LA
SOLEDAD, EL SINTOMA
MAS CRUDO DE LA
CRECIENTE DESHUMANIZACION DE
NUESTRA SOCIEDAD
Comentaba el
otro día con
un amigo, en un
largo paseo que
con cierta periodicidad
hacemos, como prevención
de salud, y
a raíz del último libro
del psiquiatra Rojas
Marcos : “Somos lo que
hablamos “ sobre el
gran valor terapéutico
de la conversación, y la
gran verdad que
ello encerraba. Le
señalaba yo que últimamente en
las grandes ciudades, o en la misma
ciudad de Almeria
o en muchos
pueblos grandes apenas
veo ya aquella
estampa tan costumbrista
en verano de las
gentes tomando el “ fresquito “ de las tardes- noches
del verano , en las
puertas de sus
casas, charlando y hablando,
de temas de
la vida hasta
altas horas de la
madrugada.
Lo recordaba
de mi infancia con
agrado en los veranos
de Roquetas, donde
existía aquella sana costumbre
de que las
gentes sacasen sus
sillas y sillones
a la puerta
y se quedasen
hasta bien entrada
la madrugada hablando
y dialogando sobre
cosas y aspectos
de la vida. Olvidandose de
radio y televisión
entonces muy “en
mantillas “ todavía. Al
menos no rompia
la comunicación familiar. E
incluso los chavales,
los niños participábamos de
aquellas enormes y
divertidas tertulias , con los
sillones en las
pueertas, que a
veces terminaban con divertidos juegos,entretenimientos, karaokes
familiares, acertijos o
cuentos del abuelo.
Ese “hablar terapéutico “ tan
necesario, hoy más
que nunca, en
nuestra comunicación y
nuestras vidas. Yo le
decía a mi
amigo que ya esos “grupos ”
charlando hasta la
madrugada solo lo
observo en dos o
tres barrios almerienses :
Los Almendros – Piedras Redondas
y Regiones devastadas .Barrios humildes.
Curiosamente,
gentes obreras, sencillas , donde todavía
los valores familiares
tienen una jerarquía.
Que alegría da
caminar por las
calles de estos barrios,
cuando cae el
atardecer ,donde la gente
se saluda, y
se pregunta por
el dia, la
salud, la familia, al
que pasa por
delante de la
puerta de tu
domicilio .
La
soledad en nuestro
tiempo suele vivirse
como vergonzante En
consecuencia es una condición
estigmatizaste porque se
asocia al fracaso, tal vez
el pecado más
inconfesable en una
sociedad que rinde
pleitesía al éxito o a la auto
suficiencia a todos
los niveles incluido
el social. “ Para demasiada gente
la soledad es la triste
realidad de la vida
moderna “ dijo Theresa May, la
primera ministra británica
a la vez
que anunciaba en
octubre de 2018
la creación de una
Secretaria de Estado para luchar contra
la soledad, que ya
afecta a nueve
millones de personas
en su país. La
vida moderna ha
transformado nuestra manera de
vivir. En algunos lugares
lo ha hecho
de manera radical, como
en Japón, que ha
dado la espalda a
sus valores tradicionales, basados
en la familia
extensa y en la veneración
por los mayores
en favor de
una dinámica social
ferozmente individualista.
En Japón
hay actualmente cada
año 30 Kodokushi (muertes solitarias) aumenta la
soltería, la natalidad
ha caído en
picado como en
ningún lugar del
mundo. La población envejece
y las consecuencias
son en algunos
casos dramáticas. . La soledad
y la falta de
recursos económicos para
hacer frente a
una vida cada
vez más longeva
están empujando en los últimos
años a cientos de ancianos
japoneses a cometer
delitos menores para
pasar el resto de
sus días en
la cárcel. Pues una
vida en prisión
se contempla como
mejor alternativa que
una existencia solitaria
en libertad y
este tipo de delincuencia
se ha multiplicado
por cuatro en las
dos últimas décadas.
.
Matices avalados por
la Universidad de Stanford
(EE.UU.) muestran que la
soledad está relacionada
con problemas de
sueño, deterioro cognitivo,
demencia , pérdida
de autoestima, depresión y
problemas cardiovasculares.
