“¡TETUÁN…TETUÁN!...
“¡
Cuando te nombro
se me parte
el alma ¡“
En
muchas ocasiones y
de muchas maneras,
cuando nos hemos
reunido “los tetuaníes “
los que nacimos
allí… , bien en la
asociación de la
Medina, o bien
grupos de amigos, hemos
comentado con nostalgia,
que de alguna
forma no hicimos
ese duelo de
abandonar la ciudad,
que no solamente
era abandonar el
sitio físico, el
lugar, sino la
nostalgia de despedirnos
de nuestra infancia, nuestra adolescencia,
nuestros mejores amigos,
los de esa
edad, donde todo se
mitológiza y encontrarnos
de pronto, sin
hacer ninguna clase
de duelo, ni
“digerir” el bofetón
impresionante de todo
un cambio de cultura,
toda una adultez
de golpe, sin
tiempo para ordenarla
en el cerebro,
y lo que
es más importante
en el corazón. Sin
darnos tiempo a
prepararnos, como en
un accidente de tráfico, del
duro y cruel
impacto. No hubo
ni siquiera tiempo
para las lagrimas
como dicen de
la leyenda de Boabdil
abandonando la Granada
de su infancia.
Muchos amigos
de la infancia
me comentaban que
para ellos fue
quizás en verano,
donde sus padres
sin previo aviso,
sin tiempo para
recoger “sus cosas “
, sus cuadernos, sus
libros, sus fotos, sus juguetes, sus
recuerdos, de pronto sus
padres le comunicaban
que ya no
volverían a aquella
su añorada patria
de la infancia… el
Tetuán natal. Y las lágrimas
de la infancia
son enormemente crueles. Quería hoy
traer en otro
sentido traer unas
líneas ,con sentido
de meditación, para
los tetuanís, de siempre, escritas
por Roberto Arlt , en
el libro “TETUAN
CIUDAD DE TODOS
LOS MISTERIOS (Ediciones
universidad de Granada 1992) y en donde
quizás todos los
que vivimos “aquella patria
de la infancia
tetuaní” nos veamos
un poco reflejados en
tan breves líneas:
“
Cuando todo estuvo
empaquetado y comprendí
que tenía que
salir de Tetuán, partir siempre,
una tristeza horrible
entró en mi
corazón.
¡Irse de Tetuán ¡…de la
ciudad de la
luna. De la ciudad
de los mil
colores, de las catacumbas
celestes… Entonces comprendí la justeza de
las palabras de
mi amigo, el novelista
de la Vega:
-
Es mejor
que se vaya, porque
si no se
va a enredar aquí.
-
-¡Tetuán…
Tetuán! Cuando te nombro se
me parte el
alma. La ciudad
más linda del
mundo. La ciudad
que nadie conoce. Que
nadie nombra. La
ciudad cuyas calles
son catacumbas celestes. Cuyos hombres
os sonríen con
amabilidad. Laberintos, arcos
encalados, ventanillos enrejados al borde
de toscos tragaluces,
donde asoma su
cabeza un gato
o el viento hace
temblar las hierbas . Cuando todo estuvo
empaquetado… De todas las
ciudades he partido contento, alborozado,
por lo que
esperaba conocer, pero cuando
Salí de Tetuán, tuve que morderme
los labios para
no dejar escapar las
lagrimas. Y cuando
llegué a Ceuta,
y me apoyé
en el puente
y miré las montañas
de África, que no
vería mas, sufrí
tan atrozmente que la gente
que pasaba volvía
toda la cabeza
para mirarme. Y es
que estaba mordiéndome
para no llorar “
Personalmente recuerdo que
siendo prácticamente un
adolescente tardé algo
mas y solo
rompi a llorar
interiormente (el orgullo adolescente
me impedía lo
contrario) al salir
a la cubierta
del transbordador Virgen de Africa y
contemplar la montaña
de la mujer
dormida creyendo que
seria por ultima
vez en mi
vida.
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