“QUIEN DIGA
QUE AMA A DIOS
, A QUIEN NO
VE Y NO AMA A
SUS HERMANOS A
QUIEN ESTÁ VIENDO ES
UN MENTIROSO”
(1 JUAN
4.21)
EL MONJE
PEREGRINO
HUBO UNA
VEZ UN MONJE
ORIENTAL CUYO SUEÑO
ERA IR A JERUSALEN PARA
ORAR ANTE EL SEPULCRO DEL SEÑOR. FUE
DE ALDEA EN
ALDEA PIDIENDO LIMOSNA
Y, AL CABO
DE UNOS AÑOS , REUNIÓ
LAS TREINTA LIBRAS
NECESARIAS PARA EL
VIAJE. HIZO PENITENCIA,
OBTUVO EL PERMISO DE
SU SUPERIOR Y
PARTIÓ.
APENAS SALIÓ DEL
MONASTERIO, SE ENCONTRÓ CON UN HOMBRE
HARAPIENTO, ESCUALIDO Y T
RISTE. EL HOMBRE
LE PREGUNTÓ:
-
¿A dónde vas,
padre mío?
-
-
Voy en
peregrinación a Jerusalén,
hermano, al santo sepulcro.
Daré tres vueltas
a su alrededor
y me postraré
allí a hacer oración
-
-¿Cuánto
dinero
tienes para eso?
-
Treinta libras-
respondió el monje.
-
Dámelas. Dijo el
hombre-. Tengo mujer
y niños y
tienen hambre. Dámelas, y después vuelve
a tu monasterio.
-
El monje
sacó de la
bolsa las treinta
libras , se las
entregó al pobre, dio tres vueltas
a su alrededor, cayó de rodillas
ante él y enseguida
regresó al monasterio.
Tras la herida
en Pamplona y su posterior
conversión en la
cueva de Manresa,
San Ignacio se
convirtió en peregrino
y llegó a
ir a tierra Santa. Quiso
volver, pero … Ante
una enorme epidemia
de peste el
Papa le dijo
un dia a
Ignacio de Loyola “ Ahora tu
Jerusalén está aquí”
Aquellas palabras del
Papa supusieron para
siempre el cambio
de mentalidad de
Ignacio y especialmente
cuando le vemos
mencionar aquella frase de
su autobiografía “ Hay que
poner mas amor
en las obras
que en las
palabras “
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