miércoles, 27 de julio de 2016

Infancia

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla.



Decía Machado. “En  el  fondo de  todo  adulto  yace  un  niño  eterno  que  solicita  tus  cuidados  de  adulto,  atención  y  educación  constantes. Esta  es  la  parte  de  la  persona  que  aspira  a  crecer  y  alcanzar  la  plenitud”. Dice Carl  Gustav  Jung: “la infancia es el lugar donde siempre está atado uno de los extremos del hilo de la vida independientemente de la edad que se tenga, el niño que fuimos, siempre vive en el adulto que somos”. Seguramente, tu infancia no fue perfecta; la mayoría de las personas tienen muchos cabos sueltos de su niñez y de su historia familiar que no han sido resueltos. Da lo mismo la edad que se tenga, nunca es tarde para darle a ese niño que fuimos todo lo que necesito y pacificarnos con nuestro pasado. Esa parte de tu historia sigue en ti, esperando a que sus necesidades sean atendidas. Despertar "tu niño", el que llevas dentro, es renacer. En la infancia perdida o robada se esconde una parte de nosotros que permanece integra, a salvo de cansancio y del desgaste que acarrea la vida adulta. Y a veces envejecer es perder la imaginación y la curiosidad que teníamos espontáneamente de pequeños y que debido a muchas rigurosidades y exceso de normas perdimos esa espontaneidad. Puedes hacer un pequeño ejercicio de meditación, a través de serenar tu respiración y reencontrarte con imágenes, fotos, escenas de tu infancia, del niño o la niña que fuiste. Entabla un pequeño dialogo con ese niño de tu infancia. Asegúrale que sabes lo que necesita y que vas a dárselo. Especialmente tu cariño. Abraza  el  rostro  o  la  foto  que  retienes  en  tu  memoria  del  niño  o  la  niña  que  fuiste. Transmítele  tu  amor  incondicional  por  esa  bella  historia  que  fue  de  pequeño  y  por  esa  propia  historia  que  es  la  tuya  actual  de  adulto. Este  ejercicio  basado  en  la  respiración  y  en  cerrar  los  ojos  si  lo  practicas  de  vez  en  cuando  te  puede  hacer  mucho  bien. Recuerda  que  no  hace  falta  que  “veas” interiormente. Cada  uno  construye  sus  imágenes  mentales a  su  manera.  Lo  importante  es  que  las  sientas. 



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