LOS MANUSCRITOS
DE LA GUERRA
DE TETUÁN
Allá
por octubre de
1859 el general
O´Donnell tras unos
incidentes junto a
Ceuta declaró la
guerra al Sultán
de Tetuán. Cuando los españoles
entraron en Tetuán se
encontraron con varias
sorpresas . Una de
ellas el perfecto castellano
del siglo XVI
que hablaban todos
los descendientes de los sefarditas
expulsados de España
y que recalaron
junto a los
huidos granadinos entre
las montañas del Gorgues
y el Dersa. Pero es
verdad que nada más poner
sus pies las
tropas españolas por
Bab Oukla , la llamada
en castellano “Puerta de
la Reina “ la Academia
de la Historia española de aquel
tiempo cae en la cuenta de que la incursión
militar
puede tener también algún beneficio colateral.
La
Academia recomienda al Gobierno
que varios eruditos
acompañen al ejército español
para rastrear los
bienes de interés cultural
artístico que procedentes
del dominio árabe en
la península pudiesen
estar accesibles por allí.
Fue el
arabista Emilio Lafuente Alcántara
uno de los ilustres
hombres elegidos con
el objetivo esencial
de hallar los
manuscritos arábigos. Al frente
de este grupo
don Emilio llegó a Tetuán .Mientras el ejército avanza
en sus operaciones
sometiendo a las
tribus rebeldes, Emilio Lafuente
visita bibliotecas de tetuaníes
cultos
siguiendo pistas por la
ciudad hasta toparse
con 233 códices
arábigos.
. El arabista Emilio relata
en su catálogo de códices arábigos adquiridos
en Tetuán por e l gobierno de S. m.
alegando que “hay un
rasgo característico de
la raza mora
que contribuye a que s e
conserven y hayan
llegado hasta nosotros
las obras de
antiguos ingenios. Todos los
musulmanes profesan cierta
especie de veneración hacia
los libros antiguos
y aunque no
los cuidan con mucho
esmero, ni parece
que saquen gran provecho
de su lectura, rara vez
se desprenden de
ellos ni los inutilizan”.
No es
que aquellos “ cristianos” sacasen
mucho provecho de aquellos libros,
pero aquellos códices que
forman ahora parte
de la colección de
unos 1.200 manuscritos
árabes que se
conservan en la biblioteca
nacional de España conservados
en un perfecto
estado de conservación
tal como
se encontraron y
adquirieron a varios
tetuaníes eruditos de
la época. Tras casi
ocho siglos de
estancia musulmana en España
no dejaba sin
embargo un mediano
patrimonio libresco arábigo de
una mínima importancia
en términos cuantitativos.
Un
especialista de la
Biblioteca nacional en
temas de manuscritos
como Arsenio Sánchez informaba
no hace mucho
en un taller
en la universidad de Granada sobre
encuadernación mudéjar y
morisca, que en España
aún “ se conservan
6.000 a 7.000
manuscritos originales. Muy poco
en relación a la
que se supone
extensa producción literaria
hispanomusulmana original. .Quizás el
fuego fortuito o
provocado, ha tenido mucho
que ver en
eso. Aquella originaria
plaza de Bib Rambla
del siglo XVI
en las mismas
orillas del rio
Darro (D´ auro romano, rio
de oro) fue testigo
unos meses de
aquel siglo XVI de
la quema publica
de miles de
ejemplares de la espléndida biblioteca
de la cercana
Madraza, la universidad
musulmana , que existía a
pocos metros de allí también al
borde del rio , de ahí
el
nombre de la
plaza bab rambla
o puerta de
las arenas, o
del rio .
El
miedo y el
odio hacia traiciones
e imposición de
signos e iconos
religiosos que arrastraban
fanatismos hizo que
el fuego cristiano
acabasen con aquellos
libros. No olvidemos
que estamos en
el siglo XVI
y las identidades “religiosas “ luchan
por imponerse y
con ellas unas
determinadas culturas e intereses comerciales
y morales.
Y no
olvidemos también que unos siglos antes, las
llamas consumían más
de 400.000 libros
de la gran
biblioteca de Córdoba, pero
en este caso
fuego hermano, musulmanes
contra musulmanes que prendieron la
yesca porque les “diferenciaban matices
morales y religiosos menos
fundamentalistas “
El
siglo XVI era un
momento de dificultad para hablar árabe en
la calle (como quizás actualmente
el castellano en Cataluña ) lo
que provocaba que
los moriscos comenzasen a
usar una mezcla
de árabe y
español que se
reflejó también en
los libros del
momento. Aparecieron posteriormente aquellos
manuscritos aljamiados ,de grafía
árabe pero fonética castellana
o española.
