Lugares “especiales”, lugares “con magia” (por si alguna vez me pierdo…que me busquen por allí)
No recuerdo con quien
(no es el alzhéimer
de “en un lugar
de la mancha”) comentaba yo
hará unos diez días, una
noche envidiable de
la primavera sevillana,
el ambiente “inigualable” de alegría
y magia especial
que se vivía
todavía a altas
horas de la
noche por la zona
de la Alameda
y “toda mi
calle Feria” (Ay sí , mi
calle Feria aunque no
la tenga en
el registro de
la propiedad inscrita TODAVÍA).
Ese ambientazo de
gente joven moviéndose,
ese ambiente de
“rastro y mercadillo”
de los jueves,
en esa calle
desde San Juan de
Palma hasta la Encarnación y las setas, donde
se encuentra uno
vendedores callejeros, payasos,
ambientes de guitarra,
canciones juveniles. Esa calle
Feria de Omnia
Sanctorum y el
Mercado, de tenderetes,
pequeños comercios, bares
abiertos hasta el
amanecer.
Cuando repasamos nuestra vida pasada, a veces nos invade una memoria desazonadora de recuerdos y motivos desagradables que preferimos olvidar por el bien de nuestra psique. Pero es verdad también que cuando la repasamos hay una geomemoria diríamos “casi mágica” de lugares “especiales” y confortables , que todos tenemos en nuestras historias personales y en los lugares que hemos vivido a lo largo de nuestros años. Lugares y tiempos en donde nuestra psique ha recibido compensadoras “caricias y besos” gozaedas de aquellas horas, en días, minutos, rostros, nombres, pensamientos que con nosotros compartieron y permanecieron en aquellos llamémosle “lugares de magia”. Momentos que han sido netamente gozosos y que nunca olvidaremos por el bien que nos hicieron. De estos lugares de mi geomemoria quiero hoy traer esos lugares que visité o donde permanecí determinados tiempos y tanto por lo que allí se respiraba, se oía, se palpaba, se gustaba o se veía por los cinco sentidos, las cinco ventanas que nos asomamos a la vida. Sobre todo porque recibías unas palpitaciones especiales en tu corazón, en tu alma muy profundas y llenaban “tu mochila de la vida” por mucho tiempo. Quizás también porque en aquellos sitios ibas acompañado de personas “especiales” que contribuían a engrandecer la magia de lugares y momentos.
Son sitios del mundo, de nuestros viajes, de nuestro caminar, de nuestros paseos en horas muy especiales, y con nombres muy familiares y que quiero hoy presentar aquí. Si esos ocho o nueve lugares muy especiales en la psicomemoria afectiva y emocional de cada uno.
- Al COVEN
GARDEN DE LONDRES
Me llevaron en
varias ocasiones mis antiguos
alumnos de Málaga
y Sevilla a
finales de los
años ochenta, inolvidables aquellas
tardes entre dos
luces, las horas
que permanecimos allí se
nos hicieron especiales; sobre todo me trajeron
unas bonitas sensaciones. Fue para
nosotros una novedad
importante conocer aquella primera
vez el barrio
del Soho y St.
James. El metro nos
dejó muy cerca
de la plaza
central y de la
Royal Opera House. Llena
de tiendas, con gran
ambiente en donde
encontrábamos jóvenes oradores,
vendedores, payasos, políticos
echando sus discursos,
echadores de cartas,
artistas y malabaristas haciendo
equilibrios. Conserva todo el
encanto de un antiguo
mercado de flores, verduras y frutas
aunque ya se
halla trasladado a otro
lugar de
Londres. Ciertamente aquellos comentados
y hablados tés
al atardecer se
nos hacia un
tiempo corto escuchando,
viendo, dejándonos
sorprender por cada
atracción que de
pronto se ponía
ante nuestra vista.
Me llevaron por
primera vez a
mediados de los
años 80 unos
amigos de Sevilla y luego varios amigos tetuaníes. Bajamos al
Sur, parte de
Marruecos que conocía
muy poco y
desde mi infancia. Pero en
Marrakech no había
estado nunca. La primera
vez estuvimos horas
y horas deambulando
en medio de
aquel enorme mercado
de variedades, de cuenta cuentos,
de encantadores de
serpientes, de hechiceros
y vendedores de
remedios. La música y
el ruido era
ensordecedor pero había
una alegría vital
que se respiraba en
el ambiente.
