“PORTACELI
AL HABLA: DIGAME “
MARIA ROMERO
LOPEZ-IBARRA “MARUJA” LA VOZ Y EL ALMA DE PORTACELI DURANTE MAS DE TREINTA
Y CUATRO AÑOS
Me recibe
con su característica sonrisa
una calurosa tarde
de Julio junto
a su hermana
Nati en su
bonito piso frente
a la basílica
de la Macarena
. Es María Romero
López Ibarra , nuestra querida
“Maruja” , el primer
rostro sonriente y la voz siempre atenta que
nos encontrábamos muchísimos años al
entrar en el
espacioso hall del
Colegio Portaceli , en
el diminuto garito
acristalado en aquella
esquina a mano
izquierda , junto a
la administración del
Colegio, pegada al
teléfono o al
micrófono de los
altavoces conectados a todos
los rincones del colegio
para localizar a quien
fuese urgente y necesario de alguno
de los miembros
de aquella extensísima
comunidad educativa compuesta casi de tres
mil almas, entre
alumnos, profesores, personal
no docente, personal de
mantenimiento…
Se jubiló
en el año
2000 pero todavía hoy,
diecisiete años después
se sorprende en algunas
ocasiones contestando al
teléfono de su
casa con aquella muletilla automática que
empleaba al descolgar
el teléfono colegial:
“Portaceli, dígame “
Fue casi
una casualidad que
entrara en el
colegio. Maruja nació en Sevilla
en la calle
San Hermenegildo; fue bautizada
en Santa Marina y
posteriormente vivió en la calle
Luis Montoto hasta
los 31 años
que ya fue
cuando se trasladó
a vivir a
la Macarena.
Fue
en 1966 cuando
siendo Rector del Colegio
el P. Julio
Martin, le encomendó
a Don José
Almoguera si conocía
a alguna persona
que fuese idónea
para ocupar el
puesto de telefonista
en el colegio
de Portaceli. Don José
Almoguera le consultó aquella entonces casi “urgente
petición “ a su hermana
Carmen , entonces interventora en la Compañía Telefónica, si
conocía a alguna
persona adecuada para dicho puesto
y ella, Carmen Almoguera, recordó
que unos días antes
Maruja algo desilusionada
con su trabajo entonces de dependienta, le
había preguntado si
existía la posibilidad
de trabajar en Telefónica. Fue
al Colegio Portaceli, y allí recibida
por el P.
Julio Martin que
le presentó al
Hermano Serrano y
respondió a varias
pruebas que le
hicieron. Estuvo a prueba
dos meses, tras los
cuales fue aceptada
para el puesto
de telefonista en el
Colegio Portaceli. Aún recuerda al
Hermano Serrano repitiéndole
continuamente:
-
Vd. Limítese solo
a coger el
teléfono…
Eso creía
ella al principio.
Pero no era así y pronto
se vio desbordada
por la realidad,
era una multitud
de funciones que
su puesto de
trabajo llevaba anexo :
tales como acompañar
a quien se perdía en
el colegio, avisar
a los despachos
cuando se cerraba
el colegio al anochecer , preocuparse
de los niños
que sus padres
se retrasaban en
recogerlos, consolar a algún
niño que viniese
con algún problema
familiar, prestarle algún dinero
o cambiarle dinero
para quien se
había olvidado de
traer el bocadillo
del recreo de casa, atender
o limpiar a algún niño
que viniese enfermo
de casa, prepararle alguna manzanilla al que venía mal del estómago, transmitir
mensajes familiares a cualquier
niño, profesor o
empleados no docentes y tratando siempre de localizarlo a través de los altavoces por
aquel entonces extenso
Portaceli que llegaba casi
hasta la pirotecnia,
hasta la basílica
y hasta lo que hoy son jardines de la Bujaira…
Existió el
internado hasta bien
entrados los años
70, lo que
suponía también un
cuidado aparte de
aquellos niños que
se quedaban allí fiestas
y fines de semana :”
Podriamos decir (afirma Maruja
con su gracejo característico y
refiriéndose en general
a los jesuitas
y a algunos
empleados ) que al
finalizar cada jornada
escolar muchos nos
marchábamos a nuestras
casas tras cumplir el horario, pero
otros quedaban en vigilante retaguardia con
el internado de
niños que en
aquella época aun
tenia Portaceli, rotándonos
para dar servicio
continuo a aquella
comunidad educativa. Me
refiero a que si
todos eran nuestros
niños, aun mas
los internos que
nos los dejaban
sus familias para cuidarlos
incluso
estando enfermos en algún
momento “.
