“LA MESITA DE NOCHE DE LA VIRGEN MARIA “
MARIA, COMO PRIMERA EDUCADORA EMOCIONAL DE JESUS
(ARTICULO PUBLICADO EN EL Nº 59 DE LA REVISTA JAVIERES /ORGANO DE LA HERMANDAD DE LOS JAVIERES DE SEVILLA )
Reconozco que en la tradición de mi familia, de todo el mobiliario del hogar, las mesitas de noche, eran casi “las piezas más apreciadas “ . Y de ahí , el empeño de mi madre en que siempre las mantuviéramos limpias y ordenadas. A propótito de esto recuerdo lo escrito un dia por el escritor J. Pardo : << las mesitas de noche siempre han existido; la primera mesita de noche se pierde en la noche de los tiempos. Al primero de nuestros antepasados que fabricó una lo han llamado Homo habilis por eso>>
Somos descendientes de aquel homínido que se le ocurrió fabricar una mesita de noche para, justo antes de irse a dormir, poner sobre ella sus utensilios . Quizás entonces no necesitaban tener cajones porque nadie usaba calcetines, ni ropa interior. Ahora es donde ponemos pertenencias como llaves, medicinas , llaveros, pero nos llama la atención el que todas tengan una lamparita. Si , es la última que apagamos antes de cerrar nuestros ojos y penetrar en un profundo descanso. La lamparita es un faro que en lo duro de la noche te permite regresar a un lugar seguro atravesando la negritud de la noche y lo desconocido de tu cuarto de dormir. La luz de la mesita de noche es la luz al principio del tunel. Pero es verdad que siempre recordamos en nuestros recuerdos infantiles aquellas mesitas de noche de nuestras madres .Porque en definitiva el sentido protector que la naturaleza o Dios da a la hembra, a la mujer es casi sagrado. Y ese pequeño mueble, mesita de noche de nuestras madres, es el icono o nos representa el descanso protector de nuestros sueños infantiles
No podemos saber, si el concepto actual de mesita de noche que hoy tenemos estaba vigente entonces, en aquella época, en el hogar de Nazaret hace más de dos mil años. Todos , asociamos actualmente ese concepto de mesita de noche, como mueble auxiliar, a cabecera de cama , donde dejamos nuestros enseres o útiles que vamos a utilizar durante la noche o al amanecer : desde las gafas que hemos utilizado para leer, el libro que nos llevamos a la cama para entretener, o nuestro libro de oraciones para encomendar nuestro descanso y lo que venga al día siguiente, los medicamentos que nos tomamos antes de dormirnos…etc.
En esa memoria infantil que nos hace reflexionar tantas veces al adulto que somos, uno recuerda muchas veces en estos días , aquella austera mesita de noche, haciendo juego con el dormitorio de matrimonio, que mi madre utilizaba. Mesita de noche que casi se convertía en la última lucecita que se apagaba en casa y nos invitaba a todos a descansar: era ella, la madre, la <<incansable >> la que preparaba el desayuno, la que nos preparaba la ropa, la que nos ilusionaba a levantarnos para afrontar el “divertido “ reto de la escuela, la que nos acercaba y recogía a la puerta del colegio, era ella…nuestra incansable e “incombustible “ madre, cuando ya cerraba la luz de su mesita de noche, tras habernos “arremetido “ las mantas por si teníamos frio, o habernos contado algún entretenido cuento que suscitase nuestra imaginación infantil que nos hacía cerrar los ojos con una media sonrisa de lo ilusionante que es la vida . Y ella apagando litúrgicamente las luces de nuestro dormitorio , aún seguía trabajando en los preparativos necesarios para la jornada del día siguiente ( y aunque llevásemos ya los pequeños horas en la cama y mi padre hubiese cogido ya su primer sueño ) solo y únicamente cuando ella cerraba su lucecita de cabecera, era como la invitación seria y definitiva al descanso total. Y en aquella mesita de noche que tantas veces hurgábamos con infantil curiosidad me llega el recuerdo perenne de un rosario, un escapulario, y un pequeño librito de oraciones con que mi madre afrontaba los últimos momentos de su jornada. Aquella luz de mesita de noche que veíamos apagarse a través de las cristaleras de su habitación era casi como el “faro” de casa, el faro de que aquel merecido reposo de “luchadora incansable” que por fin invitaba al silencio y al reposo total.
Estas reflexiones , hechas en varias ocasiones, con mi hermana, adultos ya, testigo como yo de aquel rito luminoso, era nuestro testimonio silencioso y necesario para que luego nosotros ya mayores intentáramos esa seriedad con el mundo de la responsabilidad en el quehacer diario y en el mundo del trabajo, pero también en el crecimiento de nuestra espiritualidad en aquellas ultimas jaculatorias u oraciones, con que oíamos a mi madre despedir el día .
