Símbolo de la resistencia de los hebreos ante la invasión extranjera.
MASADA, la ciudad
amurallada judía, lugar legendario para
Israel, al que
en la actualidad
se accede por un funicular. O
por el sendero
de la serpiente, camino muy
sinuoso de hermosas
y bonitas vistas
de aquel paisaje
casi lunar. Masada
es término romanizado
que en hebreo
significa fortaleza, es una
meseta que se
alza a 450
metros sobre el
nivel del mar
Muerto, es decir,
sobresale tan solo
unos 20 metros
sobre el Mediterráneo, sabiendo que
todo aquel paraje
es una de
las depresiones geográficas
más importantes del
mundo. La leyenda data
de la primera guerra judeoromana. Cuando los
romanos destruyeron Jerusalén,
un millar de
judíos zelotes (terroristas nacionalistas
judíos de la
época) se hicieron fuertes en este lugar, capitaneados por
Eleazar Ben Yair,
y desafiaron a Roma. El gobernador
romano de Judea, Lucio
Flavio Silva, asedió la fortaleza, que
solo tenía dos
rutas, ambas de
muy difícil acceso,
y fácil defensa
para los sitiados.
La ciudad estaba,
además, bien pertrechada
de huertos y
un ingenioso sistema
de excavaciones, acueductos
y cisternas que
proporcionaban agua y
alimentos de sobra
para aguantar bastante
tiempo un acoso. El
asedio romano muy
similar al de Numancia
es un hito
histórico. Los romanos ante
los continuos fracasos, de
un ejército muy
superior, decidieron construir
una gran rampa por
el lado occidental
cuyas reminiscencias se
pueden observar hoy
con bastante claridad.
Usaron miles de
esclavos y toneladas de piedra y
tierra. Finalmente en el año
73 después de Cristo, siete
meses después de
haberse iniciado el
cerco, los romanos
se acercaba a
su objetivo. Y
como en Numancia,
los habitantes decidieron
inmolarse antes que caer en
manos enemigas. Y así nació la
leyenda de Eleazar Ben
Yair que propuso a
su gente darse
muerte para evitar
ser hechos prisioneros. Para
sortear la prohibición del suicidio
en la religión
judía, acordaron que
los hombres acabaran con
la vida de sus
familias, de manera que solo
quedaran 10 con
vida. Luego un
solo varón, elegido a
sorteo, acabó con la
vida de los
otros, incendió el fortín y
finalmente murió luchando.
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