NIÑO PERDIDO
Aquel domingo
de feria de
Abril, cuando paseábamos
por entre las
casetas de feria
en Sevilla, la megafonía
de aquel
sector de la
Feria anunciaron que
un niño de
tres años llamado Juanjo
se había perdido. Por
los alrededores de
donde estaba yo
la gente empezó
a preocuparse, se
bajaron los altavoces
de las casetas
de feria para
que la gente
pudiera oír bien
el mensaje. Hubo
unos minutos de
tenso silencio; se ensombreció
la atmosfera como
si una nube
se hubiera instalado de
súbito sobre el ferial.
Había quien se identificaba
con la angustia
de los padres
y con lo hacía con
el indudable terror
de aquel niño
buscando como un
desesperado los rostros
conocidos de sus
padres o sus
abuelos.
Por unos
instantes los recuerdos
me retro trajeron
a la única
vez que recordaba
haberme perdido yo de
pequeño. Como en
esta ocasión también
fue en una
feria, en una aglomeración
de gente, pero yo
era más mayor
casi seis o
siete años y fue
fuera del recinto
de aquella feria
de Almería de
mi infancia. De pronto,
como el niño
que aprende a
nadar quise demostrarle
a mis padres
que podía caminar
sin ir agarrado
de la mano,
con total autonomía
de acción, por aquellas calles
y vericuetos de la
zona cercanas
al puerto, sin necesidad
de mirada protectora
de adulto alguno. Y
lo hice… me adelante
varias esquinas. Pero viendo
la tardanza de mis queridos
adultos o que
aquellos minutos sin
ellos se me
hicieron interminables y
empecé a angustiarme quise
volver al punto
de partida, nervioso,
agitando los brazos, desesperado porque
ya no encontraba
ninguno de aquellos
puntos de referencia. Con
el edificio de
la catedral de Almería de
fondo, y como
referencia algún adulto
me calmó e
hicieron corro conmigo tranquilizándome. Y
ya desde lejos
divisé a mis
padres, que no habían
percibido para nada aquella ausencia
dramática por mi
perdida.
Entre las
casetas de feria de
Sevilla, ahora vivía aquel hecho
real de un
niño perdido por
aparecer. Había quien se identificaba con
la angustia de
los padres y
quien lo hacía
con el terror
del crio. Yo pertenecí
a estos últimos .Me imaginaba
el terror del
niño. Ese sentirse solo en
la vida y la idea
dramática y terrible
de que fuera
para toda la vida.
Imaginando todas las
cosas malas y terribles que
le ocurren a
los niños perdidos
o secuestrados por
hombres malos en
los cuentos.
Mientras me venía a
la mente el
recuerdo de aquella
canción dramática que yo
también había memorizado de pequeño y
que se oía continuamente
por las
ondas de aquella
radio de los
años de mi
infancia, tan presente en
la vida de
las personas de
aquel tiempo, cuando
se hablaba del Ángel
de la guarda
y protector de
la infancia todavía , en
ese valor religioso
de la España
de aquellos años. Y
cantada aquella
canción por Manolo el
malagueño con tanta
pasión que me
parecía auténticamente dramática y
no me echaba
a llorar en
mis tiernos 5
años, de puro milagro
y por supuesto
no quería ni pensar
que un día
me pudiese ocurrir
a mí La letra decía así :
<<Un
domingo de piñata. Un
niñito se perdió Cuando
en la calle
jugaba, vestidito de pierrot. La madre
desesperada , lo busca como
una loca ,corre
y grita de
repente, y con su
nombre en la boca. Va preguntando
a la gente ¿Por
aquí no han
visto un niño , con
cinco años en
flor ? Es mi hijo y
se ha perdido .Mirarme de
dolor rota y el
corazón Y el corazón sin latido.
Me va sangrando en la
boca. Por el
barrio lo buscaron
pero nadie lo encontró.
Iba la noche
avanzando. Y aumentando
su dolor. La madre
tan afligida. No encuentra
remedio humano. Cuando llaman
a la puerta.
y un buen
hombre se presenta con
el niño de
la mano. ¡ya
mi niño apareció ¡ Mira mi emoción
sin freno, ¡Ya mi
niño apareció! Y
hasta el Ángel de la Guarda. Está velando su sueño.
Y nunca
lo desampara.>>
Recordaba también,
que un día
siendo algo mas
mayor, un día del Corpus,
en la Puerta
Purchena, centro neurálgico de Almería, repleta
de multitud de
gente , en el altar
de la custodia,
con mi pariente
roquetero canónigo de
la catedral de
Almería D. Juan López
Martin, presidiendo una
oración, con el altavoz
en mano se
oyó el siguiente
anuncio :<<Atención , Atención,
se ha perdido
un niño de
5 años, que se
llama… Pantaleón Baquero,
y lo están buscando
angustiadamente sus padres. Se
ruega comuniquéis algo
si lo divisáis >> . Por
supuesto se hizo
un tenebroso silencio…luego un
murmullo, cada vez en
aumento , tras el
cual vino la
consiguiente hilaridad : <<
Atención, Atención, se
comunica que el
niño que se
ha perdido, de
cinco años , no
se llama Pantaleón,
queríamos decir que
se llama Indalecio
y que lleva
pantalón vaquero. Perdonen
la confusión >> Tras
el murmullo y
las consiguientes risas,
apareció Indalecito y
hubo un prolongado
rato de aplausos, que
la gente atribuía al paso
de la
santa custodia.
Y volviendo
al escenario de la feria
de Sevilla, también se
anunció por la megafonía
la
aparición del tierno
Juanjo pegando unos
lametones a una
manzana endulzada. La atmosfera
de miedo desapareció rápidamente y
la gente volvió
al baile y al ajetreo
de los finos
y los cantes
por sevillanas. Yo
parado aún con
el matrimonio al
que acompañaba aquella
tarde de feria,
me pregunté cuantas
de aquellas personas
que por un
momento se habían
quedado como la
imagen congelada ante
mi visión, habrían sentido
alivio por los
padres y cuantos
por el niño. O
sea, por mi. Y es
que aún seguimos
llevando un niño
grande dentro de
cada uno de
nosotros, que incluso
se enternece todavía más
en cuanto vemos
los cacharritos y
la noria de una feria.
http://antoniomarincara.blogspot.com.es/
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