Cada uno de
nosotros es más sensible
a determinados tipos
de pérdida: una persona
puede estar muy
afectada por la pérdida de
un ser querido,
o de un
estado de juventud,
mientras a otra
no le importa
demasiado y le
afectan más las pérdidas económicas,
un puesto privilegiado,
un prestigio social
o profesional o
sus expectativas de logros
personales en situaciones
afectivas o de
pareja. Echo mano del
poema de Elizazbeth Bishop:
El arte de perder se domina fácilmente; tantas cosas parecen decididas a extraviarse que su pérdida no es ningún desastre.Pierde algo cada día. Acepta la angustia de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano. El arte de perder se domina fácilmente.Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido: lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar. Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue la última o la penúltima de mis tres casas amadas. El arte de perder se domina fácilmente.Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aún más: algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente. Los extraño, pero no fue un desastre.Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto que amo) no habré mentido. Es indudable que el arte de perder se domina fácilmente, así parezca (¡escríbelo!) un desastre.
No hay nada más difícil
que el arte de perder.
Afrontamos las pérdidas
según nuestras diferentes sensibilidades y
estas dicen mucho
acerca de quiénes
somos y donde
colocamos nuestro núcleo de
identidad.
La inevitable tarea de
despedirse, hacer el duelo,
no suele ser
fácil. Salvo aquellos casos en
que provoca alivio (cuando la
despedida ocurre respecto de algo a
lo que no queríamos estar
unidos), casi siempre implica
tristeza cuando aquello de
lo que nos
despedimos era gratificante
para nosotros ), dolor (cuando
nos despedimos de
algo o alguien
que amamos), rabia cuando nos
obligan a despedirnos porque nos
quitan algo injustamente), o
ansiedad (cuando la despedida
se hace respecto
a algo o
alguien que nos servía de
apoyo). Aunque sean desagradables, los duelos, o
las despedidas es
sano (desde el punto de
vista del equilibrio
psicológico), pasar por ese
tipo de emociones y sentimientos, porque son
acordes, son la realidad que
vivimos y nos
enraízan en ella.
Mas la evitación de
las mismas es una
comprensible tentación, que
a su vez
pueden generar despedidas insanas que
perturbarán la honestidad
y la dignidad
del camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario