No siempre son los demás los que se mueren
“¿Es esta la última
vez que te veo? ¿Es
esta la última
vez que te
digo buenas noches?”. Podríamos señalar
la palabra ÍNTIMA, como la que
mejor define esta
historia que nos presenta Antonio
Anson Como si
fuera esta noche
la última vez (Editorial Narrativa. Los
libros del Lince, 2016).
La narra en
un personaje, que
en esta ocasión
puede ser uno
de nosotros. Ahora es
Julia, pero desde su
ausencia, escrita para sus
seres íntimos, sus hijos,
sus nietos… sus seres
queridos, “para cuando no
esté y va llenando
esta historias, estas páginas, escritas
desde “el alma”, de elementales
descubrimientos que muchas
veces tardamos “toda
una vida “ en descubrir. El primer
descubrimiento es “ que no
siempre son los
demás los que
se mueren”. El segundo
descubrimiento “que toda una
vida es casi
siempre un rompecabezas (a
veces “rompecorazones”) cuya
imagen quizás nunca
veamos completa”.
“Hoy he
visto el mar
por última vez”. Con esta frase comienza el
libro, Julia, el personaje
elegido por Antonio
Anson para describirnos
lo que nos
puede ocurrir a
todos cuando pasamos
de los 40 ( no te mojes
la barriga), ha descubierto
la primera de estas
crueles realidades. Ya no
se llama a
engaño, sabe que el final
se acerca . Las dudas “¿por
qué me canso tanto?” atrás
quedan las buenas
palabras con que
a veces nos
transmiten optimismo los
médicos “Tiene usted los análisis de un
adolescente”. Las nubes de
pronto se van cerrando y
se oscurece el
horizonte y el
cielo comienza a
amenazar tormenta. La peor
de las tormentas, se
van convirtiendo en certezas, al igual
que aquel diminuto bultito en
el pecho, se ha
transformado en un
tumor maligno.
Y vemos como
a través de una
cámara oculta a Fito,
su hijo. Fito
irá leyendo los
cuadernos escritos por su
madre. Cuaderno lleno de
recuerdos, rellenados con
letra temblorosa por
su madre. Recuerdos de
entre los que
rescata las palabras de
su hijo, con una
tierna sonrisa, cuando
ella le anuncia que tenía cáncer
de pecho, le responde: “No
te preocupes mama,
haré contigo como tú lo hacías conmigo
de pequeño, te
pondré un poco de Vicks Vaporub, te daré
unas pasaditas suaves y
se te pasará, ya verás”.
Y va encajando con los
ojos llenos de lágrimas las
piezas de ese
puzle. Dejando que el
dolor cicatrice y
el perdón lo
cure todo. Como si
fuera esta noche la última vez,
es una tierna novela,
dura, pero con
delicadeza que nos
abre los ojos. No
siempre son los
demás los que
se mueren. Y a
veces sin explicar
nuestras vidas a
los seres queridos, sin
hacer nuestro testamento
vital, sin decirle a
muchos te quiero, aunque ya
sea por escrito,
en soporte de papel,
para que cuando
(“memorias de ausencia”)
ya no estemos, y
nuestros seres queridos
se la lleven a los ojos,
cada vez que
su memoria les
falle. Buena reflexión sobre cómo podemos
vivir nuestros últimos
pasos sobre la
historia, en la
vida, en nuestras vidas. Buena
reflexión de si
sabremos dar la
talla a la
hora del último adiós a todo
y a todos. Buena
reflexión de si sabremos
prepararnos para “el último viaje”. Para
creyentes y no creyentes.
Para los creyentes (podríamos titularlo “Cada vez más
cerca de la
casa del PADRE) esperanzada aceptación
de la realidad…para
los no creyentes (¿podríamos titularlo “Acercándonos al
borde del abismo”) un realista
panorama biológico del
carpem diem: puro existencialismo. En todo
caso, con ternura,
con delicadeza. Sin olvidar
que Julia, podemos
ser, cualquier día,
cualquiera de nosotros. Sin
olvidar nunca que
estamos en una
novela sobre la muerte.
Es decir sobre
la vida. Como la
vida misma.
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