Continua recordando
Maruja , aquellos años
de portería y
telefonista en el
colegio Portaceli: “ En
cierta ocasión y
a requerimiento del P.
Marcos Díaz Bertrana, por
petición expresa de
la familia Zerolo,
del Doctor don Tomas
Zerolo, así como
luego del P. Tuto
Méndez, con algún niño venido
de Canarias a
estudiar ( José Manuel y
Tomas Zerolo López) a
Sevilla y con
algún familiar cercano
tuve que hacer
un poco también de
madre, o de
hermana mayor de
algún niño que
se venían a Sevilla para poder estudiar y casi
hubo que improvisar
algún piso de
acogida, y dormir con ellos , acompañarlos en
sus horas libres ,
en sus tareas,
en la cercana
calle de Oscar
Carvallo, aunque comíamos en
el comedor del
colegio. “
Y continua recordando y relatándome Maruja
desde el recuerdo
emocionado : “ Verdaderamente éramos
como una familia.
Y pronto intuí
que a veces
había que tener una
especie de sexto
sentido para detectar
situaciones no previstas o algo tensas,
o improvisar alguna
salida a situaciones bloqueadas.
Recuerdo en algún
momento haber disculpado
el fallo de
agenda de algún
jesuita más “despistadillo”,de los que tenían muchísimos compromisos y
encima no utilizaba la agenda, que
de pronto era requerido
en dos lugares al
mismo tiempo. Por
ejemplo para un retiro
o conferencia en
alguna institución religiosa o
educativa fuera del
colegio , y
ser requerido al
mismo tiempo para
dirigir alguna reunión de
padres de alumnos de Portaceli en
el salón de actos. Como el
don de la ubicuidad
no era posible
había que tener
imaginación y capacidad
de improvisar alguna
salida “digna “ para aquellas
situaciones posibles de
tensión”
Y Maruja sigue recreándose y recordando aquellos años
de principios de la década
de los 70
del siglo pasado : “ Entre
los jesuitas de
agenda “más cargada” , hasta
con tres eventos
al mismo tiempo ,
recuerdo al P.
Carlos Huelin, por
todo lo que
supuso su llegada
a Portaceli, como jesuita
joven dotado de
un carisma excepcional
de liderazgo y creatividad “ .
Y recuerda
también emocionada a
los compañeros de
trabajo y profesores que
la recibieron al
incorporarse a su
trabajo, especialmente a
Juan Carrasquilla Machuca y a
Eleuterio Bautista Fernández que
venia del anterior
colegio Villasis:Palmelia
Delgado, Carmen Palomo y
Flora Tamarit. Los
administradores Pepe Fernández,
luego D. Miguel Galán, la
gobernanta del personal
de limpieza como doña
Carmen. A Rosario Berraquero, , a Vicenta
Ferrer. Al cocinero
Alfonso Chaves, a Jaime
Partida y a Antonio Vázquez Gutiérrez en
la fotocopiadora .A
muchos nombres, a multitud de ellos con el temor de olvidarse de alguno. Había una
enorme familiaridad, se
sentía muy acogida
por todos. A media
mañana subía a
la comunidad y
tomaba su café
o desayunaba de lo que
allí había, otras veces ,
eran el P. Tuto
Méndez o algún
otro jesuita quienes
le sorprendían bajándole
el desayuno a
la misma portería
o recepción. El café
o la bollería,
o los churros
y el chocolate. Eran pequeños
detalles, pero que
hacían colegio y
hacían familia del
colegio.. Y recuerda
la amabilidad de los Hermanos
jesuitas, el Hermano
Escolano, Espuelas, el Hermano
Gil, el Hermano
Cozar con sus
continuas atenciones…
Recuerda y casi
los describe como
si los tuviera
delante rostros, nombres,
apellidos, sonrisas, problemas
de tantísimas familias que diariamente pasaban por
aquella puerta. Recordamos con
mucho cariño , y con el catalogo del colegio en mano, pura
historia colegial a aquellas
familias más numerosas
en aquellos años como
los García de
Alvear ;Los León Molinari; Los
Mora - Figueroa Silos ; Los Sánchez
Ibargüen Esquivias, los Burgos Díaz, los
Arboleda Romero ;los Vazquez
Silva ; los Santamaría Mifsut ,los Pumar López,
los Murube Gallego ; los Cáceres
Salazar y los Cáceres Armendáriz ;los Méndez Benegassi de
Tena, los Plasencia García, ,
Los Torres Jurado; los Calvo
Torres; los Candau del Cid;
los Caballos Cabrera y los
Castell Caballos; los Álvarez
Díaz; Villagrán Núñez; los García
de Castro y los Díaz
de la Serna
Charlo; los Presencio Fernández ; los Cuvillo
Cano; los Gullón Folgado; Los
López Herrero ; Los Marinas
Ponte .
