Érase una vez
un asceta que,
además de practicar
un riguroso celibato, se
había propuesto como
misión en la
vida combatir el
sexo a toda
costa, tanto en
él como en los
demás.
Cuando le llegó
la hora, falleció,
y su discípulo, que no
pudo soportar la
impresión, murió poco después. Cuando el discípulo
llegó a la
otra vida, no
podía dar crédito
a sus ojos: ¡!Allí,
allí estaba su
queridísimo maestro pero…con
una mujer¡! Y
además extraordinariamente hermosa
sentada…nada más y
nada menos en
¡!en sus rodillas¡! Pero…se le
pasó el susto
cuando se le ocurrió
pensar que su
maestro estaba siendo
recompensado por la
abstinencia sexual que había
observado toda su
vida en la
tierra. Entonces se acercó a
él y le
dijo: “Querido maestro, ahora
sé que Dios
es justo, porque
tú estas recibiendo
en el cielo
la recompensa que por tus
austeridades en la Tierra te
ganaste.”
El maestro que
parecía bastante molesto,
le dijo: “¡!Idiota, ni
esto es el
cielo ni yo
estoy siendo recompensado,
sino que es
ella la que
está siendo castigada¡!”
Cuando el zapato encaja, te
olvidas del pie; cuando
el cinturón no
aprieta, te olvidas
de la cintura; cuando todo armoniza, te olvidas
del “ego”. Entonces, ¿de qué
te sirven tus
austeridades?
Era frecuente en
aquel pueblo ver al
párroco charlando animadamente con
una hermosa mujer
de mala reputación,
y además en público, para
gran escándalo de sus
estrechos feligreses.
De manera que
le llamó el
obispo para echarle
un rapapolvo. Y
una vez que
el obispo le
hubo reprendido, el
sacerdote le dijo: “Mire usted,
monseñor, yo siempre he
pensado que es
mejor charlar con
una mujer guapa
y con el
pensamiento puesto en Dios
que orar a dios
y con el pensamiento
puesto en una mujer
guapa”
Cuando el monje va a
la taberna, la taberna
se convierte en su celda; cuando
el borracho va a la
celda, la celda
se convierte en su
taberna.
Como “aquel que diu” que
diría Eduardo…
-¡Padre! ¿Es pecado
fumar mientras se
reza?
-¡Hombre! Claro que sí,
claro
que es pecado,
y… ¡!Qué gran pecado¡!
-Ahhhhh…¡Padre! ¿Y rezar
mientras se fuma?
-¡Hombre! Eso ya
es otra cosa,
en ese caso
en concreto no.
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