EL PAYASO Y
EL NIÑO
He de
reconocer que en
mi memoria de
infancia tuve siempre
una gran admiración hacia
el mundo del
circo. En aquellos años
de mi infancia
no estábamos tan
contaminados por el
mundo de la
imagen y el espectáculo. La televisión
daba todavía sus tímidos pasos,
el mundo del
cine en color
también. Y en nuestras
casas solo la
radio a determinadas
horas y momentos
nos hacía suscitar
nuestra imaginación de
cómo eran auténticamente los
grandes espectáculos del
mundo de entonces.
Tanto en
mi infancia en
Tetuán, en Marruecos
como también a veces
los largos veraneos
de Roquetas de
Mar y Almería
daban ocasión para
asistir a algún espectáculo
bien
en las ferias
veraniegas como en
distintos momentos en
que el circo
llegaba a la
ciudad . Aquellos pregones
del circo recién llegado
a la ciudad
seguido de una
multitud de críos regocijándonos
en
el mundo fantástico de
las fieras, el trapecio, los equilibristas, los
payasos, los magos y
domadores y finalmente los
payasos. Recuerdo los lugares,
no muy lejanos
de mi casa de Tetuán junto
a la calle
Ahmed Gammia frente
al colegio de
la Alianza israelita
( donde hoy
al cabo de los
años se levanta
una imponente mezquita ) o
la de mis
abuelos en Roquetas de Mar (
junto a
la aduana de
la Algaida o
en la explanada
trasera del castillo
de las roquetas
en Santa Ana , junto a
la playa) o
en la de mis tíos
en Almería ) en la
feria junto al Parque o
en la vaguada
del barrio alto ) donde
lo instalaban y cómo cualquier
pretexto servía para
acercarnos a ver como
por arte de
magia en pocas horas
y minutos surgía una
ciudad de lona
entre aquellos mástiles y aquellos
tubos y maderas y se
levantaba del suelo todo un recinto donde
nos esperaba un
mundo mágico de
ilusiones y diversiones
que intensamente rompía
nuestras expectativas de
sorpresa en sorpresa, y
en poco tiempo
nuestras emociones infantiles saltaban como salidas
de la chistera de
aquellos magos que
no paraban de
sorprendernos.
Y reconozco
que el espectáculo casi
final de los
payasos , tanto para mí
como para mis
amigos de la infancia
era nuestro preferido, el más esperado
desde la ingenuidad y
la ternura de
nuestras edades infantiles .Y
tanto es asi
que luego en
mi adolescencia y
como scout en aquellas
veladas de los
fuegos de campamento
siempre nos las componíamos
para
hacer el numero
del payaso. Y
bien que lo hacíamos, en
medio de la
magia de aquellas
noches campamentales en
torno al fuego
en medio de
la soledad del
monte.
Cuando fui adulto
tuve la suerte de
tener cercano a un
compañero pintor al óleo
, acuarelista , artista , especializado en
hacer… eso !rostros de payasos ¡!. Se había especializado
en ello. Bendita especialización pues
todo su estudio y
su despacho docente
estaba lleno de
rostros de payasos
en multitud de
gestos bien de
sonrisas seductoras o también de
lagrimas compasivas
. Y he
de reconocer que
multitud de veces
le pedí también que
me hiciera tanto
para mi habitación,
como luego para
mi lugar de trabajo, e insaciable pedia
mas, para las aulas
del centro donde impartía mis
clases a los
niños, el cuadro
de un rostro
de payaso. Y me los hizo.Bien
que me los
hizo con una
generosidad admirable. Más de
uno. Y
también he de
reconocer que en
mis distintos traslados
lo primero que
embalaba y acondicionaba
tras el delicado
envoltorio del ordenador
, eran los lienzos
de rostros de
payasos que conmigo
llevaba a todas partes. En
uno de esos
traslados, hubo que
seleccionar. Me quedé
con uno. Era especial.
Pero además atrás tenia
pegado un viejo
papel con un
poema. Diría que muchas
ocasiones aquellos renglones me
sirvieron de tema
de inspiración como oración
o para
una seria reflexión sobre
mi vida o
el momento que vivía,
en aquellos momentos
o tras una
agotadora jornada de
trabajo.
Y siempre tras
el cuadro en
un papel casi
amarillento pegado este
bonito poema que
me recordaba muchas
veces el arte
del payaso para
hacernos esbozar siempre
una sonrisa pero también
de
la crueldad de
las máscaras que
por la vida
muchas ocasiones encontramos.
Y aun lo
conservo ese texto, pegado
por la parte
de atrás del
lienzo , medio rasgado,
amarillento, de años y
años
al que tantas
veces he agradecido
la hondura reflexiva
de su composición
porque te hacia
pensar en temas
profundos de la
vida. En el
duro trance de
pasar de niño a
adulto. Se titulaba… “El payaso
y el niño “ . Y
decía asi
Niño:
Oye ¿Por qué te ríes?
Payaso: ¿Yo?
Si no
me rio. Yo
llevo una mascara. Yo nunca
me rio
Niño: ¿Y
que es una máscara?
Payaso: Cuando
seas mayor lo sabrás: tendrás que ponértela muchas
veces. Los hombres tenemos
un armario lleno
de mascaras. Casi siempre llevamos
una puesta.
Niño: ¿Y yo
llevo ahora alguna
mascara?
(El niño
se echa la
mano a la
cara
Payaso: Tu
no pequeño. Todavía eres
bueno e inocente.
Tus ojos están
limpios Pero algún día te
la pondrás.
Y una criatura
más habrá perdido
su libertad. Y
entonces empezaras a ver
mascaras por todos lados,
y te pondrás
otra, y luego
otra , y dirás
a los demás
que vives tranquilo pero buscarás el
modo de arrancártelas.
Niño: ¿Y tú no
te ríes?
Payaso : Muy pocas
veces. Yo prefiero
la tristeza
Niño: ¿La tristeza?
¿Y qué es
eso?
Payaso :
Otro modo de
ser libres. Los hombres
cuando lloramos perdemos
la esclavitud. Las lágrimas limpian nuestros
ojos. Y entonces vemos
tan claro como cuando
éramos niños
Niño: ¡Jo ¡¡Cuánto
sabes!... Pues oye, yo
sin embargo cuando
lloro veo peor
GRACIAS SIEMPRE POR
ESTE BONITO POEMA
QUE TANTAS VECES
ME HIZO AHONDAR
EN MIS LAGRIMAS
Y EN MIS
DEBILIDADES. GRACIAS SIEMPRE AMIGO
PINTOR… GRACIAS SIEMPRE AMIGO
PAYASO …GRACIAS SIEMPRE NIÑO… EL
NIÑO QUE SIEMPRE
VA CONMIGO, EN
MIS CAMINOS Y
EN MI INTERIOR.
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