Y se nos hace la lista y la memoria
interminables con Los
Morales Conde y los
Morales Sierra ; Los Muruve
Fernández Piedra, Los Rumbao
Real; los Sánchez Iribarnegaray ; Los Vieira Jiménez Ontiveros; Los Amian
Ocon , los Márquez del Cid y los Núñez Delgado
Roig ;los Osuna González
de Aguilar, los Pérez Deco, los
Alarcón Romero , los Azcona
Recio , los Barón Esquivias ,los Castillo
Domínguez, los García Montes y
alumnos e historias muy especiales muy sentidas en el colegio
como Jiménez Becerril , Camacho Medina, los del Barco
Aumesquet, Villagrán Medina etc. etc.
Entre esas
historias que recuerda de una manera especial
menciona en estos
momentos a Angelito
aquel niño del
trasplante de riñón,
la dolorosa muerte de
Rafael Álvarez Halcón, en
una excursión en
Inglaterra, ajena al colegio pero
que afectaba a esta familia por el parentesco de nuestro querido P. Rafael Halcón . El entierro
del P. Luque
que fue la
manifestación más grande
de toda Sevilla
de dolor, el duelo que más le
impresionó .
También
un acontecimiento positivo
y bonito fue
la llegada de
aquellos maestrillos jóvenes
jesuitas que venían
con tanta ilusión,
maestrillos como Guillermo Rodríguez Izquierdo
, Jacobo Cárdenas,
o Ignacio Núñez
de Castro que trabajaban
en el colegio
y asistían luego
a las clases de
la Universidad de
Sevilla. Recuerda a profesores
como Don Augusto, Don Ángel Pérez
Astudillo, Don Pedro
Arbaizar, la señorita
Morillas, ,Don Carlos Vilches, Don
Pedro Garrido, don José Hernández
Lanau, el Sr
Siles, Don Paulino, Don Rafael
Utrera, innumerables rostros y nombres para acordarse de todos ...los que en
aquellos años compartían sus
horas de trabajo en las
aulas del colegio y a quienes
veía continuamente por
pasillos y patios
del colegio. Recuerda
con cariño al médico del
colegio D. Salvador Morales,
y a nombres
como , D. Rosauro, el Hermano Escolano, El H. Cozar,
El H. Serrano….
El colegio
en aquellos años
, mediados los
60 ( en el
66 cuando empezó
a trabajar) tenía
una vitalidad ensordecedora. Recuerda a algunas
madres voluntarias que
iban como voluntarias a
servir las comidas
a los gratuitos
o a dar
catequesis. El internado,
las clases ,
los deportes, los
campamentos de verano
y las excursiones
a lo largo
del curso, los
montañeros de Santa María, el
judo, luego vendrían los
seises , cuando
la diócesis ya a
finales de los
años 80 le
pidió al colegio ayuda y hacerse cargo
del Colegio Virgen de los Reyes,
y los seises.
