No hay nada como corregir los defectos de los demás
Hace mucho tiempo, había una posada llamada, desde toda la vida “LA ESTRELLA DE PLATA”. El pobre posadero, hombre de orden y hombre honesto se las veía para sacar el negocio adelante, aún a pesar de su cordialidad, su amabilidad y llevar la higiene y la limpieza más que correctamente y cobrar unos precios razonables. Se fue por tanto a tomar consejo de un amigo de la familia , al que denominaban “el hombre sabio”.
El sabio tras
escuchar sus lamentos,
le dijo: “Es muy sencillo.
Lo único que
tienes que hacer
es cambiar el
nombre de la
posada”.
-!! Imposible ¡! -dijo
el posadero. Se ha
llamado siempre “LA
ESTRELLA DE PLATA” durante muchos
años, generaciones de mi
familia y así se
la conoce casi
en todo el
país.
-No. -Replicó el
Sabio enérgicamente. A partir
de ahora debes
llamarla “LAS CINCO CAMPANAS” pero en
el dibujo del
anuncio de la
entrada vas a colgar
sin embargo seis
campanas.
-¿Seis campanas? ¡!Eso es
absurdo!! ¿Para qué va a
servir semejante error?
-Inténtalo, y lo verás -le
respondió el hombre
sabio sonriendo.
De modo que
el posadero hizo
lo que se
le había dicho.
Y sucedió lo
siguiente: todo viajero que
pasaba por delante de la posada
entraba en ella
para advertir al
posadero acerca del
error, creyendo que nadie
hasta entonces había
reparado en ello. Una
vez dentro, quedaba tan
impresionado por la
educación y cordialidad
del servicio que se
alojaba en la
posada, con lo
que el posadero
llegó a amasar
la fortuna que
durante tanto tiempo
había buscado en
vano y que
le serviría para
mejorar la calidad
del mobiliario, servicios,
extender el negocio, etc.
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