Los nuevos
modelos familiares, las
dificultades de conciliación
de la
vida laboral y
personal, y la
transformación del mundo rural,
que se ha
ido despoblando hasta
convertir a la
española en una
sociedad eminentemente urbana. En
las grandes ciudades
a pesar de contar
con un entorno
más favorable para
la interacción social,
las personas están más solas y
aisladas , a pesar
de estar rodeadas
de g ente, porque las relaciones
son superficiales. Se tiene
menos tiempo, se hacen
menos cosas en común
y se va
perdiendo ese sentimiento. El individualismo gana
terreno, mientras declinan
instituciones que generaban
en otro tiempo
vínculos como asociaciones,
sindicatos o la
Iglesia. Lo descubrieron los
empleados del atlético de
Madrid, un lunes
por la mañana,
cual “si bulto sospechoso
se tratase “ . Me
imagino que los
servicios sociales se
encargarían de llevarle
al tanatorio, e
indagarían si tenía
familia, y en qué
circunstancias había venido
a ver el
partido del equipo
de su corazón:
Allá por
los comienzos de
los años 80
una noticia me
dejaba impresionado durante
varios días hasta
el punto de
pensar si aquello
era posible que se diera
en nuestra sociedad. Y la daba
un periódico deportivo,
en este caso
el diario Marca “ Un
lunes de febrero
cuando los jugadores
del atlético Madrid
se disponía a
salir al campo para
el correspondiente entrenamiento , en el
viejo estadio Calderón,
los utileros y
empleados del club
descubrieron a un
anciano fallecido el
día anterior, el
Domingo, en el
transcurso de un
partido Es incomprensible que
tras finalizar el
partido, nadie reparara en
el aparente “sueño placido”
de aquel anciano , en
su inmovilidad y
que los empleados
del club al
desalojar el estadio
no repararan en
aquel solitario hombre
perdido en las
gradas del fondo
norte. ¿Había venido solo? ¿Había
venido con alguien
y lo olvidaron? ¿celebró en
la grada con
los que lo
rodeaban los goles ? ¿No
habló con nadie?
¿nadie en medio
de una masa
de más de 45.
000 espectadores había
reparado en él,
en que se quedaba allí
inerte y sin
habla, frio como
un tempano ? Incomprensible misterio
en un lugar
donde la afición
une y se
habla y se
expresa en voz
fuerte vínculos de pasión y
sentimientos.
No hace
muchos años, los
obreros de una
calle del centro de Cádiz, la
calle Columela , descubrían
a través de
un balcón donde
reparaban una cañería,
a una señora
momificada en su
cama , a la que
descubren al mirar
insistentemente por los
cristales ante la
corazonada del pobre
albañil de que
aquella mujer estaba
cadavérica. Llevaba cerca de
cinco años cadáver.
Los vecinos supusieron
que se había
ido a vivir
con una hija
y ya no
la echaron en
falta ni hicieron
más indagaciones. Triste destino. Nadie que
pregunte por uno.
Como si en
vez de una
historia humana fuera
la historia de
una estatua de
piedra.
¿Qué sociedad
hemos creado, tan
preocupada de la
protección y resguardo
de datos que
es incapaz de
ir más allá
de lo que
las “orejeras “ de sus
costumbres rutinarias le
manda ? Lo que
ya denunciara hace
muchos años Konrad
Lorenz en su
libro “los diez
pecados capitales de una humanidad
civilizada “ , algo que
nos debe prevenir
a que nos
conduce esta deshumanización de
la vida de
nuestras ciudades, donde
no hace muchos
años, todavía los vecinos
tomaban juntos en
la puerta el
fresco por las
noches en verano, se comunicaban y
visitaban al que
suponían enfermo, se
relacionaban y se
preocupaban unos por
otros. Recordaba yo hoy
aquella frase del
Génesis , cuando Dios
pregunta a Caín :¿Dónde está
tu hermano?. Y
le respondía Caín,
precisamente con otra
pregunta :¿Acaso soy yo
el guardián de mi
hermano ?
La prensa
contaba que el
juez Joaquín Bosch , dio
la alerta en Twitter: “ Cada vez
me pasa más
como juez de
guardia, encontrarme con
cadáveres de ancianos
que llevan muchos
días muertos . No
sé si
está fallando la
intervención social o los lazos
familiares. Pero algo indica
el tipo de sociedad
hacia el que
nos dirigimos “
En la Europa
del Norte, en la
Europa culta y
del análisis frio
del “raciocinio “ , entre
ellos Suecia, uno de cada
dos habitantes vive
solo . Y uno
de cada cuatro
muere sin compañía. Un
organismo estatal se dedica a buscar a
sus allegados. Muchas
veces no encuentran
ninguno. En el documental “ La teoría
sueca del amor “
Erik Gandini exponía
su crítica a una
sociedad que en
los años 70 ,
se propuso garantizar
la independencia del
individuo. La autosuficiencia. El sociólogo
y filósofo Zygmunt
Bauman aseguraba en él
: “ Los suecos han
perdido las habilidades
de la socialización. Al final de
la independencia no
está la felicidad,
solo está el
vacío de la vida “
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