miércoles, 27 de julio de 2016

Ulises y Telémaco

LAS RELACIONES PADRES-HIJOS


Massimo Recalcati para explicar la evaporación de la figura del padre (madre) se centra en los hijos, propone dos imágenes. Una en el siglo XX y otra en el XXI. En el anterior el hijo tenía una relación edifica con su padre, el hijo Edipo es el que desafía a las viejas generaciones "su figura fue inspiradora de las grandes revueltas de mayo del 68 y el 77: hijos que reclamaban, en contra de sus padres, la posibilidad de un mundo distinto, y padres que reaccionaron negando los derechos de sus hijos” mientras que en el siglo XXI aquella imagen ha cedido a la de Telémaco. Telémaco es el hijo de Ulises, en la Odisea de Homero, que espera durante 20 años el regreso de su padre, que se ha ido a la guerra de Troya. Telémaco espera a Ulises, trata de salvar su tierra de los invasores que quieren quedarse con ella y con su madre (Penélope). Cuando finalmente regresa Ulises, Telémaco no lo reconoce porque la diosa Atenea, para despistar a sus enemigos, lo ha convertido en un mendigo. Más tarde, el hijo ya reconoce al padre y se abrazan, antes de eliminar a los invasores. A partir de estos arquetipos, Recalcati elabora una profunda inmersión psicoanalítica en la paternidad contemporánea. Telémaco mira obsesivamente al mar, al punto por el que desapareció la embarcación de su padre, mira el mar con la ilusión de ver a Ulises, pero también mira con la esperanza de que el mar le traiga un objeto, un trozo de algo, un mensaje que le oriente, que le ayude a entender cuál es su situación, a entender el presente y a vislumbrar el futuro. Telémaco es el hijo que espera una señal de su padre, y el hijo Telémaco del siglo XXI espera que su padre le explique por qué no le ha tocado heredar un reino "sino un cuerpo muerto, una tierra agotada, una economía enloquecida, un endeudamiento ilimitado, la falta de trabajo y de horizontes vitales”. Comenta Jordi Soler que durante el siglo pasado y los siglos anteriores, el padre era la autoridad, era el que indicaba el camino, el que daba consejos de cosas útiles de la vida que hoy sin embargo los jóvenes aprenden con un tutorial en Internet. Ya no queda claro quién manda, en e l siglo XXI: la autoridad se fragmenta, está en la oficina de una entidad financiera, en una empresa de Internet, o en una institución dedicada a la seguridad y al espionaje, en un holding farmacéutica o al final nadie sabe bien donde está la autoridad y a su vez cada vez creemos menos en los que dicen que la tienen. Utilizando de nuevo la imagen de Telémaco, que espera a su padre frente al mar, que mira hacia el horizonte con la esperanza de que aparezca una señal que lo oriente, se me ocurre que en este siglo que apenas empieza, este milenio, huele un poco a chamusquina, pues no solo los hijos son Telémaco, sino también los padres, las instituciones y los que mandan y tienen todavía alguna autoridad; estamos todos frente al mar, mirando al horizonte en espera de una señal. Como quizás nos enseña el Evangelio (la buena noticia, según traducimos del griego) en Marcos 6, 30-34 al desembarcar Jesús (cual Ulises de esperanza) o en Mateo 9, 36 en que Jesús "Viendo al gentío, le dio lastima de ellos porque andaban maltrechos y derrengados como ovejas sin pastor". Y se puso a enseñarles, a orientarles...










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