SABER ENCONTRARLE
SENTIDO A LA
VIDA Y A
CADA MOMENTO
(LA TORTUGA
Y LA ARGOLLA)
Erase
una vez un
anciano sabio con tantísimos años
encima que nadie
en la aldea
tenia noción de cuál podía ser
su edad. E incluso
él mismo ya había olvidado
el año de su
nacimiento, entre otras
muchas razones porque
había trascendido todo
apego y motivación o ambición humana
alguna. Y había trascendido
la noción del tiempo. Para
el no existía ya
el tiempo, ni
las horas, ni
los días, ni
las semanas…
Un
día estaba sentado
bajo una higuera, con
la mirada perdida
en el horizonte
y la mente
quieta y d espejada como
un cielo sin
nubes, cuando de
pronto escuchó a
lo lejos unas
pisadas. Al dirigir
la vista hacia
el lugar pudo ver
como un joven
mozo estaba echando
una cuerda alrededor
de la rama
de un árbol y
enlazaba uno de sus
extremos a su
cuello. Dedujo en seguida
cuales eran las
motivaciones del joven
y, a pesar
de su ancianidad
y lo cansado de
su cuerpo, se
incorporó rápidamente y
corrió hasta donde e estaba el
joven, rogándole que
por favor desistiese
de su macabro
propósito.
-
No
veo razón ni
motivo para desistir
de ello – dijo lacónicamente e el joven
mozo.
-
Tienes la
eternidad por delante,
amigo, así que concédeme
al menos un
par de minutos
y te ruego
encarecidamente que me
escuches atentamente.
-
- Si
es sólo eso… - dijo
el joven displicentemente.
Anciano y
joven se sentaron en el suelo.
Los ojos sosegados del
anciano se clavaron en
los atormentados del
muchacho. El cielo se había
teñido de naranja y oro.
El anciano sabio se
expresó así:
<< Te voy
a pedir algo,
querido amigo mío.
Imagina una tortuga,
una sola, en el
inmenso océano, y que esta tortuga solo
saca la cabeza
a la superficie
una vez cada millón de
años para respirar.
Imagina por tanto
un aro flotando
sobre las aguas
del inmensísimo y descomunal
océano. Pues bien, querido
amigo mío, mucho más difícil que
el que la tortuga introduzca
la cabeza en
el aro al
sacarla cada millón de
años, es el
haber obtenido forma
humana. Y ahora,
muchacho , procede c como tu
creas conveniente desde tu
legitima libertad personal>>
Y todavía está
en boca de
los lugareños de
aquella aldea que
aquel joven llegó
a la ancianidad
y pudo contar
esta historia a muchos
jóvenes y se
hizo un hombre
muy, pero que muy sabio que
enseñaba a las
generaciones más jóvenes del
lugar.
Reflexiona R. Calle
diciendo que << AL
MARGEN DE SI
LA VIDA TIENE
O NO UN SENTIDO
ULTIMO, EL SENTIDO, PROPOSITO
Y SIGNIFICADO DE
LA EXISTENCIA ES
EL QUE UNO SABE DARLE A
CADA MOMENTO>>
Miramos casi
siempre tan lejos
que no vemos lo que
tenemos al lado. Cada
instante cuenta y
podemos llenarlo de plenitud
e incluso aprender a
elevar lo rutinario
al plano de lo
sublime. Puesto que uno
forma parte de este
misterio prodigioso, y a veces, si
pavoroso y horroroso
que es el de
la existencia, hay
que valorar cada
instante, cada momento para
procurarle su propio
peso especifico y
convertirlo en instrumento
o herramienta para
su realización, tal
cual dice el Evangelio << bástale a
cada día su
momento >>
http://antoniomarincara.blogspot.com.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario