TODA UNA VIDA “DE ESTUDIANTE A FRAILE” (PASANDO POR PERIODISTA, MILITAR Y HASTA PRESIDENTE DEL REAL MADRID)
Rafael nació un
28 de octubre
de 1897 en
Madrid. Como buen alumno
del colegio del
Pilar y los marianistas le
entusiasmaba jugar al fútbol.
Licenciado en Derecho, el
periodismo le abrió
las puertas de
la política. Pero es
en 1918 cuando
haciendo su servicio
militar en Marruecos, es
herido de gravedad en
1921 en el barranco
de Farhana. Como periodista de
convicciones republicanas se
convertiría en el
azote para la
dictadura de Primo de Rivera desde
las mismas páginas de ABC.
Fue uno de
los que enarboló
enardecido la bandera
de la República en la Puerta
del Sol el 14 de
abril de
1931. Llegó a ser
secretario de Presidencia
con la llegada
al poder de Alcalá
Zamora hasta la victoria
del Frente Popular en
1936. En 1935 venció
en las elecciones
a presidente del Real
Madrid, con la oposición
del que siempre
fue su gran
amigo Santiago Bernabéu.
Y su llegada
al Madrid fue
un soplo popular
de aire fresco. Impulsó la idea
que se denominaba
“fútbol a peseta”
haciendo del equipo blanco
ya un fenómeno de
masas. Con los fichajes
de Lecue, Kellemen y
Alberty, el Madrid
ganó la última
Copa de la República (Al Barça
en Mestalla) y
es entonces cuando
lanza el proyecto
de levantar un gran
estadio en la calle de
Alcalá, frente a
la plaza de
toros. El estallido de la
guerra civil lo
impidió. A pesar de
que se le
ofrece huir de
Madrid en muchos momentos,
con el gobierno a Valencia se
negó en rotundo.
Defendió Madrid contra
el ejército de Franco, como oficial
del ejército republicano.
Muy cercano a
Besteiro. Estuvo siempre en
desacuerdo con sectores
radicales de la República.
El 29
de marzo de
1939 le llama
el coronel Casado
que le hace
ver que ha decidido
huir a Gandía tras el
intento fracasado de una
rendición pactada con Franco. Le pide
que se venga
con él. Rafael Sánchez
Guerra le pregunta: “¿Qué va
a hacer Besteiro?”, La respuesta
del Coronel Casado es lacónica: “Se
queda”. Rafael le responde
también lacónicamente: “Pues entonces no
hay más que
hablar. Yo también”. Juntos,
Rafael Sánchez Guerra y
Besteiro, como los
“últimos de Madrid” toman
la romántica decisión de
nombrar último alcalde
republicano de Madrid,
a un anarquista enternecedor
personaje, como Melchor
Rodríguez García. El régimen de Franco estuvo a
punto de condenarle a muerte
por la fidelidad
a la República, pero se
cambió por la “reclusión
permanente” por su denuncia
y postura en
el asesinato de José Calvo
Sotelo al principio
de 1936 y
además por su
inquebrantable catolicismo. En la
cárcel le leía
libros a los
presos que no
sabían leer y
a muchos de los
cuales
con una enorme
paciencia les enseñó a
salir de su
analfabetismo.
A finales de
1941 le dan
la libertad gracias
a las gestiones
de su primo
hermano, Antonio Barroso Sánchez Guerra
ministro del Ejército de Franco. Se
exilia en París
en 1946, y le nombran
Ministro de la
República en el Exilio. Pero la
muerte de su
mujer, Rosario, a la que
consideró siempre
la gran víctima
por su actuación
pública y política, le
hizo caer en
una profunda depresión. Decidió entrar
como fraile en
la vida religiosa. Y
entró en Navarra,
gracias a las
gestiones de su
primo, ante Franco, que
pidió garantías de
que no viniese
de nuevo a
activar la idea
republicana en España. Su decisión
de entrar como
fraile, hizo que Franco firmase
su pasaporte para
poder volver. Allí escribió dos
nuevos libros de recuerdos titulados Mi
convento y Cartas a mis
nietos. Otras obras suyas
escritas a lo
largo de su
vida fueron:
Faro sin
luz (1929) (novela); De
hombre a hombre (1930); España
republicana (1931) Un año
histórico (España, 1931-(1932); Mis
prisiones. Memorias de un condenado
por Franco (1946); Mi convento (1961);
Cartas a mis nietos (1964
obra póstuma)
Y el 16 de
abril de
1963 recibió
una gran sorpresa; el
mismísimo Santiago Bernabéu, (siempre se
admiraron mutuamente) antes de
que el Madrid
jugase contra Osasuna en
Pamplona (1-1) se
presentó en el
Noviciado, acompañado del entrenador
Miguel Muñoz, Puskas, Amancio,
Gento…jugadores del club
de su alma,
para darle un
abrazo y departir
como grandes amigos con
él. No se veían
desde hacía casi
30 años, y Rafael Sánchez Guerra
lloró emocionado ante
esta visita inesperada
de Bernabéu: “Nunca lo hubiera imaginado”, explicó a
sus compañeros de
habito religioso en
Navarra. Murió el
2 de abril
de 1964 en
el convento rodeado de
la admiración y el abrazo
cálido de todos
los frailes por
su gran comportamiento de
abnegada entrega al
servicio de los
demás.
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