LA FUERZA INTERIOR
“Casi siempre ignoramos nuestra fuerza interior”
Me contaba en
confianza un amigo
médico un día:
“Todas
las mañanas, cuando voy
al trabajo a
solas en mi
coche, no pongo la radio, sino
que “preparo” mi día:
le pido
a Dios que
me acompañe con
la petición de San Ignacio: “que
todas mis intenciones,
mis acciones y
mis operaciones vayan
siempre encaminadas hacia
Ti, Señor”.
“Esta
petición me dispone
ya por dentro
para todo lo que
va a ocurrir
en el día. No sé
ciertamente con lo que
me
voy a encontrar,
pero “quiero y deseo”
que lo que
ocurra sea tomándole yo el
pulso, sabiendo cómo actuar, pensando siempre
que es lo que haría
Jesús en esa
circunstancia. Y esto
me hace vivir más sereno, más
alegre y dispuesto a
afrontar la jornada de otra manera. En muchas ocasiones
diría que la mayoría
de
las veces esta sensibilidad (que
es un regalo
del Espíritu) hace que
mi actuación, precedida siempre
de la petición,
esté orientada hacia
Dios. Me llena de
paz y consolación
haciendo mi evaluación cada noche, descubrir que
cuando actúe de tal
forma o
trate a tal
persona de una
manera determinada, allí estaban
las huellas de
Dios. Y por eso le doy gracias.”
Amanecía. Los
primeros rayos del
sol se reflejaban
en las azules
aguas del mar
de Arabia. Una tortuga
salía de su
sueño profundo y
se desperezaba en
la playa. Abrió sus ojitos y, de repente, vio
a un pez que sacaba
la cabeza del agua.
Cuando el pez
se percató de
la presencia de
la tortuga, le dijo:
- Amiga
tortuga, como presiento que
hay sabiduría en tu corazón, quiero
hacerte una pregunta …¿qué es
el agua?
La tortuga
no respondió al instante. No podía creer
lo que ese
pez le estaba
preguntando. Cuando se dio
cuenta de que
no estaba soñando
y de que
ya había despertado,
repuso:
- Amigo
pez, has nacido
en el agua, en el
agua estás viviendo
y en el
agua morirás. Alrededor de
tu cuerpo hay
agua y agua hay dentro de
tu cuerpo. Te alimentas de lo
que en
el agua encuentras y
en el agua
te reproduces. ¿Y tú,
pez necio, me preguntas
qué es el
agua?
La energía es la fuerza vital.
Está dentro y fuera
de nosotros y
palpita en cada uno
de nuestros poros, en cada una de
nuestras células. Mientras estos instrumentos existenciales
que son el cuerpo y la mente están equilibrados, la energía
fluye armónicamente. Tenemos que
aprender a mejorar
nuestros caudales de
vitalidad y a
evitar la dispersión de
la energía. La
mente es energía,
la emoción es energía,
el cuerpo es energía.
El aliento es energía.
El espíritu es energía. Pero
vivimos ignorando nuestra fuerza vital
y la malgastamos
menguando nuestros potenciales
anímicos.
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