EL
AUTOCONOCIMIENTO ESCUELA DE
SUPERACION DEL DOLOR
En
su gran obra, La
casa encendida, Luis Rosales
dejó escrito aquello
de que <<
las personas que no conocen
el dolor son
como Iglesias sin
bendecir “ Indudablemente el
dolor, que nadie
quiere, acrisola y
fortalece nuestra sabiduría interior
y nuestra capacidad
de resiliencia en
los momentos difíciles de
la vida el dolor
humano es natural, inexorable,
porque la existencia
es dura y, a veces tenemos que
beber del cáliz
acido de la vida. Así
lo expresa el
doctor E. Fernández
Hinojosa.
Este dolor, incluso
te puede ayudar
a reflexionar y a
crecer. Pero luego
está ese otro
sufrimiento superfluo que
crea la mente,
los miedos, los hábitos inconscientes
que todos portamos
y que son
enormemente peligrosos. Ese sufrimiento
no está al
servicio del crecimiento
interior del hombre,
sino , muy al
contrario, terminan por oscurecerlo
y fracturarlo.
En general
el hombre actual
niega la muerte,
la esconde, hace
como si no
existiese. La gran mayoría de
las personas que
en su vida no han
logrado ejercitar serenamente
su vocación autentica,
al final de sus
vidas, sienten que
la han desperdiciado y
que ya no
tienen margen para
recuperar el tiempo
perdido. Y eso (afirmaba en
unas declaraciones el intensivista del
hospital sevillano Virgen del Rocío al
periodista Sánchez Molini )
produce en el
moribundo una angustia
y una tremenda
ansiedad. Sin embargo, el ser humano
que ha tenido
en esta vida
la suerte de
poder realizarse y
ejercitar la vocación para
la que siente
que ha tenido
un carisma y una genética especial
para haberla ejercido
encuentra razones para
aceptar más serenamente
la muerte. La
ciencia hoy en día no
sabe ni puede
saber que hay
tras la muerte. La
ciencia desconoce completamente que
ocurre tras la
muerte a partir
de la cual
hay narraciones literarias
y religiosas que
pueden ayudar a salir de
la angustia que supone
ese desconocimiento. La
creencia en el más allá
pude ayudar a
las personas creyentes,
pero no ocurre siempre.
Antiguamente existían los tratados del buen morir.
Había una preparación para
la muerte. Se crearon
las hermandades de
madres que preparaban
a sus hijos desde
pequeños en una
espiritualidad para la
buena muerte. De ahí la
devoción del Cristo
de la Buena Muerte, especialmente divulgada
por los jesuitas. . Ese concepto de · buen morir “es
cristiano. La gran ayuda
que da ese enfrentarse
al análisis del
paso de uno por
esta vida, lo
favorece la confesión de
los pecados, sentirnos
escuchados por alguien
que representa a Dios
o a la
humanidad, y es
una manera de redimir
los errores y tranquilizar el
alma.
En general
el autodesconocimiento de uno
mismo provoca mucho sufrimiento
superfluo. . Todo ser humano, desde que
nace, está calibrado por
dos cuestiones fundamentales: su genética
y su cultura. Esto va a
determinar , sobre todo en
los primeros años,
los hábitos interiores de cada cual. Pero hay
una tercera cuestión,
la dimensión consciente, gracias
a la
cual uno es capaz de
afrontar y explorar
los miedos, las
malas palabras que
nos habitan porque
un día nos
las inocularon. Deberiamos “aprender
a desaprender “ todo
aquello que vemos
que nos hace
daño y que no va
en una línea de
positividad. Podemos modelar
ese mundo interior
para afrontar con más
deportividad la vida.
Pero para eso
es importante el
autoconocimiento. La
espiritualidad ignaciana, la metodología
de
los ejercicios espirituales
de Ignacio de
Loyola es un
gran método de
autoconocimiento y desarrollo
de los carismas
interiores que nos
invitan a crecer.
http://antoniomarincara.blogspot.com.es
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