“CUANDO UN
DEDO SEÑALA LA
LUNA…” (CUANDO EL HOMBRE
CAMBIÓ LA LUNA
POR EL MOVIL)
Dice el
famoso proverbio oriental
que “Cuando un dedo
señala la luna,
solo los tontos
y los necios
se quedan mirando
el dedo “ . Quizás es
porque el ciudadano
moderno ha perdido
sentido del auténtico
valor de lo
que merece la
pena mirar. Al pisar
el hombre en
1969 la luna,
los políticos de
turno dijeron aquello de “Volveremos” Nadie
lo hizo. Ya
no hay ideales
que conquistar. Se han
quedado en los
letreros luminosos de
las grandes superficies
comerciales y en los anuncios
televisivos tipo flash
para deslumbrarnos instantáneamente. Cuando
en 1970 dejamos
de mirar a
la Luna no fue
para mirar más allá, sino
para mirar al suelo. El
progreso no se detuvo, pero
fue diferente a
como lo habíamos imaginado. Buzz Aldrin,
la segunda persona que
pisó la luna
dijo aquello de :”me
prometisteis colonias en
Marte y en
lugar de eso
tengo Facebook”
Cabe
la duda razonable de
que ahora mismo fuera
posible repetir la
gesta de aquellos
pineros. Nos hemos construido un
mundo virtual y hemos dejado de
mirar a las
estrellas para encorvarnos
sobre nuestras pantallas.
De mi
infancia recuerdo aquellas
noches fresquitas en las
puertas de las
casas del pueblecito
de Roquetas de Mar
en Almería, donde
la gente se quedaba
hasta altas horas
de la madrugada, charlando, conversando, recordando, libres
de radio, televisión,
ruidos y a
aquella conversación se
iban sumando vecinos, amigos, niños
de la calle… y
al amanecer “ nos sorprendía
la luna” . No
tanto, pero si
nos íbamos, pequeños como éramos
, “emborrachados de luna
y estrellas “. Decía la
sobrina de Federico
García Lorca que
una de las
cosas imborrables de
su infancia eran
las noches de
verano en la
Huerta de S. Vicente, a
las afueras de la Granada
de entonces, tiradas
en la hierba
mirando las estrellas
y viendo las
constelaciones con su tío
Federico que les
orientaba y les enseñaba
los nombres de
las constelaciones y
terminaba contándole algún bonito
cuento que les hacía transportarse
a un mundo mágico.
Ahora en
las familias, la
progresiva ausencia de
conversaciones se suma
a una crisis de educación.
Las conversaciones familiares
son útiles porque cumplen una función
: para empezar, enseñan a
los niños cosas
sobre sí mismos
y también cómo comportarse en
sociedad. Conversar es
imaginar con otra
mentalidad, empatizar, disfrutar
de los gestos, del
humor y de
la ironía del
medio de comunicarse que constituye
el intercambio de palabras
e incluso la comunicación
no verbal, miradas ,sonrisas, silencios…Cuando los
adultos se escuchan
durante una conversación están mostrando a los
niños cómo se hace. Son
las conversaciones en
familia las que
enseñan a los niños
que sentirse escuchado
y comprendido es
confortante y agradable.
El papel
que la tecnología juega
en la vida familiar
es muy complicado. Del mismo modo que
en muchos otros
aspectos de la
vida, nos tienta
estar juntos, pero también
separados. Durante la
cena , o
en la casa padres e
hijos encienden sus móviles
uy tabletas. Las conversaciones
que solían producirse
cara a cara
ahora se mantienen en línea. Las familias
dicen algunas que les
gusta “discutir mediante
mensajes de texto,
correos electrónicos y
conversaciones de chat, …
porque eso les
ayuda a expresare con más precisión. Lo
que llaman algunos “pela
por y a través del
mensaje “. Decía Roberta, de 21
años su queja respecto
a su madre, porque publica en
Facebook fotos de las
comidas en casa: “No puedo estar tranquila y
relajarme… pues me coge
de cualquier manera, y
no me da
tiempo a prepararme
para la foto”
Las
conversaciones en el
seno de la
familia son el
campo de entrenamiento de la empatía.
Es un
entorno en el
que sientes el
apoyo de tu familia. Sientes confianza
y seguridad. Para ofrecer
a los niños
estos dones, los
adultos deben estar presentes,
estar en lo
que se habla,
en las reacciones
de los otros, y
por tanto guardar
el teléfono, mirar a
la cara a sus
hijos y escucharlos. Cuando los
medios digitales nos
animan a editarnos a nosotros
mismos hasta conseguir
decir las cosas “bien”,
es muy posible
que perdamos de vista algo
muy importante: las relaciones
no se fortalecen porque
digamos necesariamente algo
en concreto, sino porque estamos
lo bastante implicados en
ellas como para
presentarnos y mantener otra conversación.
En 1969 …el hombre
subió a la luna, y
todos nos pasamos
la noche embobados
mirando por la televisión.
Sin embargo dicen
que la última
misión de Cernan en
la Luna duró tres
días. Apenas durmió. Lo
pasó fuera del módulo,
como un
amante que no quiere que
llegue el amanecer. Él
lo sabía. Era su adiós muy
personal a algo
que no se
iba a repetir
pronto. Su última vez.
Mirando el dedo esforzándonos
por
darle al teclado… al amanecer
nos volvió a
sorprender la luna. Algo
enfadada ella, ya
porque no la mirábamos…
nos quedamos mirando
el dedo o
lo que en
ese momento ilumina.
http://antoniomarincara.blogspot.com.es
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