“LO MEJOR
QUE ME HA
PASADO EN LA
VIDA FUE LA BIBLIOTECA
DE MI PADRE “
Lo contaba
el Premio Nobel
de literatura norteamericano,
Toni Morrison .<< le sedujo
el cariño con el que
su padre trataba
los libros almacenados
en una vieja estantería,
guardados en un
recinto de su
casa , en el
que parecía reinar
una gran paz ,
como si fuese un
santuario del silencio >>
Cuenta Aramburu que
en los grandes
escritores o los
grandes profesores de
literatura lo que
cuenta en definitiva son
el cariño y
la delicadeza con
las que los seres
adultos que nos
rodeaban y nos querían
nos
iban introduciendo en la escritura
y la literatura,
el relato y
el cuento, con
el que nos
acompañaban mientras comíamos,
o nos disponíamos a
acostarnos.
Cuenta que de vez
en cuando, a un famoso
escritor le preguntaban
por sus lecturas
tempranas, en concreto
por las que él
consideraba que acaso
le influyeran y le
dejaran huella. Para
salir del paso, el escritor,
que no quería mostrarse descortés, y
al final , el
mismo ve que
no es sincero. Da algún título. Pero
el escritor, cuando se ha quedado
solo, cree que esto
no es así. Rara vez
es así. Aquella noche
el escritor recuerda que se trató más bien de
una larga secuencia
formativa cuyo comienzo acaso
se remontaba a
las canciones que le
cantaba su madre
siendo él un
bebé. A dichas canciones se
sumaron después acertijos, consejos, coplas y
otras golosinas verbales y
literarias capaces de incentivar
en la mente
de un niño ya
una predisposición placentera
hacia los colores,
las formas, los
aromas, los sonidos,
las letras, los relatos,
los cuentos oídos.
Aquella noche,
en los borrosos
recuerdos del escritor (¡ ha
pasado ya tanto
tiempo ¡ ) recuerda aquel
dibujo, junto a un poema
breve, de un
libro de texto . En el
aburrimiento de las
clases, durante las ásperas
lecciones de aritmética y geometría, en
las horas soñolientas
del comienzo de la tarde, el futuro escritor estaba posando su mirada
de niño una
y otra vez
en la Canción del
jinete de.. Un tal Federico García Lorca. La
magia de aquellas
palabras, algo misterioso que
le atraía de
continuo su atención de
ingenuo colegial. Aun no se ha
convertido en lector asiduo. Tal
cosa va a
suceder más tarde,
cuando cambie de colegio, pero
ya ha catado
algo de una
magia llamada poesía.
El escritor
se acuerda aquella
noche con agrado de un
profesor de su
siguiente colegio. Don
Pedro, para más
señas , el que trataba
de los libros con
entusiasmo. Y era aquel
entusiasmo, asociado a un
gozo que se manifestaba con
intensidad en las
facciones del docente lo que
el colegial ambicionaba
para sí, incluso el duro
precio de tener que dedicar
sus
horas libres a
una actividad aislante
como la lectura:
<<
Don Pedro acostumbraba iniciar
sus clases de historia de
la Literatura leyendo
unos pasajes de
Juan Salvador Gaviota, de
Richard Bach. Así de simple,
sin que lo leído en
voz alta tuviera
la más mínima
relación alguna con la lección de
la jornada. Frente a
él, una treintena
de chavales salvajes, silvestres, con las
caras granujientas y los zapatos
embarrados, mojados de los
patios del recreo, que
le armaban continua
bulla. ¿Por qué insiste? ,
se preguntaba aquel
niño … el
futuro escritor ¿No se
da cuenta de que
el libro es
un tostón y los
alumnos andan a
lo suyo y
no les interesa
para nada? Pero… don Pedro
continuaba impertérrito, dale
que dale, y
perseveraba en su
rito diario. Con el
tiempo, la repetición creó
un hábito de escucha en
los alumnos. Aquella lluvia
de sonidos, palabras, entonaciones... no había
caído en tierra impermeable y
con el hábito
llegaron, si no
el interés, al
menos el respeto
y el silencio.
Su viejo
profesor, usaba de otra
estrategia pedagógica. Participaba
a sus alumnos
sus propias lecturas
por la vía de
resumir el argumento
de historias interesantes. Pero
con un truco.
Con su jugosa
picardía Don Pedro
dejaba los finales
en el aire
a fin de espolear
la curiosidad de aquellos
chavales , que ahora
si… le miraban
y sobre todo
le escuchaban aquellos
relatos, aquellas historias
que hablaban de
tesoros escondidos, de aventuras
grandiosas de horizontes… tal cual
lo leía todos
los días que había
soñado…. Juan Salvador
Gaviota. Somos no solo
lo que elegimos,
sino los sonidos,
los cuentos y
los relatos de
las personas que
nos acompañaron y
con delicadeza supieron
relatarnos sus historias.
http://antoniomarincara.blogspot.com.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario