“ SI NO
APRENDES NADA DESPUES
DE HABER MUERTO
ES QUE ALGO
HAS HECHO MAL “
BEC WEATHERS. murió el
10 de mayo de
1996 en el Everest,
tendido de bruces sobre
la nieve, a más de 8.000 metros
de altitud. Cuatro años más tarde , escribió el
libro “Dado por
muerto” que acaba
de traducirse al
castellano ( editorial Kailas ) Su
caso lo podemos
clasificar entre el
milagro y el
misterio, y forma
parte de la
intrahistoria que en el montañismo
se llamo “ la
mayor trage3dia del Everest “. Aquel fatídico
día de mayo
murieron realmente 9
personas y uno (
nuestro Beck ) sobrevivió. Otro testigo
de la expedición,
superviviente al quedarse
en el campo
base, John Krakauer, firmó
el superventas “Mal
de altura “ en
el que s e inspiró
la película Everest, estrenada
este año 2016.
BEC
WEATHERS nació en EEUU ,
en 1946 perdió el
brazo derecho, los
dedos de la
mano izquierda y
la nariz. A cambio
recuperó a su
familia, de la que
se había distanciado,
y enderezó una
vida errática. En su
obra afirma que
la depresión había
regido su vida
desde joven. Pese
a ello, era
un medico de
renombre, sobresaliente y tenía una
familia muy unida.
<< No tengo
la impresión de que
hayan transcurrido 20
años, parece que
fue ayer. He repasado
lo ocurrido casi
diariamente por el
impacto que ha
tenido en mi
vida. No miro atrás
con rencor ni
con tristeza. De hecho,
los últimos 20
años han sido
los más gratificantes
de mi vida. Sin
embargo cuando empecé
a escalar mis
motivaciones eran una
combinación de superar mi
miedo a las
alturas y de desafío por
haber tenido una juventud un
tanto depresiva. Mi afición al
alpinismo, fue una
actividad muy egoísta. Te
vas solo a escalar
y dejas a tu familia
con un gran estrés. Pero
si no aprendes
nada después de
“haber muerto “ es
que algo mal estás haciendo.
Los grandes cambios
físicos a los
que fui sometido,
la perdida de
ciertas partes de
mi cuerpo , fueron
lo que cambiaron
mi perspectiva, y
me di cuenta
entonces de que
si no cambiaba
mi enorme ego
me quedaría solo.
Perdería
a mi mujer
y a mis
hijos. Eso habría sido devastador. Tenía mucho
miedo de deprimirme
otra vez. Había
estado deprimido sin
ninguna causa razonable,
y luego, teniendo varias r razones por
las que deprimirme , sin
embargo encontré la fuerza.
Yo había
pensado seriamente en mi juventud
en el suicidio. Pensé que
por la depresión
y por haber
pensado en mi
suicido durante tanto
tiempo, no me
importaría morir. Pero,
cuando verdaderamente llegó el
momento de morir, me
di cuenta de
que no estaba preparado. Recordando ese
momento veo la gran c contradicción que
tuve durante años
sobre la muerte.
Pensaba que sería
algo pacifico para
mí. Después , luché
como un loco
para que no
me pasase, es
una gran ironía>>
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