Pensé en estos largos días veraniegos que quizás en la educación emocional y espiritual con que María de Nazaret tuvo que influir con su ejemplo en aquel niño Jesús, aquel lema que siempre teníamos presente en nuestras “ Escuelas de padres “: Los hijos no obedecen; los hijos imitan … Y a continuación imaginé aquella supuesta e imaginada “mesita de noche” de la Virgen María, hecha con todo el cariño por San José, su esposo carpintero “ mobiliario de amor “ con que se inundaría y amueblaría el hogar de Nazaret, de aquella sagrada familia. Y no me cabe la menor duda de aquellos objetos religiosos que María depositaria, junto a la lucecita ( por favor, no eléctrica por supuesto … quizás de aceite de los olivos del mismísimo Getsemaní) depositando su librito de textos de Isaías, su profeta preferido. Y quizás aquel Jesús, todavía tierno infante, mirando con curiosa mirada de niño, lo que leía su madre antes de postrarse para afrontar la noche : y allí en aquellos renglones del venerado profeta Isaías( su profeta preferido; su best seller de lectura ) estaba el espíritu de alegría y esperanza de todo un canto magnifico, el Magníficat, que tan espontáneamente le salió un día porque había sido elegida… porque la mirada de Dios se ha posado sobre su vida, sobre la vida de los sencillos, de los humildes porque es el Dios que escucha a los humildes , a los pobres y sin embargo vuelve su espalda y despide vacíos a los soberbios y prepotentes.
Cuando Jesús fue mayor y atravesaba aquellos campos de Galilea se atreve a decir algo muy parecido a lo que su madre soñó que le había dicho el Señor , inspirado profundamente en Isaías : “ Te doy gracias Padre y Señor del cielo porque escondes estas cosas tan elementales a los sabios y entendidos, y sin embargo se las revelas a la gente sencilla…Si Padre, porque así te ha parecido mejor “ (Mateo 11, 25-26) .
Aquellos renglones y versos de Isaías , depositados en un pequeño librito encima de la mesita de noche de su madre María no quedarían para nunca en el olvido para aquel Jesús de Nazaret casi adolescente , y años más tarde, ya adulto los recitó de nuevo. Jesús convertido ya en hombre de voz recia , segura y casi desafiante, recita aquellos versos de Isaías, saboreados por su madre, y convertido también en canto Magníficat que a él lo ha elegido el Señor ¿Y para que lo ha elegido? Pues como a su madre María: “ Para que dé la buena noticia a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y romper la cadena de los oprimidos, devolver la vista a los ciegos, para vendar los corazones desgarrados y proclamar el año de gracia del Señor “ (Isaías 61,1-2) Y recordando aquella lamparita tímida de aceite encendida hasta altas horas de la noche , alumbrando el hogar de Nazaret reflexiona y enseña Jesús a los que le rodean y le escuchan, refiriéndose a los prepotentes fariseos y saduceos que no quieren aceptar la luz de la fe: “Yo he venido al mundo como luz para que ninguno que cree en mi quede a oscuras. Todavía os queda un rato de luz; caminad mientras tengáis luz, antes que os sorprendan las tinieblas. Porque el que camina en tinieblas no sabe a dónde va; mientras hay luz fiaos de la luz para quedar iluminados “ (Juan 12, 35 /Isaías 6, 9 siguientes.) Y a todos nosotros aquella inspiración que siempre tuvo el corazón y la ternura de María, madre educadora, madre de gracia y amparo protector de Jesús ( y de la humanidad, cuando se lo revela al pie de la cruz al discípulo preferido) nos enseña aquellas profundas palabras que en la noche de nuestros días más duros, nos atrevemos a rezar :”Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos. Mis caminos están por encima de los vuestros y mis planes de vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá , sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que de semilla al sembrador y pan para comer, así también será mi palabra, que sale de mi boca, y nunca volverá vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo…” (Isaías 55; 8-11) .Y de esta lectura salió el “fiat” de María, el “hágase tu voluntad “. Como las últimas palabras de Jesús en la cruz ,y que sin duda María reconoció enseguida como aquel pensamiento que tantas veces con empeño maternal, cercana a aquella su mesita de noche, iluminada con una tenue lucecita de lámpara de aceite , había enseñado a aquel tierno niño Jesús :”Padre a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23,46). Que nuestra reflexión de hoy se vea siempre iluminada por aquella tenue lamparita de aceite del hogar de Nazaret
ANTONIO MARIN CARA / DICIEMBRE 2017
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