martes, 2 de agosto de 2016

El poder del silencio

Psicoanálisis: el poder del silencio

El  cerebro  es  un  órgano  vivo  que  sufre  cambios constantes: se  transforma  en  función de  lo  que  vemos, oímos, hacemos  y decimos,  y gracias  a  la  neuroplasticidad,  activa  durante  toda  la  vida, se  sigue  modificando  hasta  la  muerte.  Los  hallazgos a nivel molecular  en este  campo  hicieron a Eric Kandel  merecedor  del  premio Nobel de Fisiología  o  Medicina  en  el  año  2000. El  cerebro  funciona  como  un  gran  bloque  interconectado. En  él  hay  distintas  regiones  especializadas  encargadas de  decodificar  información,  almacenar  recuerdos, regular  emociones, decidir  si  una  conducta  es  pertinente  ante  una  situación determinada,  que estímulos  de  nuestro  entorno  son  más  o menos  gratificantes,  o  relevantes  y,  por tanto  merecen  una  mayor  o  menor  atención, etc.

Al  observar  la  región conocida  como  cerebro  emocional: el sistema  límbico  se  puede  afirmar  que  en  él  conviven  una  estructura  llamada  amígdala,  implicada  en  el  procesamiento  de  emociones  como  el  miedo,  que  se  activa  en  situaciones  que consideramos de  peligro, el  hipocampo,  órgano  fundamental de  la  memoria, y  aéreas de  gran  especialización,  como, por  ejemplo,  la  encargada  del  recuerdo de  las  vivencias  traumáticas.  En  personas  con  fobias,  miedo  irracional  ante  un estímulo  normalmente  inocuo, se  observa  una  hiperactividad   del  sistema  límbico  en general  y  en  particular  a  nivel de  la  amígdala  y  el  hipocampo. Ante  estímulos  que  no suponen  un  peligro  real, estas  zonas deberían estar  en  reposo. Los estudios  han  encontrado  que  la  psicoterapia  también  provoca  cambios  a nivel de  la  corteza prefrontal  o  el  cerebro  lógico,  que  es  la  región  responsable del  pensamiento  racional y  otras  funciones  mentales  superiores  propias  del ser  humano. Tradicionalmente  hemos  asistido  al  enfrentamiento de dos  corrientes: las  biologicistas  que  centran   sus  conocimientos, las  bases  de  la  enfermedad  mental  y,  en consecuencia, su  solución  en  los  procesos  bioquímicos  cerebrales,  y  las  psicologicistas  que  plantean  que  tanto  el  origen como la  solución se  encuentran  en el  ambiente. Esta  rivalidad  va  perdiendo  fuelle  pues   según varios  estudios,  las  intervenciones  psicoterapéuticas  también  son  biológicas,  pues  producen  cambios  a  nivel  bioquímico  similares  a  los  que  producen  los  fármacos.

El  secreto  del  éxito del  psicoanálisis  está  en  el  silencio del  psicoanalista: es  el  paciente   quien  tiene  que  profundizar  en  su cerebro  hasta  extraer  las  conclusiones  necesarias  con  ayuda del tiempo  y de  la  pericia  directiva  del  analista. Diferentes  técnicas  psicoterapéuticas  como  la terapia de  orientación  psicodinámica (el  psicoanálisis)  o  la  cognitiva  conductual,  demuestran tener  un  impacto  claro  sobre  el  funcionamiento cerebral. La  fuerza de la repetición  es  la  responsable de  que funcione  la  terapia  cognitivo  conductual, de  ahí  los  famosos “deberes”  que  el  terapeuta  manda  semana  tras  semana  hasta  conseguir  una  nueva  huella  cerebral.


Aunque  muchos  digan  que  Freud  está  superado, se  podría  afirmar  que  el  noventa  por ciento de  los  conceptos  psicoanalíticos  vigentes  son  conceptos  originariamente  freudianos. Frente a  los  “managers  del  alma”, obsesionados  en  su  práctica  analítica  por  una  mera  cuestión de  eficacia más  que  por  una  cuestión  de verdad, según C. Domínguez, hay  que  señalar  también  que  existe  “otro  psicoanálisis”, en  el que  Freud  está  presente  y  vigente  como fuente  de  inspiración  y  cauce  para  nuevos desarrollos técnicos  y teóricos.


En  esta  perspectiva  hay  que  situar  sin  duda  la  genial  figura de  Melani  Klein  y  toda  su  escuela  inglesa. Ella, fiel a Freud, supo  y  quiso  ir  más  allá de  lo dado. Sus  investigaciones  sobre  los  primeros  estadios de  la  vida  han  supuesto  para  el  psicoanálisis  la  más  rica  incursión  en  el tema de  la psicosis,  así como una  profunda  y  lúcida  perspectiva  para  afrontar  numerosos  problemas  en  los  que esos  primeros  estadios  se  encuentran  especialmente  implicados. 












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