- LA ANTIGUA PLAZA DE
ESPAÑA EN TETUÁN
Plaza de nuestros
veranos, de nuestra
adolescencia, jugando a “adultos”
con un té
marroquino, entre las manos, prolongándolo toda
la tarde noche. Plaza contrapuesta a la plaza
de invierno que
era la de
toda la vida denominada “Del Primo” pero también plaza o
isleta libre de coches
donde jugábamos en
nuestra más tierna
infancia. Ir a la
plaza de España
“ya era de
mayores”. Quedarnos en la “Del
Primo” era como más segura, “infancia protegida” “emblemáticamente
hablando” por la
torre de la
Iglesia de las
Victorias, era más de “pequeños” aún. Ambas ya
solo están en el
recuerdo nostálgico.
- A LA PLAZA
MAYOR DE SALAMANCA
En Salamanca donde viví un año
bonito de mi
vida. Sus gentes y
su ambiente. Su
plaza mayor. Donde decía
Alberto Huerta, un amigo norteamericano
de origen chicano, profesor de
Literatura Hispana en Los
Angeles, que fue a
Salamanca a hacer
su tesis doctoral
sobre Unamuno que
se iba las
tardes del sábado
a hacer su
“ignaciana contemplación para
alcanzar amor”. Aquel ambiente
estudiantil y juvenil
le seducía con
su vitalidad con
su alboroto de tunas
y pasacalles indudablemente no
se olvida nunca. Y él, Alberto Huerta, vino, regresó al
cabo de los
años, antes de morir
de cáncer a
despedirse de aquel
lugar. ¿Quiso vivenciarlo quizás
como su última
medicina o su última tabla
de salvación?
- EL MIRADOR DE
SAN NICOLÁS
Granada, nuestra
Granada universitaria, donde
a finales de mayo
antes
de nuestros exámenes
universitarios, nos evadíamos,
nos íbamos a
olvidar tensiones y
malos ratos, a aquel mirador
frente a la Alhambra subiendo
la cuesta de la cuesta (cuesta de la
Cava) para relajarnos
de nuestras tensiones
de exámenes, oír chistes,
canciones, grupos y donde
hasta las tantas
nos “sorprendía también el
amanecer” entre dos
luces, apagándose la
Alhambra.
- BARRIO DEL CHADO
EN LISBOA
El del ambiente
más popular de
Lisboa, cuando íbamos a
visitar a los
scouters portugueses para
pedirle asesoramiento de
nuestros itinerarios y
acampadas por la
zona de Sintra. Sus
cafeterías y terrazas
decimonónicas, sus puestos de mercadillos
y antiguallas, de
monedas, libros, sellos, sus
“parlachines” vendedores o contadores
de historias, los almacenes
“do Chiado”, centro de la
vida nocturna de
Lisboa, la estatua
de Fernando Pessoa, sus
calles en cuesta,
el Elevador de Santa
Justa, con su estructura
“eiffeliana” sobre la
Baixa, el Convento “do Carmo”,
el barrio alto
y el largo
de Camoes y
toda la magia
del Chiado, con la
amabilidad y humildad
tradicional de los
portugueses.
- BARRIO DE MONTMATRE
La colina sobre
París, barrio encantador,
una perspectiva distinta. Pero abajo, la vida
bohemia, estrechas y empinadas callejuelas. El barrio
de artistas bohemios
parisienses, pintores,
vendedores, con las escaleras
que suben hasta
la parte alta
de la colina
sobre la que
se asienta el
barrio más romántico
quizás de Europa. Edificios destartalados, restos
de burdeles y cabarets
de la “belle
epoque”, la Basílica del
Sagrado Corazón, la plaza Pigalle, la
plaza de los
pintores o el Moulin
de la Gallete sonidos de
acordeones y cantos
juveniles hasta bien
entrada la madrugada.
Asomados al río, a ambientes
animados, de tunas, cantores,
vidilla nocturna, perspectiva sobre
el puente decimonónico.
- Y MI CALLE
FERIA SEVILLANA
De pequeños jugábamos en
el Monopoly a adquirir
calles, plazas, paseos,
edificios, a buen
precio y buen
momento. Creo que desde
hace varios años,
ya tengo “acciones” en
esa bonita y
animada (especialmente por sus
gentes) del barrio
de la calle
Feria y la Alameda. Si me
pierdo, o no me encontráis…(“HOMEPOFAVOQUILLO” ¡!Es un
“poner”¡!). Y A
VECES, SOLO A
VECES, nostálgico como Sabina
me sorprendo casi
cantando
Trepo por tu recuerdo como una enredaderaque no encuentra ventanas donde agarrarse, soyesa absurda epidemia que sufren las aceras,si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.Vivo en el número siete, calle Melancolía.Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvíay en la escalera me siento a silbar mi melodía.
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