Yo lloraba porque no tenía zapatos…de pronto, un día volví la vista atrás…y descubrí a un hombre que no tenía pies y entonces descubrí que yo era rico.
Hay una historia
de un hombre,
que, un día,
corrió hacia su rabino y
le dijo:
-¡Rabino, ayúdeme,
por favor ¡Mi casa
es un infierno. Vivimos en
un cuarto mi
mujer, mis hijos,
mis cuñados y yo.
¡Es un auténtico o infierno! De
verdad. No hay
espacio para todos.
El rabino sonrió
y le dijo;
Está bien, te
ayudaré. Pero tienes
que prometerme hacer
exactamente lo que
te diga.
- Lo prometo,
rabino, lo prometo de
verdad. ¡!Es una promesa
solemne si me
alivia este problema ¡! - dijo aquel
hombre.
-Y a todo
esto…Jacob ¿Cuántos animales tienes?
-Pues tengo rabino…
una vaca, una
cabra y seis
gallinas con sus respectivos veinte
polluelos -le respondió aquel
hombre.
Entonces le dijo
el rabino:
-Pues cuando
yo te indique,
haz la prueba.
Vas a meter
los animales en
el cuarto; les pones
allí dentro al
cobijo del frío
y del viento,
también su comida
y su agua
para que no
mueran de sed, procurando que
ninguno de tus
hijos pequeños molesten
a los animales
y vente para
acá cuando pase
una semana.
El hombre contrariado,
pues pensaba que
el rabino estaba
loco, no daba crédito a
lo que le decía
su apreciado rabino,
pero como lo había prometido,
así lo cumplió. Volvió a
su casa deprimido
y metió a
los animales del
corral en el
cuarto. A la semana
siguiente volvió desconsolado
y dijo al
rabino:
-¡! Rabino, por favor,
me estoy volviendo
loco!! Me va
a dar algo,
me va a
dar un infarto. Tiene que
hacer algo… algo
para que no
siga ese infierno
Y el rabino
muy solemne, sentencioso
y firme le
dijo con dulzura:
-Pues ahora, Jacob,
vuelve a casa
y saca los
animales otra vez
al corral. Eso sí:
Les vuelves a
poner la comida
abundante en su
sitio de antes,
y le echas aún más
agua, procurando siempre
que estén protegidos
de los vientos. Ah …y cuando
pase una semana vuelves,
que ya me
parece que tengo
en la mente
una solución para
tu problema.
El hombre fue
corriendo a casa. Y
cuando volvió a
la semana siguiente,
le brillaban los
ojos y el
semblante de felicidad.
-¡!
Rabino…rabino!! ¡ mi casa es
una maravilla, tan
limpia, tan silenciosa…se
ha convertido en
un paraíso ,
en un remanso
de paz…que sabio
su pensamiento rabino.
-¿Lo has entendido? “Yo lloraba porque no tenía zapatos, y un día volví la vista atrás, vi entonces a un hombre que no tenía pies…y solo entonces comprendí que yo era rico”.
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