Infiltrado en
las tropas del
general O´Donnell que
luchaban en los
alrededores de Tetuán, iba este
grupo de eruditos españoles
con el liderazgo de
Emilio Lafuente que
llegó a encontrar con
una excelente labor
de búsqueda y
trato respetuoso con
la población (no olvidemos
que las tropas
españolas fueron recibidas
con gran alegría y
hospitalidad por los
nativos tetuaníes pero
muy especialmente por
la población sefardita
que ya estaba
siendo humillada y
castigada por sus
ideas religiosas judías y
muchas sinagogas judías de
la mellah de Tetuán, habían sido
ultrajadas por unos
grupos fanáticos no
controlados por el sultán tetuaní.
Lafuente
encontró códices de origen
marroquí pero muchos
de origen morisco, de
procedencia española, que
llegaron allí t ras su expulsión
de España.
Moriscos son
los musulmanes que, tras
la llegada al
trono de los Reyes Católicos en
1492 tuvieron que
convertirse al cristianismo
o emigrar al
norte de África. Los
que permanecieron en
Granada, muchos de
ellos, en la
intimidad de sus hogares seguían
practicando su f e islámica.
Arsenio Sánchez, gran restaurador
de estos manuscritos, señalaba como,
ante la dificultad de
conseguir sus libros
sagrados, los moriscos,
ya en el
siglo XVI, un siglo después de estar
inventada la imprenta,
se lanzan a
la copia clandestina
y a mano de
sus libros religiosos, que necesitaban
urgentemente para reforzar
su identidad. Esto
les obligaba a
encuadernarlos. Y de esta
necesidad nació la
virtud, creando un modo
original de encuadernación diferente del
cristiano nacido e n el
mester de clerecía, y
la conservación de
los manuscritos en
los claustros de
los monasterios cristianos de
toda Europa. Las tapas seguían
siendo de madera
y las portadas
iban recubiertas con
piel de oveja curtida con
zumaque, pero añadían unas
lazadas que parecen
querer cerrar el
libro a cal y
canto. Arsenio Sánchez se
pregunta qué … ¿Cuántos ejemplares
podía tener una
biblioteca morisca ¿ Pues
apenas tres o
cuatro libros.
Y
con aquella población expulsada
por motivos de
guerra religiosa en
aquel momento “necesario “ para
conservar la unidad
y la identidad
nacional, conciencia tan
lejana a la
que ya a
mediados del siglo
XX la misma
iglesia católica en
su gran asamblea
del Concilio Vaticano
II conquista el
sentido universal de
la libertad religiosa ,
como algo esencial
en los derechos
humanos por encima
de identidades nacionalistas. Aquellos moriscos emigraron
al norte de África
también con sus
pequeñas bibliotecas familiares
que luego Lafuente
compraría, respetuosamente a
los nativos tetuaníes descendientes
de granadinos.
Actualmente estos
manuscritos árabes se
encuentran en la biblioteca
Nacional en Madrid. Llegaron a su destino de
modos diversos. Con la expedición
científica libresca
encabezada por Emilio
Lafuente Alcántara.
Un anécdota
curiosa
es la aportada
por el CSIC (Centro
Superior de Investigaciones científicas )
que aúna la
suya, de 200 ejemplares, gracias al
hallazgo de una habitación clandestina
que un morisco
construyó antes de
la expulsión en
Almonacid de la sierra (Zaragoza, ahora que
la obra de P. Reverte
actualiza la figura
del Cid).
Otra aportación, fue
la de la incorporación de más
de 2000
obras como botín
de un incidente
naval sobre el
barco de Muley Zidan (pariente de
Zinedin Zidan ¿?) entonces sultán
de Marruecos y
que fueron albergadas
entonces en la
biblioteca de El Escorial.
Todo
ello nos hace
pensar en que
en las guerras
también hay hombres
que “no hacen
la guerra” y
luchan por su aportación
modesta
al patrimonio cultural
universal intentando salvar
las obras literarias
y artísticas que
formaran parte de
la historia universal
de la cultura
como aquellas intervenciones c colaterales, que
los británicos tuvieron
en su momento
respecto a Grecia, o también en Egipto,
no olvidemos hoy,
una de las
salas más impresionantes en el
Britih Museum . Una de
las salas mas hermosas
hoy de nuestra
Biblioteca Nacional es
todo un legado
de aquella expedicon
de O´Donnell a
las escaramuzas de
la guerra de Tetuan
que tan brillantemente pintara
también nuestro pintor
Fortuny .
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