Una “pará” en el camino
Algunos años, con
gente de los grupos scouts de Huelva,
con Antonio Vivas y gente
de la Hermandad
de Lucena del Puerto,
tuve ocasión de
acercarme a vivir
el camino del Rocío.
Experiencia inolvidable aunque
agotadora, pero sobre todo
impresionante en cuanto
a la solidaridad
de los caminantes
peregrinos, en los momentos difíciles
ya fuera de lluvia,
de cansancio, de pérdida,
etc. Que momentos más hermosos vivir
las fogatas al
caer la noche,
sentir las canciones
rocieras, vivir la
experiencia del “bautizo” en el
río Quema, o
el compartir los
calditos calientes, cuando
se mete el frío y
la humedad de la
noche. En los campamentos
se bebe, se canta
y se baila al son
de guitarras, flautas y
panderetas. Se encienden velas,
antorchas y bengalas
que iluminan los simpecados de las hermandades,
con miles de personas
emocionadas que rezan
los Misterios del
rosario en honor
a la Virgen.
Tanto por el
Camino de Sanlúcar, que
atraviesa Doñana uniendo la
desembocadura del Guadalquivir
con la aldea; como
por el Camino
de Moguer, por
el que los
peregrinos de Huelva
llegan al Rocío; o por el de
los Llanos desde Almonte (el más antiguo); o
también por el
Camino sevillano, con
lugares como Gelo, Marlo, el
Quema, Villamanrique de la Condesa,
la Raya Real, Palacio
y el Ajolí
las experiencias de caminar
y hablar con
la gente, que
te cuenta toda
su vida y
sus mociones, son
experiencias que nunca
se olvidan.
He visto a
mucha gente hacerlo
a caballo, en
carreta o a
pie, a través
de las marismas
durmiendo en pleno
campo. El espectáculo es
impresionante con interminables
cortejos de carrozas
entoldadas y repletas
de flores, que
acaban encontrándose el
fin de semana
y el día
grande de Pentecostés
en la aldea
del Rocío.
La noche del
domingo nadie duerme. Es
espera ansiosa de
poder entrar al
templo para pasear
a la Blanca
Paloma. El salto es el momento de
mayor fervor, cuando los
almonteños invaden la
ermita, saltan las
vallas y pasean
a la Virgen
por su aldea. Es una
experiencia y vivencia, hermosa muy distinta quizás
para los que
hemos hecho el camino de
Santiago, o la
“javierada” pero muy gratificante
y emocionante. Desde aquí
mi agradecimiento tanto
a los scouts de Huelva, como también
a la Hermandad
de Lucena del
Puerto, junto a la figura
inolvidable de Antonio
Vivas Garrido, con los
que más veces compartí esta inolvidable y alegre
vivencia.
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