Jesucristo nos dijo
que nunca había
visto un partido de
fútbol. De manera que
mis amigos y
yo le llevamos a
que viera uno. Fue
una feroz batalla
entre los “Punchers” (protestantes) y
los “Crusaders” católicos.
Marcaron primero los
“Crusaders”. Jesús aplaudió alborozadamente y
lanzó al aire
su sombrero. Minutos después
marcaron los “Punchers”.
Y Jesús de
nuevo volvió a aplaudir
entusiasmado y nuevamente
voló su sombrero
por los aires.
Esto pareció desconcertar a un
hombre que se
encontraba detrás de nosotros. Dio
una palmada por
detrás a Jesús,
en el hombro
y le preguntó;
-¿A qué equipo
apoya usted, buen
hombre?
-¡¿Yo!? -respondió Jesús
visiblemente excitado por
el juego. ¡Ah!, pues
yo no animo a
ningún equipo. Sencillamente disfruto del
juego.
El hombre se
volvió a su vecino de
asiento y, haciendo
un gesto de desprecio, le
susurró:
-Humm…¡Un ateo!
Cuando
regresábamos, le informamos
en pocas palabras a
Jesús acerca de la situación religiosa del
mundo actual;
-Es curioso lo
que ocurre con las personas
religiosas, Jesús -le decimos- Siempre parecen
pensar que Dios está
de su parte
y en contra
de los del otro bando.
Jesús asintió:
-Por eso es
por lo que
Yo no apoyo
a las religiones,
sino a las
personas, a cada
historia personal. -Nos dijo- Las
personas son más
importantes que las
religiones. El hombre siempre
es más importante
que el sábado.
-Deberías tener cuidado
Jesús con lo
que dices. -Le
advirtió muy preocupado
uno de nosotros. -Ya fuiste
condenado y crucificado
una vez por decir
cosas parecidas, ¿te acuerdas?
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