¿Loco o delincuente?
Interesante
novela la que cae
estos días de
verano en mi
mochila de paseo y que
voy devorando y a la
vez siguiendo en
los archivos de
la prensa de
finales del siglo
XIX. El día 20 de
noviembre de 1888,
a las cinco
de la tarde, el
periodista y escritor
Remigio Vega Armentero
(Valladolid 1852- Ceuta 1893),
obsesionado por los
celos, da muerte a
su esposa Cecilia
Ritter en la
madrileña calle de San Lorenzo,
donde se deja apresar momentos
después tras un obsesivo intento de
suicidio. El crimen, al
igual que los cometidos
por J. Díaz de
Garayo el Sacamantecas, por el
cura Galeote o Higinia
Balaguer, la asesina
de la calle
de Fuencarral, conmocionó enormemente
a la opinión
pública de aquella
sociedad española de finales
del siglo XIX. También dio
lugar a un
proceso judicial y a
una sentencia, que, a
pesar de su
posterior olvido, fueron
morosamente desmenuzados por la prensa
del momento y, asimismo,
documentaron el argumento de
¿LOCO O
DELINCUENTE? La cual, escrita
por el mismo
Remigio, desde la Cárcel
Modelo de Madrid, en 1889
se convirtió en una gran novela social
contemporánea, alcanzando un notable
e impresionante éxito
de ventas, con
varias ediciones. Ocurrió en
noviembre de 1888. Y un año después
de que la
vida de Cecilia Ritter,
su esposa terminara
sobre el asfalto de una calle madrileña,
el asesino fue condenado a cadena
perpetua. Otro noviembre, el de 1893, Vega Armentero moría
en el penal de Ceuta.
En una desgarradora carta que el novelista
dirige el 30 de
enero de
1889 desde el citado presidio madrileño
a su futuro editor, J.
Matarredona, le anuncia
misteriosamente esta exclusiva:
“Más adelante cuando esté más calmado
y sea la
que quiera la
suerte que me
esté reservada, proyecto
escribir (aunque no firmar
con mi nombre)
algo bueno que
regalaré a Vd. y que
de seguro no vacilaran
en publicar” ese libro
al que alude
Vega ARmentero es
la novela ¿Loco o delincuente? que no
solo aparece luego
bajo su expresa
rúbrica, sino que constituye
un extraordinario diario
personal dividido en tres
partes, en donde
el procesado desgrana su biografía.
Centrada pues en
el relato de sus desventuras
conyugales, que culminan
en el adulterio de su mujer,
el escritor procesado revela
los criminales proyectos
fraguados entre esta
y su amante,
para deshacerse del
molesto marido (planes que pretendían
conducir al escritor al reputado entonces
manicomio del doctor Esquerdo)
y por último
la gestación del uxoricidio
la instrucción de la
causa y la
polémica sentencia judicial. La
expectación desatada por los detalles escabrosos del caso, por la
notoriedad de los
personajes implicados (el psiquiatra
Esquerdo y Jaime Vera, redactor del
Informe de la Comisión de Reformas
Sociales en 1884, uno
de los fundadores
del PSOE, o el
mismísimo ministro
Segismundo Moret) y por la personalidad del homicida,
periodista republicano,
librepensador, anticlerical,
defensor del escandaloso naturalismo de
E. Zola impulsan a la
confección de esta apasionante
novela, tal como lo señala
el mismísimo Vega Armentero.
Entre los detalles
que en la
novela llaman la
atención salen que Remigio “comenzó a
observar sospechosas
familiaridades entre su mujer y
su futuro amante,
un rico hombre
de negocios francés, E. J. Vittori Malesherbes. Y que los compañeros
de Vega Armentero
se habían sorprendido
de que su esposa
e hijos vistieran con mucho
lujo, usando la primera
valiosas joyas y vestidos traídos
de parís, poco acordes
con la posición
social del matrimonio. Vega Armentero
llega a conocer el
abandono del domicilio conyugal
por parte de su familia,
así como la pérdida de la custodia de sus hijos, lo
que postra su ánimo y
le provoca una sobreexcitación creciente
de su carácter con el súbito
asesinato de Cecilia Ritter, su
esposa, el 20
de noviembre de 1888. Desde
ese momento la biografía del novelista discurre
entre las angostas
paredes de una
celda de la Cárcel
Modelo de Madrid, solo
abandonada durante los días en que
s e celebra el
famosísimo juicio en la
Audiencia de Madrid, en octubre
de 1889, hasta su
marcha hacia el
penal de Ceuta, en
el monte Hacho, donde muere
abatido por la tristeza
en noviembre de
1893.
La novela, fiel a la
preceptiva naturalista más
ortodoxa, contempla la historia desde las
perspectivas de la
ley, de la moral
católica y de la
medicina (en concreto, de la frenopatía). Aunque en
la novela se
habla del enajenamiento, de la
maldad y de la
“enfermedad del alma”, se
transcribe el juicio a
partir de las
crónicas de la prensa de
la época y se pretende
profundizar en la “transformación del ser
moral” de la
pareja, su interés
no estriba tanto en la
historia como en
el hecho de ser
una confesión intraliteraria e involuntaria de las
deficiencias del naturalismo,
no solo en lo que hace a
la técnica narrativa, sino también por lo
que la aspiración
de objetividad absoluta supone.
Cuando desde la cárcel
escribe esta tragedia, Cecilia Ritter, su
mujer, en la novela Adriana) lleva ya más de
un año muerta:
no hay forma, pues, de
leer la historia
que ella podría haber
contado. La vulgaridad de
la vida se alimenta de
un solo valor: tener
vida. Porque a veces
solo basta con
vivir.
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