Corazón de artistas
Cada día
en medio de
los ajetreos, idas y
venidas, temas más
o menos urgentes,
me paro en
mi despacho a
contemplar distintos y variados
recuerdos que en
muchos años he
ido colgando en la pared. Junto
a la varianda, donde pincho
y cuelgo notitas
de nombres, asuntos y
temas que he
de intentar atender,
a mano derecha
tengo colgados mis
recuerdos montañeros. Y una
parte de esta
pared, a la derecha de
la “varianda de
avisos múltiples” está
dedicada a mi
vida montañera: lugares, fotos, rostros, emociones…Y
una esquinita está
dedicada al CLUB
DE MONTAÑA 7
LAGUNAS que un día de “semi-locura” un grupo
de “atrevidos padres”, ex alumnos de
Portaceli de Sevilla
y yo, nos
animamos a fundar,
presentando incluso estatutos,
reglas, normas y compromisos
ante el notario Sr. Utrera, de
la calle Larios en Málaga.
Entre “col y col”,
entre asunto y asunto, recreo
mi vista en
esta esquina llena de cuadros
con fotos, iconos, etc. Y eso
me descansa la
vista, el ánimo
y el corazón. Y
me hace recordar
aquel club inicial
que nació primero
como grupo de
una tutoría de clase,
con ánimos de
practicar senderismo ayudados
por el todo
terreno y la roulotte de Totti
Alonso y Luis López Cozar. Después surgió
la necesidad de
conocer la ALTA
MONTAÑA (Félix Méndez y
laguna de Río Seco, verano del
92). Después un grupo
pidió la necesidad
de escalar (¡PELIGRO!) PERO,
algún padre nos
advirtió que otros
peligros estaban en
la puerta del colegio…una vida
hedonista, la oferta fácil
de la droga,
etc. etc. HABÍA QUE AFRONTAR EL
RETO DE LA
ESCALADA. Pasaron años…el
club seguía su historia
y “otros vinieron”
que completaron otras
facetas que en
la educación integral
del club a
los jóvenes hacían
falta: La expresión de
sentimientos, la expresión
artística. Y fruto de
ellos en distintas
acampadas vi ese
progreso del club
en su historia. De
ello guardo constancia
entre mis recuerdos
en esa esquinita
de la pared
de mi despacho. Las
pinturas del inolvidable
y querido jefe
de grupo Enrique
Mapelli Gómez, arquitecto de
profesión, pero artista
pintor de vocación
que nos inmortalizó
a todos muchos
de los rincones
queridos de nuestras
excursiones a lo
largo de la
provincia.
Me siento a
veces como quien
tiene un Goya,
o un Zurbarán cuando
observo detenidamente los
“carboncillos” y acuarelas
que me regaló
y dedicó personalmente
y que cuando
poso mi mirada
en ellos me
trae todavía el
olor del campo
y las voces
e himnos de
nuestros niños entonces
cantando sus himnos
y canciones montañeras. También la
pintura de nuestra querida
monitora y excelente
montañera Carmen García Hernández, su
acuarela de una
mochila me hace
recordar aquel lema
tan nuestro y
espiritual…como “estar siempre
preparado para partir…e
ir ligero de
equipaje”. O el dibujo coloreado
y bien diseñado,
del escudo de
nuestro club por
su hermano José
Manuel, que luego
dio lugar al
oficial que estampamos
en carpetas, documentos oficiales, camisetas y
pegatinas con las
que organizamos innumerables
eventos…y por
supuesto el progreso
en expresión artística
de nuestras veladas,
con canciones montañeras
que amenizaban las
veladas, las fogatas
de campamento, las dinámicas de
grupo (que experimentaron por
cierto un gran
progreso con la
venida al club
de Ángel Arenas), canciones montañeras, canciones de ánimo
en las marchas, las
canciones de Luis
Fidel Nieto (el inolvidable
Luis Fi cuyas canciones
prometo traer grabadas
a esta página),
guitarras de Pablo
Morales, Pablo Allende (que
además y en
puro arte fotográfico con una
mirada especial supo
captar otro enfoque
distinto de la
naturaleza y los
rostros de felicidad
de aquellos montañeros
de corazón y
espíritu), compuestas e
improvisadas, pero con
gran calidad musical
en sus notas
para superar aquellos
obstáculos de la
dureza de las
marchas.
Y también es
arte las comidas
preparadas por Totti
Alonso, de Agustín y
Carmen “la valenciana” sus paellas
deliciosas en “nuestro
refugio” de Competa, la
casa de ellos
abierta a todos.
Nuestras comidas a
punto a pie
de barrancos preparadas
por Luis Parras y
Carmen Anguita, y María Centeno
Morejón, Antonio Diez de la Cortina
y África Quilez Guerrero. Inolvidables a guerreros contra
tiempo haciendo arte
de la comida
para llevar a
su tiempo y
a su sitio
en la complicada
geografía de la
sierra, aquella energía
para continuar la
marcha. Sí, Veladas y comidas
inolvidables que alimentaron como eucaristías espirituales el
crecimiento de amistad
y sana convivencia
que hizo crecer
el grupo y
que por mucho
que pasen los
años nos cuesta
olvidar. Arte, música,
escenas grabadas a
fuego en nuestra
memoria emocional y
que a veces
nos acompañan sin
darnos cuenta en
nuestros actuales caminos
de la vida. Y
acción de gracias,
como diría Ignacio
de Loyola. Acción de
gracias personal. Y seguro que
me olvido (achaques ya
de la edad)
de innumerables nombres
de “artistas especiales” invitados a
los caminos también
especiales del club
de montaña 7
lagunas…Contemplación para alcanzar
amor. Detengo mi mirada
por momentos en
varias de estas
fotos y me
animo a presentarlas
en el recuerdos de tantos y
tantos montañeros del
club de siete
lagunas que pasaron
por nuestros locales
y nuestras vidas y
“además” dieron vida a
un bonito sueño: “vamos
hacia delante mil
cumbres a escalar”
y mil obstáculos
que se nos pongan delante
como filosofía de
superación en la
vida que forjaron
el carácter de
tantos y tantos
en la vida
de ese querido
club y quedarán
siempre en el
recuerdo y patrimonio
emocional de nuestras
historias personales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario