La escuela de la Alianza en Tetuán
No todos mis
compañeros hebreos de
mi infancia estaban
en el sistema
educativo español. La
mayoría de ellos
se formaban en
la Alianza Israelita. Conocí de
este colegio, prácticamente
todo (su plano lo tenía no
solo en mi
cerebro sino en el contexto
de mis horarios) aunque
nunca asistí a él a
pesar de las “amenazas” de
mi padre de
que si no estudiaba
acabaría metiéndome en él.
Digo las “amenazas” en
sentido peyorativo, pues tenía fama
entre la colonia
española de ser
un buen colegio, por
su disciplina, metodología
avanzada, aprendizaje perfecto del
idioma francés…que en definitiva
era lo que
envidiaban nuestros padres, en
cuanto al aprendizaje
de ese idioma
tan necesario en
su momento. Su
emplazamiento moderno a
partir de los
años 50 salió
del entorno de
la judería y
se trasladó al
“ensanche español”. Estuvo
situado justo al
lado de mi
casa, mi tercera vivienda
en Tetuán, entonces al
final de la calle Ahmed Gammia
pegando ya a
la esquina con
el paseo de las cornisas.
Desde mi casa
hasta mis padres se
dejaban llevar por
sus horarios, sus
timbres y campanas, para avisarnos
que se nos hacía tarde
para asistir a
nuestras clases en
los colegios españoles.
Desde la terraza
de mi casa tenía una
perspectiva amplia de los patios
de recreo del
colegio de la Alianza
israelita. E incluso en días de
fiesta llegaba a
compartir alguno de
sus recreos o
juegos en horas
de asueto. Me recreo
estos días en
la lectura de Abraham
Botbol Hachuel, nuestro
paisano tetuaní que
rememora recuerdos de su
infancia en la
judería tetuaní y
describe así su
colegio, en su capítulo “La
alianza” en su
libro “El desván de los
recuerdos:
De entre las pequeñas
casas que constituían
ese callejón, se distinguía
un enorme caserón de
una sola planta
en donde se alineaban, como soldaditos de
plomo, unos altos
ventanales que casi
siempre permanecían cerrados
con sus postigos de
madera pintados de
gris. Los rayos
de sol penetraban
escasamente a la hora
del mediodía, cuando
el astro rey se
encontraba en el
zenit. El resto de
la jornada quedaba
todo él en
penumbra.
En aquella época
los niños se divertían
con juguetes poco
costosos, la mayor
parte de las veces
realizados por ellos
mismos, como podía
ser una pelota
de trapo, un “palicachi” o
un vulgar y
rustico trompo de madera
con un clavo
en su punta. Otras
veces se podía
ver a algunos
otros entreteniéndose en
el juego de “ salto del carnero”
o de “piola”
Así se presentaba
“La Escuela de la Alianza” o
colegio de educación primara
a la que asistía la
inmensa mayoría de
los niños judíos
de Tetuán. Esa era “ La Alianza
israelita Universal” o
“Alliance Israélite Universelle”
fundada en el
año 1862 por
un grupo filantrópico
de correligionarios de Francia
y de Inglaterra, quienes
viendo la situación de
penuria en que
se encontraban las
comunidades judías de
Marruecos, acordaron venir en
su ayuda para
sacar del “analfabetismo” a sus
hermanos de religión
y permitir que
los más jóvenes
pudieran recibir una
educación que a años más
tardes les serviría
para abrirse camino
en la vida. De
allí salieron a los
pocos años jóvenes
becados a Francia para
continuar desarrollando la
formación recibida. No cabe
duda que la
influencia que a tuvo esta
“escuela de La Alianza” en
el devenir del judaísmo
marroquí fue enorme, pues de
una comunidad puramente
religiosa y sin grandes posibilidades de
emancipación debido al
ambiente general reinante
en la sociedad, se
fue convirtiendo poco a
poco en un grupo de
gente que hablaba
varios idiomas, que recibía libros
y revistas del exterior,
que seguía los
acontecimientos de lo que
ocurría en Francia y
a sus hermanos
judíos de otros países,
que podía viajar
a otros lugares
en donde el idioma fuera
el francés además del
español.
Pero no siempre
esta influencia fue positiva
a para el judaísmo marroquí. Si
bien, como ya a dijimos
con “La Escuela
de La Alianza “,
entró el desarrollo a esas
comunidades, igualmente el grado de
religiosidad se fue perdiendo
y el deseo de cierta
asimilación en el
sentido de imitar al
francés o al
español , fue haciendo
mella en muchos
judíos de entonces,
que preferían mandar
a sus hijos a “La Escuela
de la Alianza” antes que
al “Heder” o al “Estudio”. Los “Rebbis”
pasaban a segundo plano
respecto a los profesores
de francés, quienes tenían
mucho mejor preparación
pedagógica. Se puso de moda
hablar el francés que es signo de
educación esmerada. Se
asiste al “casino” Es decir,
cambia completamente el sistema de
vida de los
judíos.
Así era “ La Escuela
de la Alianza
Israelita” a la
que me enviaron
mis padres apenas
cumplí la edad
de cinco años
y al igual
que los otros
niños de mi
edad, fui pasando año
por año, los
diferentes grados, desde el
octavo hasta el
primero en que Salí
de ella
para ingresar directamente
al tercer año de bachillerato. Hoy a
muchos años de distancia
y a miles
de kilómetros de
ese lugar, recuerdo con
nostalgia “La Escuela de
La Alianza” de Tetuán en
donde pasé momentos
de una niñez inolvidables. Ella supo enseñarme métodos de
estudio, disciplina en la
vida, respeto hacia
el prójimo y
abrirme las puertas
hacia las paginas
inmortales de la
literatura francesa.
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