ESCRIBIR ES
AMASAR Y AMASAR
CADA DIA NOS LLEVA
A ESCRIBIR
De
moda estos días, acudo a
la proyección de la película
“Mi panadería en Brooklyn “ con entrañables y
divertidas escenas, y
no hace mucho
triunfaba también en las carteleras
“Una pastelería en Tokio
“ . Parecen estar de
moda el buen
ambiente y el
buen “rollito” ( que dicen
los jóvenes ) de los
obradores, donde se cuece
y se amasan
los productos de
panadería y pastelería que
degustamos o nos
endulzan cada día.
Pedimos los
cristianos en nuestra
oración al Padre
eterno el “pan
nuestro de cada día
“ Y los
cristianos en la
eucaristía reconocemos a
Cristo “al partir
el pan “.
Mi padre emigró
lejos de su
Roquetas de Mar
para buscar su
futuro lejos de
aquellas sus queridas
playas. Al principio, en aquel
Tetuán capital del
protectorado comenzó siendo
aprendiz de imprenta
cuando apenas era
un niño. Luego más tarde,
quizás viendo que
aquello no le
sacaba de sus
minimas necesidades económicas ,
junto con su
hermano José decidieron
montar una panadería
en Tetuán. Si, fue panadero
y cada día
en su panadería
tetuaní hacia un
rito del preparar
las masas y
las levaduras antes
de ponerse a
amasar. Se concentraba de
tal forma que
en ese momento
no se le
podía hablar. Calculaba, ingredientes,
cantidad de harina, agua, tiempos de
fermentación, tiempos de cocción y
se ponía a
amasar. Por lo que
sé de su historia personal
y lo que le decían
las buenas gentes,
triunfó en esa
vocación adquirida en
los obradores ,
amasando cada día
y haciendo un
buen pan. Allí ,
en Marruecos, se
instaló con su
hermano en las
panaderías LA ONUBENSE
, y también
LA GLORIA. en la
zona del ensanche
europeo. Se elaboraba allí buen
pan, francés, español,
de Viena, pan de
aceite. E incluso los
temas de pastelería
que tocaba, veía
y oía en
mis escasos años
los elogios de
aquella su clientela
agradecida. Luego en Almería instaló
la panificadora Mediterránea, en la
que también triunfó
y dejó una
marca de éxito
por años en
la ciudad de
la alcazaba.
La panificadora Mediterránea que
aún hoy sigue
siendo quizás la
mejor de la
ciudad. No le seguí en
esa vocación y
quizás en vida
no pudo en
algún instante disimular
esa decepción por
no seguirle en
su pasión. Mi madre ,
en torno de
sorna le dijo
algún día que
“controlaba muy bien
los tiempos y
los ingredientes de
la masa, y el
mismo amasar pero
no había tenido
tanto éxito en
controlar , y moldear la educación
de sus
hijos , que no habia
sabido amasarlos bien
y se le
escapaban de las
manos“.Era su visión
maternal de haber
visto a un
padre muy autoritario
al principio y
luego excesivamente permisivo
a partir de
nuestras adolescencias. Amasar
es todo un
arte, y ahora
en esta edad
de madurez que
le toca a
uno vivir y
rebobinar recuerdos , la admiro
y la sigo
cuando entro en
el obrador de
alguna cercana panadería
sevillana, cerca de la
Huerta del Rey y
me recuerda la
oración también del
alfarero, aquella del
profeta Isaías, donde
Dios va moldeando
y dando forma
al barro que
somos.
L a escritora
Leila Guerrero, nos
deleitaba con su composición
de similitud entre
escribir el día
a día de
la vida , la
necesidad de escribir
y la obligación
de amasar el
pan nuestro de
cada día en los
pequeños detalles cotidianos
que nos van
pasando mientras vivimos, escribir como
amasar es valorar
la vida y
los acontecimientos con
los que llenamos
páginas escritas de
la historia.
<< Hay que
amasar el pan.
Hay que amasar
el pan con brío, con
indiferencia, con ira, con ambición, pensando en otra
cosa. Hay que
amasar el pan en días fríos y
en días de verano, con sol, con humedad, con lluvia
helada. Hay que
amasar el pan sin
ganas de amasar
el pan. Hay
que amasar el pan con
las manos, con la
punta de los
dedos, con los antebrazos, con los hombros,
con fuerza y con debilidad . Hay
que amasar el pan
con rencor, con tristeza,
con recuerdos, con el
corazón hecho pedazos, con
los muertos. Hay
que amasar el
pan pensando en
lo que se
va a hacer
después.
Hay que
amasar el pan como si
no fuera a
hacerse nada, nunca más,
después. Hay que
amasar el pan con
harina, c con agua, con sal
, con
levadura, con manteca, con
sésamo, con amapola. Hay
que amasar el pan
a todas las semanas, de
todos los meses
de todos los
años; hay que amasar
el pan como
si fuera la
primera vez. Habrá
que amasar el
pan cuando ella
se muera. Hubo que
amasar el pan cuando
ella se murió,
hay que amasar
el pan antes de partir
de viaje, y al
regreso, y durante el viaje
hay que pensar en
amasar el pan; en
amasar el pan
cuando se vuelva a casa.
Hay que amasar
el pan con cansancio, por cansancio, contra el cansancio.
Hay que amasar
el pan sin
humildad, con empeño, con odio, con desprecio, con ferocidad, con saña.
Como si todo estuviera al fin por
acabarse. Como si todo estuviera al fin por empezar. Hay que
amasar el pan para vivir, porque se vive, para
seguir viviendo. Escribir.
Amasar el pan.
No hay diferencia. >>
Y
seguir pidiendo, para
cada hombre, para
cada rincón, para
cada familia, el
pan nuestro de
cada día, y
que ese pan
podamos saborearlo, desde
la dignidad de
cada día de
nuestras historias personales
que es el
“maná” con el que Dios
hace mas llevaderos
nuestros desiertos.
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