Recuerda la actividad
plena en las
fiestas multitudinarias del
colegio, entonces no era solo
un acontecimiento escolar sino
en todo el
barrio de Nervión, que casi
trascendía a toda
Sevilla, con fiestas
con bailes y
plaza de toros, donde
torearon toreros de renombre…
aquello nos desbordaba. Venían incluso
parejas de policías
a vigilar el
orden. Los altavoces no
paraban, había actividad plena. Recuerda también
aquel año que le
invitaron junto a
Juan Carrasquilla a
dar el pregón de las fiestas del colegio, y como las
familias colaboraron en
todo. Fue el
P. José María
Calvo el que en cierta
ocasión hacia finales
de los años
70, la broma con un teatro
radiado a todo
el colegio. Se trataba de retransmitir por
los altavoces el horario
y la rutina
de un día
cualquiera en la
portería del colegio. Nos
reíamos con todas
aquellas ocurrencias de
los PP. Calvo,
Carlos Huelin junto a
Juan Carrasqjuilla que
ya no sabían
que idear con
tal de ver la cara
de felicidad de
los niños. Y digo si lo conseguían…
Recuerda también a
los rectores que
pasaron en aquellos
años por allí desde
Julio Martin, Marcos Díaz
Bertrana, Alejandro Muñoz Priego,
Luis Álvarez Ossorio,
Pedro Jiménez Valdecantos, Luis Felipe
Mendieta
Menciona con
especial cariño las
visitas de los
PP. Generales de los
jesuitas como la
del P. Arrupe en
dos ocasiones 1970
y 1974. La del P.
Kolvenbach hacia el año
1991. Cariñosamente recuerda
a jesuitas como
el P. Parrado, los
PP. Alcalá , el
P. Ríos Lara, y posteriormente la
personalidad y liderazgo de Carlos
Huelin, un todo terreno,
en la maquinaria educativa enorme de Portaceli aquellos inolvidables años.
También menciona el
gran cambio que
supuso en Portaceli acontecimientos como
el concilio Vaticano
II o cuando
los jesuitas dejaron
de llevar sotana o
clerygman, la protesta
de algunos padres
que no llegaron
a admitir este
cambio externo en
la vestimenta de
los jesuitas; el
cambio que supuso la
entrada de las
niñas, al principio
con los preus
o cous mixtos,
donde las niñas
venían a hacer el
curso de orientación
universitario de los
colegios de religiosas
de otros lugares cercanos
y menos cercanos de Nervión y
esto suponía casi
una “revolución “ pues no
estaban acostumbrados a
estudiar juntos chicos
y chicas. El cambio en la ropa y
la vestimenta más atrevida luego en la época de la mini falda de las niñas, los
uniformes escolares, y como la entrada
de las niñas
hacia finales de
los 70 cambió
todo el colorido del
colegio. El colegio hecho
solo para chicos
y hombres se tuvo
que preparar y adaptar
para recibir a
las niñas. Accedieron al
colegio sobre todo
nuevas profesoras y
algunas religiosas como
Tere Molina, Carmen Gutiérrez
o Carmen Borrero. Lo
que ha cambiado
no es tanto
el Colegio, que sí
que
ha cambiado; lo que
verdaderamente ha cambiado es
la sociedad, la
familia, las costumbres
familiares.
Antes de
terminar la entrevista , ya con
su hermana Nati
incorporada y presente a nuestro
café con pastas , echamos
un rato contemplando los álbumes
de fotos, muchas fotos de sus
años en Portaceli,
de su querido
Portaceli, o como dice
ella de su
querido colegio del Inmaculado Corazón de María, porque
con tan buena
gente con tan buen corazón , que a
gusto se trabajaba. Fotos en definitiva llenas
de recuerdos, llenas de alma.
Ahora ya
jubilada , observa el cariño
de tantísimas familias
y sobre todo
alumnos que continuamente
la invitan a
las celebraciones de
bodas de plata,
bodas de oro,
imposición de bandas o
becas y en
alguna ocasión estas
mismas promociones le han rendido
sencillos homenajes que la
han llegado a
emocionar. O también el
saludo continuo por las
calles de antiguos
alumnos que la
reconocen y la
saludan con cariño, y
entre ellos cita
a su actual medico
don Ricardo Pérez
Temprano que la ´´cuida
esmeradamente “.
Es hora de
terminar. Nos despedimos, atardece ya,
el calor deja de castigar y al salir de
su portal una ligera brisa nos acaricia en el contacto con la animada calle. Maruja
se acerca a
misa a la
cercana basílica de su entrañable Virgen
Macarena con el corazón saboreando aun los miles de recuerdos de
Portaceli que acabamos de rememorar.
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