos
inolvidables en nuestra
memoria emocional.
Viajar leyendo
o viajar sin más puede
ser un buen
escape en estos
tiempos duros y difíciles
que
nos han tocado
vivir.
http://antoniomarincara.blogspot.com.es/
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